jueves 26 de diciembre de 2024

Una gran huelga laboral paraliza la industria automotriz en Estados Unidos

El sindicato de trabajadores automotrices norteamericanos, United Auto Workers, exigió una serie de condiciones que Ford, General Motors y Stellantis rechazaron. Nota al Pie analiza la estrategia gremial que puede tener un profundo impacto en la economía estadounidense.
Huelga
La huelga general tuvo repercusión en diferentes ciudades industriales del país. Crédito: abcnews.go.com

Luego del fracaso de las negociaciones gremiales con las patronales, el sindicato de trabajadores automotrices de Estados Unidos realizó una huelga laboral paralizando la actividad de más de 12.000 personas. 

La estrategia cosechó el apoyo de numerosos sindicatos norteamericanos y diversos actores del Partido Demócrata. Nota al Pie analiza el resurgir sindical en Estados Unidos en un contexto económico de aumento inflacionario.

Huelga automotriz

El conflicto inició cuando el sindicato United Auto Workers (UAW) exigió una serie de condiciones que Ford, General Motors y Stellantis rechazaron. Entre ellas, se encuentra principalmente, un aumento salarial del 36% en cuatro años considerando el aumento interanual de la inflación en Estados Unidos, situación que el gobierno de Joe Biden aún no ha podido controlar. 

A su vez, las “Tres Grandes” de Detroit también se negaron a conceder días adicionales de vacaciones y a aumentar las pensiones, proporcionadas por fondos específicos de cada empresa. Se calcula que la medida de fuerza puede desestabilizar al sector automotriz, y en caso de que se extienda por diez días podría representar una pérdida de más de 5.000 millones de dólares para la economía estadounidense.

La huelga, que inició la noche del jueves, comenzó en las “Tres Grandes” que controlan a la marca Chrysler. En el caso de General Motors fueron afectadas las instalaciones de montaje de Wentzville en Misuri; para Stellantis las de Toledo en Ohio; y para Ford las de Wayne en Michigan.

“Estamos lanzando una nueva estrategia”, había anunciado la noche del jueves Shawn Fain, presidente del sindicato, dos horas antes de que venza el plazo -finalmente frustrado- para alcanzar el acuerdo. Fain convocó a la mayoría de los 146.000 miembros del UAW a estar en estado de alerta para sumarse al paro en función del desarrollo de las negociaciones, y advirtió que el sindicato no dudaría en extender la huelga si no se contemplan las condiciones exigidas. 

En tanto, el presidente Joe Biden conversó el mismo jueves por teléfono con Fain y los dirigentes de las automotrices para hacer un balance de las negociaciones y respaldó su reclamo argumentando que las “ganancias récord” de los fabricantes deben ser distribuidas de forma “justa”.

Por el contrario, las posiciones de las patronales son muy confrontativas. Jim Farley, jefe de Ford, acusó a Fain de estar “ocupado preparando una huelga” en lugar de “negociar el contrato” y calificó los condicionamientos como “insostenibles”. En cambio, General Motors demostró predisposición de alcanzar un acuerdo al asegurar que continuaban participando “en negociaciones directas y de buena fe”. La compañía Stellantis sí expresó su decepción por las negativas de los líderes del UAW “a comprometerse responsablemente para llegar a un acuerdo justo”.

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Hoffa fue desaparecido por razones desconocidas en 1975. Crédito: golfdigest.com

Resurge la fuerza sindical

El conflicto gremial en el sector automotriz tuvo la capacidad de poner de relieve la capacidad de generar movilización laboral e instalar el tema en la agenda política. UAW recibió un amplio respaldo sindical de parte de actores con poder de fuego como Teamsters, el sindicato de camioneros de Estados Unidos y Canadá.

“1,3 millones #Teamsters apoyan a nuestras @UAW hermanas y hermanos que hacen historia en la clase trabajadora. Es hora de acabar con la avaricia corporativa de los Tres Grandes”, se solidarizó el sindicato de choferes. “El costo de la mano de obra que se utiliza en un vehículo es el 5% del vehículo”, explicó el presidente Shawn Fein. “No importa dónde trabajes, nuestras luchas son las mismas”, fue la consigna de diferentes dirigentes en apoyo a UAW.

Sin embargo, el reclamo también se prolongó en las filas del Partido Demócrata. “Cuando hay trabajadores automotrices que no pueden permitirse comprar los autos que ellos fabrican, eso es malo para la ‘economía’”, señaló el histórico dirigente Bernie Sanders en el mitin en Detroit.

“Los directores ejecutivos de las empresas automotrices ganan en un mes lo que sus trabajadores ganan en toda su vida. Eso es simplemente injusto”, opinó Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes. “Paguen a sus trabajadores”, reclamó Alexandra Ocasio Cortez, legisladora demócrata por el distrito de Nueva York.

Nuevas reivindicaciones, viejas luchas

La tradición liberal que atraviesa la historia política de Estados Unidos suele relegar a un segundo plano la fortaleza sindical de sus trabajadores organizados. La AFL-CIO, federación que agrupa a los sindicatos norteamericanos y fundada en 1955, representa a más de 12 millones de trabajadores en el país y Canadá. A su vez, en Estados Unidos han destacado figuras como Jimmy Hoffa, el sindicalista que lideró a los camioneros mundialmente conocidos como Teamsters, llegó a representar a 2 millones de trabajadores en 1976.

Este mismo sindicato fue el que impulsó la construcción de un sindicato en Amazon en 2021, iniciativa que finalmente fracasó. Gigantes del comercio electrónico e Internet como Google bloquean cualquier intento de organización sindical que pueda llegar a cuestionar el régimen de millonarias ganancias que sostienen. Si bien no proliferaron estas propuestas, la resistencia de trabajadores en Estados Unidos, Francia y otros países centrales expresan la capacidad de organizarse para enfrentar políticas de ajuste a sus ingresos o reformas laborales.

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Sanders intenta posicionarse como el dirigente demócrata con mayor capital sindical. Crédito: Cuenta X, Bernie Sanders.

El sindicalismo norteamericano, un factor político en disputa

La huelga general de UAW encendió las alarmas en las patronales automotrices y las principales corporaciones pero también despertó el interés y movilizó la complicidad de sectores políticos en Estados Unidos. Históricamente, el Partido Demócrata expresó en sus bases sociales al sindicalismo del cinturón industrial norteamericano. Sin embargo, el proceso de financiarización de la economía que se inició en la década del setenta y se profundizó durante las gestiones de demócratas como Bill Clinton, puso en crisis la representación política del partido y debilitó a las organizaciones sindicales.

No obstante, dirigentes gremiales como el propio Hoffa movilizaron a sus sindicatos en 2008 para impulsar la candidatura de Barack Obama luego del colapso económico de Lehman Brothers

La crisis de representación al interior de la dirigencia demócrata tuvo su pico en la campaña de descrédito que diversos dirigentes del propio partido empujaron en contra de Sanders durante la presidencia republicana de Donald Trump. A tal punto ha llegado la crisis que las bases sociales de Trump encuadradas en el empresariado nacional han tenido puntos de contacto con los trabajadores organizados en el brazo sindical del Partido Demócrata.

La financiarización de la economía que ha golpeado no solo a los países periféricos sino, paradójicamente, a las propias potencias, encontró cómplices en la élite norteamericana situada tanto en el sector demócrata como en el republicano. Este Estado profundo financiero con terminales en el globalismo de los Clinton y los Obama y los continentalistas de los Bush se empeña en bloquear el desarrollo político de expresiones como las de Sanders pero también las de Trump, que durante su presidencia alentó el regreso al país de los capitales norteamericanos.

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