El presidente de México, Álvaro Manuel López Obrador, mantuvo una reunión en la con Antony Blinken, Secretario de Estado de los Estados Unidos, con el objetivo de trabajar sobre la crisis migratoria suscitada en la frontera entre ambos países, que se intensificó en las últimas semanas.
Luego de haber conversado telefónicamente con el mandamás estadounidense, Josep Biden, el presidente mexicano celebró la instancia diplomática con el secretario de Estado de la administración demócrata sobre las bases del respeto mutuo y la responsabilidad conjunta.
Nota al Pie analiza el encuentro, desarrollado en la Ciudad de México, a la luz del estado de la relación política entre ambos países y la sensibilidad que genera la cuestión migratoria en una frontera conflictiva.
Buena vecindad
El presidente de México recibió este miércoles en el Palacio Nacional a una comitiva de Estados Unidos encabezada por Blinken para tratar el tema de la migración irregular en la región.
Además del secretario de Estado, de la reunión participaron la asesora de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Elizabeth Sherwood-Randall, y el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas.
Luego de aterrizar en el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, el grupo fue recibido por el jefe de Unidad para América del Norte de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Roberto Velasco; el embajador mexicano en Washington, Esteban Moctezuma, y su par en México, Ken Salazar.
En la previa del encuentro, el Departamento de Estado había adelantado que Blinken conversaría con López Obrador sobre la “migración irregular sin precedentes” que se registra actualmente hacia Estados Unidos.
El secretario de la Casa Blanca anticipó que su objetivo era identificar las “formas en que México y Estados Unidos se proponen abordar los desafíos de seguridad fronteriza”. La reapertura de puertas claves de ingreso en la frontera compartida era un punto nodal en la agenda de Blinken.
Luego de la llamada telefónica entre ambos mandatarios el pasado jueves, y por iniciativa del gobierno mexicano, en la reunión bilateral se hizo énfasis en acuerdos de beneficio mutuo bajo el principio de buena vecindad.
En ese sentido, ambas partes definieron la creación de un grupo de trabajo ampliado que realice seguimiento periódico sobre la cuestión migratoria e integre a representantes de Centro y Sudamérica.
“La asociación entre Estados Unidos y México es crucial para la prosperidad y la seguridad en nuestros países y en todo el continente americano”, resaltó Blinken al término. “Ahora más que nunca es indispensable la política de buena vecindad”, rescató AMLO.
Escala la conflictividad migratoria
Además de la reapertura de puertos de ingreso y egreso, Blinken refirió a la lucha contra el contrabando de fentanilo ilícito y otras drogas sintéticas. Sin embargo, el grueso del problema se centra en la movilización de inmigrantes no autorizados que cruzan la frontera.
Según datos de la Patrulla Fronteriza estadounidense, la semana pasada se registraron alrededor de 50.000 inmigrantes. Por otro lado, la visita del equipo de funcionarios provenientes de Washington coincidió con la multitudinaria caravana de migrantes que partió hace varios días desde el sur de México rumbo a la frontera común.
“El Éxodo de la Pobreza” han denominado a la movilización sus organizadores. El domingo 24 partieron miles de migrantes desde la localidad mexicana de Tapachula a pie hacia Estados Unidos. “Lo único que queremos es trabajar y documentos para salir adelante”, expresó a CNN Luis Villagrán, artífice de la manifestación.
Frontera caliente
La reunión bilateral se encuadra en un histórico conflicto entre México y Estados Unidos: el descontrolado flujo migratorio ilegal. La estructuralidad y profundidad del problema concentró los esfuerzos de administraciones con miradas divergentes que no fueron capaces de resolverlo.
O bien, coordinaron esfuerzos para controlarlo y sacar beneficios del caos a partir del negocio que representa el narcotráfico. En líneas generales, Estados Unidos se resistió a formalizar a los inmigrantes provenientes de México que huyen de manera forzada.
En ese sentido, el aumento de la militarización en la frontera se consolidó como una estrategia general que la mayoría de los gobiernos estadounidenses, política que el propio Biden adoptó con el fin del “Título 42”.
Los últimos antecedentes registrados expresan procesos de entendimiento entre México D.F y Washington orientados a favorecer la migración por vía aérea para descomprimir los corredores terrestres.
No obstante, la situación siempre supuso un conflicto interno para la Casa Blanca puesto que estados del sur como Texas y Florida profundizaron una mirada punitivista sobre los inmigrantes mexicanos en particular y latinos en general.
Estados con gran peso político e históricamente gobernados por el Partido Republicano rechazan o entorpecen su incorporación al mercado laboral estadounidense. En consecuencia, se desarrollaron tácticas militares y policiales de bloqueo para contener el flujo migratorio, como fue el caso del Operativo Lone Star.