Hasta el próximo 26 de noviembre se podrá disfrutar de “Nora”, una genial y moderna adaptación de una de las obras cumbres del teatro universal; ‘Casa de Muñecas’ de Henrik Ibsen. Una versión realizada y dirigida con brillantez por Adriana Roffi, quien traslada la dura trama al presente, sumando autenticidad y ciertos cambios de géneros a personajes.
Manuela Amosa es la encargada de dar vida a Nora, la heroína de esta historia, con suma elegancia y credibilidad, rodeada de un elenco certero en sus interpretaciones. Las funciones son los domingos a las 18 hs, en el Moscú Teatro (Ramírez de Velazco 535, CABA).
La obra ‘Casa de Muñecas’ es un hito dentro de la dramaturgia universal. Estrenada en 1879, se considera la primera obra de teatro centrada en una lectura feminista. En ella se plasma la vida compleja de Nora, una mujer sometida desde su infancia a abusos psicológicos, primero por parte de su padre y luego de su esposo. La obra explora la lucha femenina por la independencia personal.
Nora sacrifica literalmente todo por la vida de su esposo, incluso mintiéndole por temor. La nueva adaptación, a pesar de su cambio temporal, logra preservar temas universales como la igualdad de género, el derecho de las mujeres a la autodeterminación y la libertad de elección.
La lucha persistente por los derechos de la mujer ha experimentado avances notables a lo largo del tiempo, logrando hitos significativos hasta el presente. Sin embargo, si se mira en profundidad la sociedad actual, aún se pueden ver barreras erigidas por la ley y respaldadas por la comunidad.
Estas barreras persisten, e imponen obstáculos a la construcción del sujeto femenino como entidad activa y reflexiva. A diario, más de una mujer se ve obligada a justificar su condición y a confrontar los mismos fantasmas que Henrik Ibsen describía en sus textos hace 140 años.
La heterogeneidad de la sociedad revela estratos diversos y mundos coexistentes, donde las contradicciones más oscuras prosperan, respaldadas por factores como la religión, la clase social, el concepto distorsionado de raza y el poder derivado del poder adquisitivo del dinero.
Nora y uno de los puntos fuertes: su elenco
Esta versión ha reducido la cantidad de personajes a sólo cinco. La obra cuenta con un grupo actoral correcto y la directora Roffi ha sabido conducirlos de manera dinámica con un guión adaptado con mucha gracia, pese a ser acortado en varias partes.
El personaje de Nora muestra un mundo de complejidad, y Manuela Amosa lo lleva muy bien, durante la casi una hora y monedas que dura la presente trama. Transmite ternura y simpatía por igual en su primera parte, para luego trasmutar a una mujer fuerte y decidida hacia el final, cuando comprende que su situación ha sido la de un juguete por los hombres que han cruzado su vida.
Daniel Begino, en el papel del marido, es sólido en sus apariciones y cierra la obra destacándose dramáticamente. Maite Velo y Ana Scannapieco cumplen con eficiencia desde roles secundarios, en papeles claves para esta moderna puesta. Una hace de la mejor amiga de la protagonista, que un día aparece por sorpresa, tras la muerte de su marido, y completamente arruinada.
Y la otra es la villana de la historia, la inquietante prestamista que tiene en sus manos el futuro de Nora. Pero además ambas representan un amor lésbico en esta nueva trama, un permitido que el autor original nunca se hubiese animado a plantear en su época.
En tanto, Jose Escobar, en el papel del médico amigo de la pareja central, es un personaje dramático en general, que está locamente enamorado de Nora. Pero esta vez se ha jugado a una vuelta de tuerca al transformarlo en una interpretación que sume humor a la puesta.
La escenografía, también a cargo de Escobar, es un único espacio que representa el living del matrimonio protagónico. Resulta una confortable sala puesta con elegancia, pero sin grandes lujos.