Hechos de orden económico, como los acuerdos por la comercialización de cereales en Europa del Este, y políticos, como el inoportuno homenaje a Yaroslav Hunka, militar nazi que combatió en la Segunda Guerra Mundial y ex convicto de la SS, socavaron la relación geopolítica entre Polonia y Ucrania.
En el marco de la crisis internacional que reorganiza la correlación de fuerzas en el Viejo Continente, Nota al Pie analiza la asociación entre ambas naciones.
Problemas comerciales
El inicio de la Operación Militar Especial en Ucrania por parte de la Federación de Rusia en febrero de 2022 no sólo profundizó un conflicto militar que se remontaba al Euromaidán en 2014. También generó un problema de orden comercial para un país agrodependiente y su zona de influencia en Europa del Este.
La situación de enfrentamiento bélico con Rusia disminuyó sus capacidades económicas y, a su vez, volcó los escasos recursos a la industria de la guerra. Si bien el arsenal militar de Kiev está soportado principalmente por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), su debilitamiento comercial generó debate dentro de la Unión Europea (UE).
Interesada en sostener la confrontación con Moscú para imponer condiciones geopolíticas en la región oriental europea, la UE ordenó a los actores europeos. De este modo, impulsó los acuerdos comerciales entre diversas naciones para promover la exportación de granos ucranianos, principal fuente de ingreso de divisas del país.
Sin dinero por la comercialización de cereales, la economía de Ucrania se desmoronaría. El bloqueo de facto que Rusia ejerce en el Mar Negro tras su retiro del Acuerdo de Granos, tradicional vía de exportación del grano ucraniano, obligó a Kiev a explorar las vías terrestres o fluviales a través de los países vecinos.
En tanto, en Polonia, Bulgaria, Hungría, Rumania y Eslovaquia la comercialización de este cereal generó la lógica resistencia de los agricultores locales, preocupados por el ingreso de bienes extranjeros que compiten con los propios.
Para proteger la producción agrícola de estos países, en mayo la UE permitió la prohibición de las ventas internas de ciertos productos agrícolas, como trigo, maíz, y semillas de girasol, mientras que se permitía su tránsito por estas naciones para su venta a terceros.
Sin embargo, debido a que Ucrania no controló sus exportaciones como se acordó, la UE dejó expirar el acuerdo y Polonia, Hungría y Eslovaquia impusieron restricciones a las importaciones provenientes de Ucrania como reacción.
Intereses bélicos
La situación escaló a tal punto que Ucrania amenazó con pedir arbitraje a la Organización Mundial del Comercio (OMC) denunciando el veto a la entrada de sus productos. Radoslaw Fogiel, presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Parlamento polaco, había advertido que la actitud de Ucrania tendría consecuencias.
Polonia, uno de los principales aliados de Kiev en la guerra, reaccionó poniendo en duda el futuro suministro de armas a Ucrania, aparte de las ya comprometidas. Así lo expresó el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, incluso asegurando que no transferirían más armas.
Sin embargo, luego de inoportunas declaraciones, Varsovia anunció que implementará corredores para que Ucrania exporte su producción a través de su territorio sin que sea comercializado en su mercado y afecte a sus agricultores.
De un modo similar actuó Eslovaquia, que, a cambio del retiro de la queja ucraniana en la OMC, pondrá en marcha un sistema de licencias para el comercio de cereales. El núcleo de la cuestión, permitir que Ucrania abastezca su mercado sin perjudicar a sus socios, y sostener la capacidad de confrontación bélica de Kiev, reunió las voluntades políticas nuevamente.
Un homenaje inoportuno
Por otro lado, en Polonia fue repudiado el reconocimiento que el Parlamento canadiense le realizó la semanada pasada a Yaroslav Hunka, ex miembro de la formación criminal nazi SS Galizien.
El presidente de Canadá, Justin Trudeau, junto a su homónimo, Volodímir Zelensky, desarrollaron un acto honorífico resaltando que el ex convicto combatió a las fuerzas rusas durante la Segunda Guerra Mundial.
En efecto, un hombre que combatió al Ejército Soviético desde el bando nazi, situación que generó el rechazo del gobierno polaco, que tomó medidas para su extradición por crímenes contra el pueblo de Polonia o polacos de origen judío.
Por su parte, el mandatario canadiense pidió disculpas públicas luego de la ovación parlamentaria. En el afán de realizar gestos mediáticos que golpeen la legitimidad de Moscú en Europa del Este, los socios occidentales cometieron una torpeza que recrudeció antiguos conflictos. Desafortunadamente para Kiev, el inoportuno reconocimiento se dio en la misma semana que discutió la situación comercial de sus granos en territorio polaco.
Polonia, un actor clave
Las desavenencias políticas entre Varsovia y Kiev fueron seguidas detenidamente tanto por la Unión Europea como por la OTAN. Polonia se ha erigido como un actor europeo con capacidad de ordenar a sus socios en contra de Rusia.
En coordinación política con altos funcionarios europeos y norteamericanos, el gobierno polaco aunó voluntades en el -fracasado- intento por aislar a Vladímir Putin. Sin embargo, hasta la provocación sobre Moscú que el bloque atlantista desarrolló en la antesala de la invasión rusa, Polonia se caracterizó como una economía en crecimiento a partir de la infraestructura en transporte y energía, en especial la nuclear.
A partir de la guerra, la combinación entre el reemplazo de Rusia por Estados Unidos como proveedor -más costoso- de petróleo y el aumento del PBI destinado a Defensa para sostener a Ucrania en la confrontación bélica, la economía polaca sufrió una contracción.
A su vez, el fracaso de la contraofensiva iniciada el 4 de junio generó un proceso de debate al interior de la OTAN que cambió la perspectiva de sus integrantes más relevantes.
En ese contexto, al igual que otras naciones, Polonia comienza a discutir la estrategia de sostén de una guerra que le es conveniente para debilitar a Rusia y el esquema multipolar, pero a fuerza de deteriorar su propia economía en un contexto de crisis internacional.