En los últimos meses, a través de internet, se viralizaron alrededor del mundo imágenes de muchas ciudades de Estados Unidos con personas que parecían ser incapaces de moverse, en el medio de la calle, como si fueran “zombies” recién salidos de alguna famosa serie o película. Tales imágenes, lejos de ser parte de una ficción, son la consecuencia de lo que expertos denominan como la “cuarta ola” de la crisis de los opioides en el país gobernado por Joe Biden.
En este marco, el consumo de fentanilo, un opioide sintético 50 veces más potente que la heroína, se ha transformado en el factor más preponderante de la epidemia de drogas más mortífera e importante en la historia de EEUU. El problema es tan grave que se ha metido de lleno en la carrera hacia la Casa Blanca en 2024 e incluso, como si fuera poco, con acusaciones internacionales por las responsabilidades en la producción de la droga.
Los datos que preocupan
Estados Unidos transita, en este momento, una verdadera “invasión” de fentanilo. La irrupción del opioide en el mercado ilegal de drogas a mediados de la década pasada cambió el escenario por completo. Hasta ese entonces, salvo para quienes habían entrado a un quirófano, eran pocos los que conocían el fentanilo; ahora, por el contrario, se ha transformado en el principal causante de muertes por sobredosis en todo el país.
En septiembre, un informe de la Revista Addiction reveló que en EEUU las muertes por sobredosis de fentanilo mezclado con otras drogas como la cocaína o la metanfetamina se multiplicaron por más de 50 desde 2010. Según el estudio, en el período 2010-2021 los fallecimientos a causa del consumo de ese opioide pasaron del 0,6% al 32,3%.
El Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), por otro lado, estimó que aproximadamente 200 estadounidenses mueren todos los días por el consumo de fentanilo. Del mismo modo, el Centro Nacional de Estadísticas de Salud (NCHS), dependiente de los CDS, reveló que desde el 2000, más de medio millón de personas han muerto de sobredosis, gran parte por el consumo de fentanilo.
En la misma línea, para tomar dimensión del problema, tan solo en 2022, según datos del CDC, 74.000 estadounidenses fallecieron por el opioide. Una cifra más grande que los 65.000 ciudadanos de ese país fallecidos en los conflictos de Vietnam, Afganistán e Irak en conjunto.
Las acusaciones contra China
El fentanilo, a su vez, se ha establecido como un factor más en la disputa Estados Unidos – China. Según las autoridades estadounidenses, a pesar de que el gobierno liderado por Xi Jinping prohibió la producción del opioide en 2019, el gigante asiático es responsable de suministrar los ingredientes necesarios para su fabricación en México.
En este sentido, el líder del Partido Demócrata en el Senado, Chuck Schumer, acusó el último sábado desde Shanghai a empresas chinas de estar “alimentando la crisis del fentanilo que está envenenando a comunidades en todo Estados Unidos”. Por otro lado, la semana pasada, el Departamento de Justicia de EEUU imputó formalmente a ocho empresas chinas, junto a 12 de sus ejecutivos, por crímenes relacionados con la producción, distribución e importación del opioide.
El fiscal general de EEUU, Merrick Garland, sostuvo en conferencia de prensa: “Sabemos que esta cadena global de suministro de fentanilo comienza con frecuencia con compañías químicas en China”. Según el magistrado, eludiendo la jurisdicción estadounidense a través de distintos métodos, estas empresas promocionan la venta de productos relacionados con el opioide a través de internet en diversas plataformas.
La potencia asiática, por su parte, negó cualquier tipo de responsabilidad sobre el asunto a través de un comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores. En el texto, además de resaltar que las raíces del problema de los opioides se encuentran en el mismo EEUU, el gobierno chino remarcó: “Nos oponemos firmemente a las sanciones de Estados Unidos contra entidades e individuos chinos”.
De la misma manera, Pekín advirtió que la imposición de sanciones no puede resolver los propios problemas de Estados Unidos e incluso advirtió que dichas medidas “solo crearan obstáculos en la cooperación entre ambos países en materia de control de drogas”.