«Lo común, afirmó tía Lydia, es aquello a lo que estás habituada. Puede que esto no te parezca común en este momento, pero con el tiempo lo será”. En la novela «El Cuento de la Criada», escrita por Margaret Atwood, publicada en 1985 y adaptada a una serie protagonizada por Elizabeth Moss, la República de Gilead parece ser en un principio todo menos corriente. Estados Unidos ya no existe, dando paso a un nuevo gobierno totalitario teocrático en el que el valor de cada persona está determinado por el papel específico que desempeña en la sociedad.
En Gilead, las mujeres en su totalidad han presenciado la desaparición de todos sus derechos civiles. De hecho, ni siquiera se espera que tengan deseos. «El Cuento de la Criada» describe un mundo tóxico en el que la misoginia ha transformado a Estados Unidos en una teocracia totalitaria. Gilead ha establecido un sistema de violencia de género, sometiendo a las escasas mujeres capaces de concebir a la servidumbre como «criadas» para servir a la clase dominante, en violaciones institucionalizadas que llama “La Ceremonia”.
Dentro de la República de Gilead, se condena a muerte a las lesbianas y a los «traidores de género». Les ciudadanes son rastreades, vigilades y espiades de manera constante. A las mujeres se les prohíbe el acceso a la lectura. Les niñes son separados de los brazos de sus madres biológicas. Se registran enfrentamientos mortales en las fronteras mientras les refugiades luchan por escapar. Aquelles que desafían las normas impuestas por sus roles, así como aquellos que pertenecen a un grupo religioso específico o tienen una orientación sexual no aceptada, son ejecutades públicamente.
“Común” no es una palabra que parezca describir con precisión la distopía de Gilead. Sin embargo, para la tía Lydia, común es simplemente “a lo que estás acostumbrada”. Estas palabras vuelven a Defred, la protagonista de esta historia, mientras mira los cuerpos sin vida colgados en el Muro, a modo de advertencia. ¿Cómo podría algo tan terrible volverse ordinario?
Mientras mira los cadáveres colgados, todo lo que siente hacia ellos es «vacío«. Ya está intentando acostumbrarse a esta nueva vida. Durante una conferencia en Reddit, Atwood sostuvo “No hay nada en El Cuento de la Criada, que no le haya sucedido antes a las mujeres”. Y tiene razón.
El totalitarismo de Gilead
Gilead mantiene el control por varias razones. Se asegura en su poder por medio de la vigilancia, la supresión de información, los centros de ‘reeducación’ y la violencia totalitaria. Con sus duros castigos por romper las reglas, obliga a sus ciudadanes a ser complacientes usando sus miedos en su contra. Las resistencias pequeñas nunca funcionarán porque el gobierno puede torturar y matarlas con facilidad, asustando así a los demás para que obedezcan.
Aunque Gilead tiene éxito al obligar a sus ciudadanes a la autocomplacencia a través de la violencia, tal vez una forma menos evidente pero aún más importante de funcionar es recompensar a aquellos que son complacientes con pequeñas libertades. “La humanidad es tan adaptable”, recuerda Defred que dijo su madre. “Verdaderamente asombroso, a lo que la gente se puede acostumbrar, siempre que haya algunas compensaciones”
El principal problema del gobierno de Gilead, la esterilidad derivada de la contaminación nuclear y química, lo aborda mediante la subrogación sexual, convirtiendo a sus pocas mujeres fértiles en ‘sirvientas’ de sus Comandantes de más alto nivel y sus esposas, utilizando como justificación la historia bíblica en la que Raquel infértil entregó su sierva a su esposo para que tenga un hijo para ella.
“Cuando Raquel vio que no podía darle hijos a Jacob, tuvo celos de su hermana. Le rogaba a Jacob:—¡Dame hijos o moriré! Entonces Jacob se puso furioso con Raquel.—¿Acaso yo soy Dios? —le dijo—. ¡Él es el que no te ha permitido tener hijos! Entonces Raquel le dijo:—Toma a mi sierva, Bilha, y duerme con ella. Ella dará a luz hijos por mí, y a través de ella yo también podré tener una familia. Entonces Raquel entregó a su sierva Bilha como esposa para Jacob, y él durmió con ella.Bilha quedó embarazada y le dio a Jacob un hijo.” (Génesis 30 1-13).
Para devolver a les humanes al camino de la rectitud, Gilead deshumaniza a sus mujeres y las obliga a vivir en una dictadura dominada por hombres. DeFred es una de estas últimas pocas mujeres fértiles y es convertida a la fuerza en criada, y expuesta a innumerables horrores. Ni siquiera pudo conservar su antiguo nombre, June, ahora se llama DeFred, es decir propiedad de Fred, el hombre al que sirve.
A lo largo de su historia es cosificada, ocasionalmente torturada y, sobre todo, deshumanizada. La sociedad percibe a los hombres como las autoridades gobernantes, mientras que siempre son las mujeres las que están sujetas a estereotipos y leyes culturales obsoletas. Desde pequeñas, se alejan del concepto de independencia y realización personal que las deja subordinadas y sujetas a la superioridad masculina. De manera similar, también es un hecho triste que la sociedad contemporánea limite a las mujeres con “techos de cristal”, impidiéndoles vivir sus sueños y obtener igualdad de oportunidades.
La opresión sistematizada contra las mujeres presentadas en “El Cuento de la Criada” no es parte de una fábula, es real
“El Cuento de la Criada” expone las diversas causas de la opresión de las mujeres en su verdadero sentido, lo que genera una conexión empática con las víctimas y despierta rechazo en contra de los opresores. Tal como lo menciona Moss, llevar la historia de la novela a la pantalla, tenía como propósito destacar problemáticas relevantes como la trata de personas, la mutilación genital, la violación, la esclavitud, el matrimonio infantil y la subrogación forzada, centrándose en cómo impactan en la vida de las mujeres.
Estos asuntos a menudo son desconocidos por el público en general, lo cual demuestra la importancia que tenían para los creadores del programa el sacar a la luz estas cuestiones. La serie retrata a Gilead, una sociedad en la cual se considera ética la violación, se ha institucionalizado la subrogación como una respuesta a la infertilidad, y se establecen acuerdos a nivel nacional para el tráfico de mujeres como sirvientas. En este contexto, las mujeres son esclavizadas y reducidas a meros «stocks reproductivos», ofreciendo a la audiencia una perspectiva poco común y personal de problemas que en su mayoría se mantienen silenciados.
Esta descripción cruda y realista presenta a la audiencia y a los lectores, las causas fundamentales de la opresión de las mujeres, las cuales suelen pasar desapercibidas. Además, arroja luz sobre los actos cotidianos de menosprecio que la mayoría de las mujeres experimentan en algún momento de sus vidas, pero que en general son minimizados por considerarse insignificantes.
«El Cuento de la Criada», muestra a las esposas de los Comandantes como figuras sumisas que, a pesar de sus capacidades, son consideradas inferiores a sus contrapartes masculinas y se les niega participación en decisiones relevantes. Incluso se les veta la entrada a las oficinas de sus esposos. Aunque no todas las mujeres sufren torturas similares a las de las sirvientas, es preocupantemente común el menosprecio.
La novela y su adaptación abordan temas que resultan sumamente pertinentes en la actualidad, ya que muchas de las atrocidades descritas en la trama son lamentablemente una realidad. En paralelo a lo acontecido en Gilead, se puede observar cómo numerosas culturas distorsionan interpretaciones religiosas con el propósito de oprimir a las mujeres. Problemáticas como la trata de personas, los matrimonios infantiles y hasta la explotación de maternidades, encuentran resonancia en la obra.
Ecos de desigualdad: la representación de la superioridad masculina
Aunque «El Cuento de la Criada» tiene lugar en una sociedad dominada por hombres, a través del punto de vista de Defred logra plasmar la superioridad masculina como un prejuicio injustificado y los problemas asociados al patriarcado.
La serie presenta a los hombres como las únicas autoridades que gobiernan Gilead, ocupando posiciones de poder que van desde Comandantes hasta las filas del ejército de los «Guardianes«. Mientras tanto, las mujeres son relegadas a roles desvanecidos y objetivadas como las «Martas«, encargadas de las labores domésticas en las casas, las «Criadas«, quienes prestan su útero para la procreación, incluso si no lo desean, y las «Esposas«, transmitiendo la percepción de que en Gilead las mujeres son inferiores a los hombres. Esta descripción resalta cómo esta sociedad dominada por hombres se esfuerza meticulosamente por sofocar posibles rebeliones por parte de la población femenina para asegurar la continuidad de sus prácticas, lo cual implica la deshumanización de las mujeres.
La visión de Gilead sobre la superioridad intelectual y física de los hombres en relación a las mujeres guarda similitudes con las prácticas implícitas en nuestra propia sociedad. A pesar de los avances en la posición de la mujer, aún persisten estereotipos que la sitúan como inferior a los hombres, limitando sus habilidades a labores administrativas y de gestión. Incluso si las mujeres logran liberarse de las restricciones domésticas y participar en el ámbito laboral, siguen enfrentando la dominación masculina.
En «El Cuento de la Criada», la dominación masculina también se establece como norma. Sin embargo, la perspectiva de Defred sobre Gilead y su patriarcado subraya la falta de fundamentos de la superioridad masculina. A través de sus vivencias, demuestra implícitamente que los hombres no son perfectos y no merecen ser considerados superiores en todos los aspectos.
La narración también muestra las consecuencias de un sistema de toma de decisiones dominado por hombres, lo que resulta en la opresión y deshumanización de las mujeres. En «El Cuento de la Criada», los Comandantes toman decisiones unilaterales, como utilizar mujeres fértiles como «concubinas», sin considerar la perspectiva de las mujeres involucradas. Esto resalta las graves consecuencias de la superioridad masculina y advierte a las mujeres sobre la negación de sus derechos si permiten que la sociedad promueva esta idea. Así, la historia desacredita la superioridad masculina y pone de manifiesto el sufrimiento de las mujeres en una sociedad patriarcal, derribando la noción de desigualdad de género.
Tiempos de resistencia: empoderamiento para hacer frente al patriarcado
«El Cuento de la Criada» resalta el poder de la unidad, la autorrealización y la confianza como respuestas a la opresión. A medida que se tejen numerosos paralelos entre el mundo ficticio de Gilead y nuestra realidad, también se esbozan estas soluciones para abordar la desigualdad de género contemporánea. Desde el momento en que Defred descubre una nota en su guardarropa que la insta a no dejarse aplastar por Gilead, decide encarar su camino hacia la libertad sin permitir que el miedo la detenga.
Defred, quien gana confianza a través de pequeños actos de rebeldía, comprende la relevancia de enfrentar a Gilead en momentos difíciles, confiar en sí misma y seguir sus convicciones. Al unirse al movimiento secreto Mayday en apoyo de los derechos de las mujeres, comienza a manipular las circunstancias para rescatar a su hija y escapar de la opresión de Gilead.
Poco después, cuando la tía Lydia ordena a las criadas apedrear a Janine hasta la muerte, Defred se rehúsa a obedecer, inspirando a otras a rebelarse también. Estos actos evidencian que, cuando la necesidad lo demanda, Defred demuestra ser una mujer valiente capaz de reclamar lo que le corresponde. No obstante, no es la única figura femenina en la serie que anhela romper sus cadenas y exhibir su poder.
En el contexto nacional, donde las mujeres han conquistado el derecho a decidir cuándo ser madres, incluso en medio de los desafíos que ha planteado el avance de posturas conservadoras, como las expresadas por Javier Milei que amenazan la continuidad de esta conquista, se hace evidente la resonancia del mensaje transmitido por «El Cuento de la Criada». Esta historia trasciende fronteras y tiempos para conectarse con la lucha de las mujeres contemporáneas.
Así como las protagonistas de la serie se alzan contra la opresión del régimen de Gilead, las mujeres argentinas también han enfrentado adversidades para asegurar su autonomía y derechos reproductivos. La fuerza y determinación de Defred resuenan en un llamado a la autoafirmación y a la solidaridad femenina en la actualidad. El contexto político y social de Argentina, marcado por debates y tensiones en torno a los derechos de las mujeres, refleja un paralelismo con la resistencia de las mujeres en la serie.
La trama de la historia no solo revela la lucha de las mujeres por la libertad, sino que también incita a las mujeres a no ceder ante las presiones y a mantenerse firmes en su búsqueda de igualdad. Las imágenes de mujeres oprimidas que, a pesar de las circunstancias adversas, logran prevalecer y desafiar la estructura patriarcal, se convierten en un reflejo de la determinación femenina.
En última instancia, la serie sirve como un recordatorio poderoso de la importancia de la unidad y la valentía en la búsqueda de la igualdad de género. En un mundo donde las voces de las mujeres a menudo han sido silenciadas, «El Cuento de la Criada» y las historias de las mujeres que han luchado por sus derechos convergen en un llamado a la acción.