El pasado 11 de septiembre se cumplieron 50 años del Golpe de Estado en Chile que derrocó al gobierno de Salvador Allende en 1973. Desde entonces, y durante 17 años, el mando quedó en manos de una Junta Militar que designó a Augusto Pinochet como presidente de facto. El plan desarrollado fue el de toda dictadura: ejercer el terrorismo para exterminar a quienes pensaban distinto.
No obstante, pese a la persecución política, la censura, los asesinatos y demás violaciones a los derechos humanos, hay quienes no cuestionan los hechos. Incluso, los sectores más conservadores defienden un legado “pinochetista” y creen que la interrupción al gobierno de Allende era necesaria.
Además, ninguno de esos espacios políticos pinochetistas participó del acto conmemorativo que organizó el gobierno de Gabriel Boric. Estas acciones negacionistas comienzan a replicarse en Argentina mediante partidos como La Libertad Avanza (LLA) o Juntos Por el Cambio (JxC).
Hoy, con una avanzada de la extrema derecha en varios países del mundo, el aniversario chileno invita a reflexionar: ¿qué tan superados están los fantasmas de la dictadura?
En el plano local, por ejemplo, hace algunos días Victoria Villarruel, compañera de fórmula de Javier Milei, encabezó un acto con discursos negacionistas. La candidata no sólo encarna al sector de la sociedad argentina que niega las consecuencias de la dictadura, sino que también reivindica a los genocidas. Esto significa un peligro para el Estado de derecho que hoy conocemos.
¿Qué pasó en Chile?
A tan sólo tres años de ser electo, el proyecto socialista que impulsaba Allende en el país vecino se vio truncado. El suceso comenzó aquel 11 de septiembre de 1973 con el ataque de las Fuerzas Armadas al Palacio de la Moneda y con el presidente quitándose la vida ahí mismo. Su lugar fue ocupado por Pinochet que, semanas antes, fue designado como comandante en jefe del Ejército de Chile por el propio Allende.
En el tiempo que duró, la dictadura chilena persiguió líderes opositores –sobre todo de la Unidad Popular-, disolvió el Congreso Nacional y controló los medios de comunicación. Su accionar provocó exilios, asesinatos y desapariciones. De esta manera, el propio Estado se convertió en el principal responsable de los crímenes de lesa humanidad que acontecieron durante los 17 años que estuvo intervenido por militares. Al igual que en otros países de la región, el proceso dictatorial estuvo vinculado a los Estados Unidos además de la complicidad de la oligarquía chilena.
Con un plan económico que generó un gran descontento, en 1988 el gobierno militar debió convocar a un plebiscito para definir su continuidad. Con más del 55% de los votos por el “no”, se llamó a elecciones presidenciales en las que triunfó el candidato Patricio Aylwin. Luego del traspaso de mando ocurrido el 11 de marzo de 1990, y lejos de pagar por sus actos, Augusto Pinochet retornó otros ocho años frente al Ejército. Más tarde, fue nombrado senador vitalicio.
La opinión del pueblo chileno
Un estudio publicado en Chile días atrás, dio cuenta de las ideas que tiene la población en relación al gobierno de Allende y la dictadura encabezada por Pinochet. Los resultados de la encuesta demuestran una profunda polarización entre ambos y pone en evidencia que la discusión aún no está saldada.
Elaborada por Pulso Ciudadano, la encuesta quiso saber quiénes fueron responsables del Golpe de Estado. Al respecto, el 39,6% de las personas consultadas respondió que “el Presidente Salvador Allende y su gobierno”. Por su parte, un 30,8% dijo que fueron “los Comandantes de las Fuerzas Armadas y de Orden Público de la época”. Otro 30,6% contestó “Estados Unidos por intermedio de la CIA”.
En esa línea, les encuestadores también preguntaron acerca de la imagen de cada uno. Si bien Allende lidera con una imagen positiva del 33% contra el 26,4% de Pinochet, la imagen negativa de ambos es mucho mayor. De esta manera, un 39,2% dijo tener una imagen negativa del socialista, mientras que un 51,3% optó por el dictador.
Por otro lado, desde Pulso Ciudadano indagaron sobre la percepción respecto al Golpe de 1973. Como resultado, un 42% respondió estar en desacuerdo y un 32,8% se mostró a favor. Al mismo tiempo, un 25% aseguró no estar “ni de acuerdo, ni en desacuerdo”.
Otro punto interesante del estudio es qué piensan les chilenes acerca de la conmemoración de los 50 años del hecho. En ese sentido, el 56,5% respondió estar “nada o poco” interesado por la fecha, mientras que un 25,8% respondió estarlo.
La respuesta del Estado
Tanto Chile como Argentina fueron dos de los países latinos víctimas del Plan Cóndor que impulsó el gobierno de Estados Unidos a mediados de los 70. Sin embargo, el golpe en el país vecino trae una particularidad a comparación de este lado de la cordillera: allí los dictadores no fueron plenamente repudiados, mucho menos juzgados.
Tampoco se destacaron políticas públicas destinadas a la defensa de los derechos humanos ni reparación a las víctimas. Por el contrario del caso argentino -que realizó el histórico Juicio a las Juntas, por ejemplo – en Chile el pedido de Memoria, Verdad y Justicia es una lucha más compleja.
No obstante, en el marco del 50 aniversario del Golpe, el presidente Gabriel Boric anunció algunas medidas para que el Estado tenga un rol activo en este asunto, a 33 años del retorno de la democracia. Una de ellas es un plan de búsqueda de desaparecides que lanzó días atrás.
“El Estado falló en dar respuesta a las familias, y a la sociedad entera, en entregar las respuestas que el país necesita, los desaparecidos nos faltan a todos”, dijo el mandatario.
Según detalló, “Plan Nacional de Búsqueda de Verdad y Justicia” estará orientado a colaborar con las investigaciones de más de mil detenides y desaparecides, identificando el contexto de cada caso.
Por otro lado, Boric también convocó a otros ex presidentes a firmar un documento titulado “Compromiso: Por la Democracia, siempre”. Entre les adherentes se encuentran Eduardo Frei Ruiz-Tagle; Ricardo Lagos; Michelle Bachelet y Sebastián Piñera. Este último firmó a pesar de que su partido, Chile Vamos, se negó.