Familiares y personas cercanas a Miguel Bru iniciarán el próximo martes, junto a organizaciones civiles, una jornada para recordar la desaparición del músico y estudiante, sucedida el 17 de agosto de 1993.
En ese marco, a partir de las 19 horas, se llevará a cabo la tradicional vigilia frente a la comisaría novena, situada en las calles 5 y 59 de la ciudad de La Plata.
Crónica de una nueva marcha
La manifestación, que estaba prevista para hoy jueves, se suspendió a causa de las inundaciones sufridas en la localidad bonaerense. En efecto, les organizadores de la clásica marcha decidieron reprogramarla para la próxima semana.
“Nuestros compañerxs están trabajando en este momento para ayudar a las personas damnificadas por el temporal”, informaron en sus redes sociales.
El acto estará a cargo de la Asociación Miguel Bru (AMB), las secretarias de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires y Nación, la Facultad de Periodismo de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), entre otras agrupaciones.
No obstante, la vigilia del próximo martes se extenderá hasta las 2 de la madrugada y será acompañada por una radio abierta, bandas musicales y proyecciones.
En el marco de un nuevo aniversario de su desaparición, ayer se inauguró la muestra fotográfica colectiva “¿Dónde está Miguel?”, cuya presentación tuvo lugar en el espacio para la Memoria ex comisaría 5ta de las Abuelas de Plaza de Mayo de la misma ciudad. El acto de inicio fue coordinado por el amigo personal de Miguel, Jorge Jaunarena.
La muestra, impulsada por la asociación civil y curada por fotoperiodistas, se trata de una serie de imágenes que repasan la niñez y juventud del estudiante. La galería incluye momentos de la lucha en reclamo de justicia, las vigilias y el juicio en el que fueron condenados los policías que torturaron a Miguel hasta la muerte.
Antecedentes de la desaparición
Miguel Bru, de 23 años al momento de su desaparición, cursaba en la Escuela de Periodismo de la UNLP. A pesar de la complicidad del poder judicial y el encubrimiento de fuerzas de seguridad locales, se logró demostrar que Miguel había sido secuestrado por efectivos de la policía bonaerense pertenecientes a la Comisaría 9º.
Los agentes de dicha seccional platense lo torturaron, lo asesinaron y se deshicieron de su cuerpo. Al cabo de tres décadas, el cuerpo del joven permanece desaparecido.
Este violento suceso y su posterior búsqueda puso de manifiesto las prácticas de las fuerzas bonaerenses y se constituyó en un hito inaugural de organización contra la violencia policial.
Previo a estos acontecimientos, el joven músico vivía y ensayaba en una vivienda que fue allanada ilegalmente en dos oportunidades bajo argumentos de ruidos molestos.
En consecuencia, Miguel denunció esas dos intervenciones de la policía en su domicilio y, a partir de ahí, efectivos de la seccional comenzaron a perseguirlo, hostigarlo y amenazarlo de muerte.
Tiempo después, el 17 de agosto de 1993, el estudiante salió de su hogar y nunca más fue visto. Familiares y amigues de Miguel Bru se movilizaron y denunciaron su desaparición en los medios de comunicación, al tiempo que las marchas que exigían por su aparición se volvieron multitudinarias.
El camino de la búsqueda por la verdad
Acorde a lo que consta en el expediente de la investigación del caso, el joven fue secuestrado el 17 de agosto de 1993 en la localidad de Bavio del partido de La Plata.
Peritajes sobre el libro de guardia y declaraciones de detenides permitieron constatar que Bru fue ingresado a esa seccional entre las 19 y 20 horas, donde fue visto mientras era golpeado y torturado hasta su muerte.
La lucha y la búsqueda de Rosa Schoenfeld, madre de Miguel, encontró un freno en la investigación judicial: el juez a cargo de la causa, Amilcar Vara, se resistía a vincular la desaparición del joven con la acción de los policías de la bonaerense sospechados. Años después, el magistrado fue enjuiciado y destituido por encubrimiento de los asesinos de Bru.
Por último, el ex sargento Justo José López y el ex sub comisario Walter Abrigo (muerto en prisión) en 1999, durante un juicio oral y público, fueron condenados a “prisión perpetua, acusados de privación ilegal de la libertad y tortura seguida de muerte”, mientras que el “ex comisario Juan Domingo Ojeda y el oficial Ramón Cerecetto fueron sentenciados por encubrimiento”.