Muches opinologues y poca o nula investigación científica de parte de medios masivos de comunicación generaron una confusión que puede hacer correr el foco de debate. ¿Se puede hablar de invasión de carpinchos cuando es el humano quién comenzó a ocupar su lugar? Si estos animales naturalmente viven en humedales, ¿no le habrán invadido su hogar?
Nota al Pie consultó al biólogo Mariano Barrios, egresado de la Universidad de Buenos Aires e integrante de la Fundación Biodiversidad. No sólo para entender lo que está sucediendo, sino también para conocer más sobre este noble animal.
Conociendo al carpincho
Es el roedor más grande del mundo, llegando a medir medio metro de altura (roen la corteza de los árboles para gastar los dientes de adelante -incisivos-). Como dependen prácticamente del agua para todas sus actividades, viven en zonas cercanas a la misma. Se distribuye desde Panamá y gran parte de Sudamérica.
Su cuerpo es robusto, con una cabeza grande. Las orejas y los ojos son pequeños, y al igual que los orificios nasales, están ubicados en posición casi dorsal. Esto les permite poder asomar apenas la cabeza mientras están sumergidos en el agua, y así pasar desapercibidos. Pueden bucear por hasta 10 minutos.
El pelaje es de color pardo. El macho se distingue de la hembra por tener en el hocico una protuberancia de unos 2 cm de altura, sin pelos. Allí hay una glándula que libera olor para el marcado del territorio.
Es gregario, esto quiere decir que vive en grupos familiares, que en algunos casos pueden ser muy grandes, de hasta 30 miembros. Están formados por un macho dominante. Dentro de su territorio hay áreas de reposo, de pastoreo (alimentación) y de baño.
Al desplazarse, los integrantes de la manada marchan en fila india, manteniendo cierta distancia entre ellos. Suelen usar los mismos senderos, que pueden identificarse por los excrementos, de forma ovalada y color pardo oscuro, depositados en pilas.
Generalmente están activos durante la mañana y al anochecer, descansando en el día entre la vegetación. En las horas de más calor se sumergen en el agua para regular la temperatura.
Ante una amenaza, emiten gritos de alarma parecidos a un ladrido ronco. Si el peligro aumenta se zambullen en el agua. Para comunicarse, emplean señales como saltos, erizamiento del pelo, gruñidos sordos y silbidos agudos.
Se alimentan de gramíneas (pasto), hierbas ribereñas y plantas acuáticas. También suelen consumir frutos, semillas y flores.
Se reproducen durante todo el año, pero principalmente en primavera y verano. El apareamiento se produce dentro del agua. La gestación dura de 4 a 5 meses y tienen entre 2 y 7 crías, las que amamantan de forma parada. Si bien pueden tener dos camadas por año, por lo general tienen una. Pueden llegar a vivir unos 10 años.
Aunque no presenta grandes problemas de conservación, en algunas regiones se los suele cazar para el consumo de su carne y el aprovechamiento del cuero.
“Invasión” de carpinchos en Nordelta
El Licenciado Barros explicó que lo que sucede en Nordelta es un fenómeno que ocurre en muchos lugares donde los carpinchos no tienen predadores. Esto, sumado a la oferta abundante de alimento y a su carácter tranquilo que le posibilita convivir con las personas, hace que se reproduzcan en cantidad. “Están dadas las condiciones para que crezca la población y al no haber ningún tipo de control, empieza a haber cada vez más”, añadió.
“Al ser mansos, la gente se acostumbra a convivir con ellos y ellos con la gente. El conflicto se genera cuando, por este acostumbramiento, la gente los empieza a ver más seguido. Incluso comienzan a meterse en lugares donde antes no ingresaban”. Detalló que “no es un animal agresivo ni genera peligro en sí. Pero al ser muchos y ante situaciones donde una persona se los encuentre de imprevisto o un perro les ladre o los corra, ahí es donde pueden defenderse y llegar a morder”.
Nordelta está construido sobre un gran humedal. Está ubicado dentro de la zona de humedales del Delta del Paraná, que abarca Tigre y San Fernando. “Esta zona es un gran humedal muy importante. Regula todo lo que tiene que ver con el ciclo del agua, en todos los arroyos y ríos de la región”, señaló.
Por lo cual trataron de mantener, de alguna manera, ciertos ambientes naturales como lagunas. Lo que favoreció la instalación de carpinchos, coipos, y aves acuáticas propias de la región. Por lo tanto, “se les generó una especie de ambiente antrópico -del hombre- dentro de un ambiente natural. Todos esos barrios privados que surgieron en las últimas décadas están construidos sobre humedales. Es una manera también de avanzar sobre los ambientes naturales de forma poco planificada”, declaró.
Soluciones para una buena convivencia
Respecto sobre qué hacer con los carpinchos, el Licenciado en Biología explicó que no hay demasiadas opciones de manejo. Una alternativa que se plantea es trasladar animales a otros lugares. Eso se podría hacer, pero “la logística es muy grande porque hay que movilizar grupos grandes. La captura y manejo de esos animales no es fácil. Se deben conseguir jaulas especiales para el traslado, un equipo profesional preparado, que se cumpla el bienestar animal. Con el traslado lo que se estaría haciendo es bajando la carga de animales, pero no la erradicación”.
Otra opción es poder controlar los accesos a los que tengan los carpinchos. “Delimitar los lugares dentro de los barrios privados para que no tengan acceso a todas las viviendas, por ejemplo”.
También han circulado videos mostrando a estos animales como una mascota más. En este punto, el biólogo aclaró que “los carpinchos son animales silvestres, por lo tanto, no se pueden tener como mascota, no está permitido por Ley”. Agregó que “en el caso del carpincho, como es un animal manso y tranquilo, la gente suele tenerlos de mascota, sobre todo en el interior del país. Pero no hay que fomentarlo porque no son animales domésticos. Tampoco se puede autorizar la caza o captura para erradicarlos de Nordelta porque es ilegal. Salvo en algunas provincias, donde sí está permitida la caza para el uso del cuero y la carne”.
Hablemos de humedales
El biólogo explicó que “los humedales son grandes extensiones de ambientes acuáticos, palustres, que incluyen lagunas, esteros, bañados. También ríos, arroyos, deltas y planicies de inundación de muchos de estos ríos o arroyos”. Son muy importantes porque en ellos se regula todo lo que tiene que ver con el agua dulce de determinadas regiones. Además, poseen una enorme biodiversidad. El agua es esencial para la vida, tanto animal como vegetal, de ahí la importancia de conservar estos ambientes. Sin estos reservorios de agua dulce, no hay vida.
Los humedales son indispensables por la gran cantidad de beneficios o «servicios ecosistémicos» que brindan a la humanidad. “Avanzar sobre los humedales es avanzar sobre ambientes naturales bastante frágiles”. Sus funciones ecosistémicas se ven afectadas cuando se avanza con construcciones humanas sobre ellos. Son los encargados de regular el ciclo del agua, amortiguar el impacto de las lluvias, regular inundaciones y sequías, entre otras cosas.
La Convención sobre los Humedales es un tratado intergubernamental que sirve de marco para la acción nacional y la cooperación internacional en pro de la conservación y el uso racional de los humedales y sus recursos. Es conocido también como Convenio Ramsar, declarado en una ciudad de Irán con dicho nombre. Se firmó el 2 de febrero de 1971, por lo que ese día es declarado el Día Internacional de los Humedales.
Esta Convención entró en vigor en Argentina el 4 de septiembre de 1992. Posee actualmente 23 sitios designados como Humedales de Importancia Internacional (sitios Ramsar), con una superficie de 5.714.016 hectáreas.
Entre ellos, se encuentran la Reserva Ecológica Costanera Sur, de CABA, la Reserva Natural Otamendi, en Campana, Buenos Aires. También el Delta del Paraná, ubicado entre las provincias de Santa Fe y Entre Ríos, declarado sitio Ramsar en el año 2016. En el año 2018 se añadió al listado la Reserva Natural Villavicencio, y en 2019 se amplió el área del humedal de importancia internacional Laguna de Llancanelo, ubicados en Mendoza.
Ley de Humedales
Diversas organizaciones ambientales reclaman hace tiempo el tratamiento y aprobación de la Ley de Humedales. Recientemente, se llevó a cabo una marcha de kayakistas, que partió desde Rosario hacia Buenos Aires, con el objetivo de poner el tema en agenda política.
Para el Licenciado Barros, la Ley de Humedales permitiría realizar un ordenamiento territorial de estos ambientes. Implica delimitar específicamente qué lugares se pueden intervenir y cuáles no, en donde se puede construir y en donde no. También qué áreas deben ser protegidas por los servicios ecosistémicos que brindan. “Proteger la biodiversidad de esos lugares y el rol que cumplen los humedales, eso es importante”, enfatizó.
Lo que se está pidiendo es lo mismo que se logró con la Ley de Bosques. La cual ordena territorialmente los bosques, especificando qué actividades o desarrollos se pueden hacer en cada zona.
Por lo tanto, lo que se pretende es delimitar y categorizar los humedales. Mediante zonas verdes, amarillas y rojas se debe establecer luego de qué manera se puede incidir, o no, sobre ellos. Con esto se evitaría el avance desmedido sobre los mismos, que tantos problemas ocasiona a la biodiversidad.
Mientras no haya una Ley que regule las actividades dentro de los humedales, no sólo se va a continuar avanzando sobre ellos y arrasando con la biodiversidad que existe allí. Sino que, a la larga o a la corta termina afectando al ser humano.
Se puede hablar de la “invasión” de carpinchos para no hablar, por ejemplo, de los incendios intencionales en el Delta con el objetivo de avanzar con la frontera agropecuaria o los emprendimientos inmobiliarios.
Pero que nunca se deje de hablar de que, sin los humedales como reservorios de agua dulce, no hay vida.