Roma es el escenario de un posible sacudón en la Iglesia Católica. Desde el 4 de octubre, y hasta el 29 de este mes, se realiza en el Vaticano la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. Aunque se lo titula: “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”, es conocido como el “Sínodo de la Sinodalidad”.
Este evento reúne a 464 religioses y laicos de todo el mundo, en donde se pretende discutir asuntos claves de la institución religiosa. Las conclusiones a las que lleguen no son definitivas, ya que este proceso consta de distintas partes. Comenzó en 2021, cuando cada continente trabajó los diferentes temas para que sus autoridades los pongan en común en esta Asamblea.
La sesión final será en octubre de 2024. La larga duración de este proceso fue una novedad que impulsó el Papa Francisco. Pero esta no fue la única innovación que introdujo el Sumo Pontífice: a ella se suman la participación con voto de 54 mujeres.
Los temas que planteó Bergoglio también muestran aires progresistas dentro de la Iglesia Católica. Entre ellos se encuentran la posibilidad de ordenar mujeres, la acogida de personas del colectivo LGBTIQ+ y divorciades en la institución, y el accionar contra ministros eclesiales que cometieron distintos tipos de abusos en sus fieles.
Resistir el avance
Ni el Papa Francisco ni los sectores más progresistas de la institución la tienen tan fácil. A los sectores históricamente vulnerados por la Iglesia Católica, que hoy ven más posible su participación en la misma, se oponen los bastiones más conservadores.
Días antes del comienzo del Sínodo, un grupo de cinco cardenales publicó una carta en la que enfrentaron a Bergoglio. Le preguntaban si, dada la presencia de laicos, se le podía conceder al Sínodo la autoridad que siempre perteneció exclusivamente al Papa y a los obispos.
No se detuvieron ahí, sino que los cuestionamientos continuaron. Sobre la posibilidad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, plantearon que “la reserva exclusiva de este sacramento a los varones bautizados pertenece a la sustancia misma del sacramento del Orden, que la Iglesia no puede cambiar».
Y fueron aún más lejos. «¿Es posible que en algunas circunstancias un pastor pueda bendecir uniones entre personas homosexuales, sugiriendo así que el comportamiento homosexual como tal no sería contrario a la ley de Dios y al camino de la persona hacia Dios?”, afirmaron en la carta.
A tan conservadoras críticas, el Papa Francisco respondió en la misa de apertura del Sínodo. Pidió que sus participantes se mantengan lejos de «algunas tentaciones peligrosas: la de ser una Iglesia rígida, que se acoraza contra el mundo y mira hacia el pasado, la de ser una Iglesia cansada, replegada en sí misma». Pero también agregó como otra tentación: “la de ser una Iglesia tibia, que se rinde ante las modas del mundo”.
El trabajo del Sínodo
A dos semanas del comienzo de la sesión, no se pueden esperar definiciones concretas sobre estos temas. Si bien las conclusiones estarán disponibles al finalizar el mes, los participantes del Sínodo se manifestaron en diferentes instancias frente a los medios de comunicación. Sobre todo esta semana, ya que las cuestiones relativas a mujeres y personas del colectivo LGBTIQ+ se discutieron en las últimas jornadas.
Ante el revuelo mediático que generaron, el prefecto del Dicasterio para la Comunicación del Vaticano, Paolo Ruffini, se pronunció este lunes 16 de octubre. En conferencia de prensa, aseguró que el tema de las bendiciones a parejas homosexuales «no es central» en el Sínodo.
En la misma rueda de preguntas, la hermana Patricia Murray, del Instituto de la Bienaventurada Virgen María y secretaria ejecutiva de la Unión Internacional de Superioras Generales, explicó que «se ha hablado del tema del dolor (que causó la Iglesia a disidencias) en círculos más pequeños». «Se ha intentado comprender cómo la Iglesia, en los ámbitos litúrgico y pastoral, puede hacer entender que pide perdón por el dolor causado. Hay mucha conciencia», aseguró.
Esa misma ambigüedad se observa a la hora de conocer opiniones sobre el ordenamiento femenino. Renée Köhler-Ryan, teóloga y una de las 54 mujeres con derecho a voto en el Sínodo, advirtió que concentrarse mucho en la “cuestión específica” de la ordenación de mujeres sacerdotisas o diaconisas «distrae a la Iglesia de responder a las verdaderas necesidades de las mujeres».
Mientras tanto, el Sínodo continúa. Para hoy, 18 de octubre, estaban previstos los debates sobre el módulo B3 del Instrumentum laboris, que se pregunta: “Participación, responsabilidad y autoridad. ¿Qué procesos, estructuras e instituciones son necesarios en una Iglesia sinodal misionera?”
A su vez, el jueves 19 de octubre habrá un evento de oración por les migrantes y refugiades en la Plaza de San Pedro. También, el próximo domingo 22 se reunirá por primera vez la Comisión para la redacción de la síntesis final.
El otro Sínodo
Mientras dentro del Vaticano se desarrolla la Asamblea, por fuera de sus puertas grupos religiosos de todas partes del mundo se reúnen para visibilizar sus problemáticas. Uno de ellos es el Concilio de Mujeres Católicas (Catholic Women ‘s Council -CWC), red fundada en 2019 que trabaja por el pleno reconocimiento de la dignidad y la igualdad de las mujeres en la Iglesia.
El 6 de octubre, a dos días del comienzo del Sínodo, organizaron la caminata «Walk with women» (Camina con mujeres). Su objetivo fue pedir a la jerarquía de la Iglesia Católica que las considerara como iguales. El evento principal fue en Roma, pero tuvieron réplicas en Madrid, Bruselas, Los Ángeles, Washington, entre otras ciudades.
El 10 de octubre expusieron los trabajos que realizaron en distintas partes del mundo de cara al Sínodo. A su vez, se dialogó sobre el Instrumentum Laboris con participantes de la Asamblea Sinodal. Al día siguiente, celebraron una liturgia y un cine fórum, con base en la película “Women talking” (Ellas hablan). Si querés conocer más sobre el CWC, podes leer esta entrevista de Nota al Pie con sus integrantes.