Para comprender plenamente la evolución política y social de Argentina a lo largo de las décadas, es crucial analizar detenidamente el período de elecciones presidenciales que abarca desde 1983 hasta 2019. Estas elecciones no solo marcaron momentos clave en la historia del país, sino que también reflejan el cambiante paisaje político y las aspiraciones de su pueblo.
El retorno a la democracia en 1983 marcó un momento crucial en la historia del país después de un período de gobierno autoritario y represión militar que duró casi una década. El proceso que condujo a las elecciones democráticas estuvo marcado por una serie de eventos y cambios políticos significativos.
Durante la década de 1970, el país experimentó un período de inestabilidad política y violencia social, conocido como la Década Infame, que culminó con un golpe militar en 1976. A partir de entonces, estuvo bajo el gobierno de una Junta Militar encabezada por el general Jorge Rafael Videla. Durante esta época, se llevaron a cabo violaciones generalizadas de los derechos humanos, incluyendo detenciones ilegales, torturas y desapariciones forzadas de opositores políticos.
La difícil situación económica, combinada con la creciente presión internacional y la valiente lucha de los grupos de derechos humanos y las Madres de Plaza de Mayo, generó un clima propicio para el cambio. En 1982, el gobierno militar llevó a cabo la controvertida Guerra de las Malvinas contra el Reino Unido, lo que agravó aún más la crisis y debilitó la legitimidad del régimen.
El retorno a la democracia: Argentina 1983
Finalmente, en 1983, la Junta Militar se vio forzada a convocar a elecciones presidenciales en medio de crecientes protestas y demandas de democratización. El 30 de octubre de aquel año, se celebraron las elecciones generales, presentando a múltiples candidatos en representación de diversos partidos políticos. Este acontecimiento marcó un hito trascendental en la historia de la nación, al simbolizar el retorno a la democracia tras un prolongado período de gobierno militar.
Raúl Alfonsín, representante de la Unión Cívica Radical (UCR), enfocó su campaña en la defensa de los derechos humanos, la justicia social y la consolidación de la democracia. Su enfoque lo catapultó como el favorito de las elecciones y, en última instancia, se alzó con la presidencia. Ítalo Argentino Lúder, candidato del Partido Justicialista (PJ) y vinculado históricamente al peronismo, centró su plataforma en cuestiones económicas y sociales, buscando estabilidad y bienestar para la población. Cabe resaltar la alta participación ciudadana, que superó el 85% del electorado, en un clima de esperanza tras años de represión militar.
En cuanto a los resultados, la fórmula encabezada por Raúl Alfonsín y Víctor Martínez se destacó con un respaldo del 51,75% de los votantes, mientras que Ítalo Lúder alcanzó el 40,6% de los votos. Adicionalmente, aunque hubo varios candidatos de partidos más pequeños, su participación no logró un apoyo significativo. Es importante señalar que tras la victoria de Alfonsín, el gobierno democrático asumió el 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos, en respuesta a la demanda del presidente electo.
Hiperinflación y descontento social: la llegada de Menem al poder
Para entender el contexto de las elecciones de 1989, es importante considerar que Argentina estaba lidiando con problemas económicos y sociales significativos. Durante el gobierno de Alfonsín (1983-1989), el país enfrentó altos niveles de inflación, desempleo y una creciente deuda externa.
Carlos Menem, candidato peronista del Frente Justicialista de Unidad Popular (FREJUPO), resultó elegido, venciendo a Eduardo Angeloz, el candidato oficialista. Menem asumió el cargo cinco meses antes debido a la renuncia de Alfonsín, causada por la crisis hiperinflacionaria en el país.
Después de la restauración democrática, Alfonsín logró una amplia victoria en las elecciones presidenciales. Sin embargo, debido a la victoria del PJ en varias provincias, el peronismo obtuvo el control del Senado y gobernó en la mitad de los distritos. Heredando un legado difícil de sus predecesores militares, el mandato de Alfonsín se definió principalmente por la deuda externa que dejó atrás la última dictadura argentina.
La economía comenzó a deteriorarse, lo que provocó una disminución en el apoyo popular al gobierno radical. A finales de 1986, se aprobó la Ley de Punto Final, estableciendo límites para las denuncias en los juicios por violaciones a los derechos humanos cometidas durante la dictadura, lo cual fue impopular entre la población y provocó manifestaciones en contra, encabezadas por organizaciones de derechos humanos como Madres de Plaza de Mayo y Abuelas de Plaza de Mayo, así como pequeños partidos de izquierda. La condena internacional a la ley también afectó negativamente al gobierno.
En 1987, se produjo un levantamiento de militares descontentos con los juicios, conocidos como Carapintadas y liderados por el teniente coronel Aldo Rico. Aunque tenían poco apoyo popular, aprovecharon la crisis interna del gobierno de Alfonsín. Sin embargo, la respuesta popular y política detuvo la rebelión. Los principales partidos políticos firmaron el Acta de Compromiso Democrático, condenando la revuelta. A pesar de esto, la popularidad del radicalismo se vio afectada por problemas económicos.
Frente a la oposición militar a los juicios y una hiperinflación, el gobierno de Alfonsín adelantó las elecciones generales de mayo de 1989. Carlos Menem ganó en la mayoría de los distritos, mientras que Angeloz triunfó en Capital Federal, Chubut, Córdoba y Salta.
La fórmula Carlos Menem-Eduardo Duhalde se quedó con el 47,49% de los votos. Derrotó así a la fórmula radical de Eduardo Angeloz y Juan Manuel Casella, que obtuvo el 32,5% de los votos.
La reforma constitucional introdujo modificaciones en las normas electorales
La reforma de la Constitución de la Nación Argentina en 1994 marcó un hito al modificar significativamente la carta magna del país, introduciendo nuevos derechos e instituciones y otorgando una legitimidad crucial al texto constitucional.
Entre las diversas modificaciones, se alteró la composición del Senado, se acortaron los mandatos presidenciales y senatoriales, se eliminó la elección indirecta del presidente y se introdujo el sistema de balotaje. La Convención Constituyente tuvo lugar en las ciudades de Santa Fe y Paraná, y el juramento de las autoridades nacionales y los convencionales se realizó el 24 de agosto de 1994 en el Palacio San José en la provincia de Entre Ríos.
La reforma tuvo un profundo impacto en las normas electorales, introduciendo las siguientes reglas para las autoridades nacionales:
- Se instituyó el sufragio universal, igual, secreto y obligatorio.
- Se eliminaron los sistemas de elección indirecta que previamente existían para el presidente, vicepresidente y senadores, estableciendo que todas las elecciones deben ser por voto directo. Este cambio fortaleció la voz de las provincias más grandes en las elecciones presidenciales.
- Para la elección del presidente y vicepresidente, se introdujo un sistema de balotaje atenuado entre las dos fórmulas más votadas. El balotaje se aplica si la fórmula más votada en la primera vuelta no alcanza el 45% de los votos o si obtiene al menos el 40% con una ventaja de diez puntos porcentuales sobre la segunda fórmula.
- Se añadió un tercer senador para la lista que obtenga el segundo lugar en las elecciones.
- Se redujo el mandato de los senadores de nueve a seis años.
- El mandato del presidente y vicepresidente se acortó de seis a cuatro años, con la condición de que, para nuevas reelecciones, deban transcurrir al menos un período si ya han sido reelegidos o se han sucedido mutuamente.
La reelección del riojano
Durante la segunda presidencia de Carlos Menem en Argentina (1995-1999), varios factores contribuyeron a su reelección. En primer lugar, su primer mandato se caracterizó por políticas económicas de corte neoliberal que lograron estabilizar la inflación y promover el crecimiento económico aparente. Además, Menem era conocido por su carisma y habilidad para conectar con las masas, lo que le permitió construir una base de apoyo sólida.
El Partido Justicialista experimentó una transformación bajo su liderazgo, consolidando su maquinaria política y brindándole una estructura para su campaña de reelección. La reforma constitucional de 1994, impulsada por Menem, habilitó la reelección presidencial y abrió el camino para su segundo mandato.
La falta de unidad en la oposición también jugó a favor de Menem, ya que no lograron unirse en torno a un candidato fuerte. Durante su primer mandato, Menem implementó diversas reformas y proyectos de infraestructura que resonaron en ciertos sectores de la población y fueron destacados en su campaña de reelección como prueba de su capacidad de gestión.
El corto y caótico gobierno de la Alianza
En el año 1999, Argentina presenció unas elecciones presidenciales que marcaron un cambio en el liderazgo político del país. Fernando de la Rúa, quien se postuló como candidato de la coalición política conocida como La Alianza, una unión entre la UCR y el Frente País Solidario (FREPASO), fue electo como el nuevo presidente de la nación. Este triunfo significó la derrota del candidato oficialista Eduardo Duhalde, respaldado por la Concertación Justicialista, una alianza conformada por el PJ, la Unión del Centro Democrático, liderada por Álvaro Alsogaray, el Movimiento por la Dignidad y la Independencia, encabezado por Aldo Rico y el
Partido Conservador Popular.
En este contexto electoral, también destacó la figura de Domingo Cavallo, peronista y exministro de Economía durante la presidencia de Menem. Cavallo se presentó bajo la bandera del partido Acción por la República.
La participación ciudadana fue significativa, alcanzando un 82.32% del electorado. Sin embargo, estos comicios no solo estuvieron marcados por la elección de un nuevo líder, sino también por el trasfondo económico que planteaba desafíos cruciales.
El país había experimentado previamente un período de estabilidad económica y modernización gracias al Plan de Convertibilidad. Este plan había demostrado su resiliencia frente a las crisis financieras globales. Sin embargo, el desempleo, que ya venía en aumento debido a una ola de importaciones y ganancias de productividad desde la década de 1990, se había incrementado en un 15% desde 1995. Estos desafíos económicos también se tradujeron en un aumento de la delincuencia y en un declive en la popularidad del PJ, cuyo enfoque populista liderado por Menem había perdido fuerza.
La creación de la Alianza fue un hito en este proceso político. Liderada por Raúl Alfonsín, expresidente y líder de la UCR, esta coalición con el tradicional bipartidismo entre el PJ y la UCR. En las elecciones legislativas de 1997, la Alianza logró una victoria sólida, obteniendo la mayoría de las bancas en juego y arrebatando al PJ la mayoría absoluta, aunque este último continuó siendo la primera minoría.
La elección primaria abierta realizada a finales de 1998 consolidó la candidatura de Fernando de la Rúa como líder de la Alianza. Carlos Chacho Álvarez, figura prominente del FREPASO, se unió como candidato a vicepresidente, equilibrando la fórmula con su enfoque centroizquierdista. Álvarez, un antiguo peronista que se había distanciado de las reformas liberales de Menem, contrarrestó la imagen más conservadora de De la Rúa, quien provenía del espectro centroderecha.
El PJ enfrentó dificultades mientras la economía entraba nuevamente en recesión a fines de 1998. La imagen de Menem se deterioró al insinuar su intención de buscar un tercer mandato presidencial, una acción prohibida por la Constitución Nacional. Aunque no logró obtener la aprobación del Congreso para sus planes, Menem prometió regresar y presentarse nuevamente en 2003.
Las elecciones tuvieron lugar el 24 de octubre, resultando en la victoria con un amplio margen de Fernando de la Rúa, que obtuvo el 48,37% de los votos. En el segundo puesto se ubicó Eduardo Duhalde con un 38,28%, seguido por Cavallo en el tercer puesto, con el 10,22% de los votos.
Diciembre de 2001
La crisis de diciembre de 2001 marcó un momento crucial en la historia contemporánea de Argentina. Originada por una masiva revuelta popular, abarcó lo político, económico, social e institucional, culminando en la dimisión del presidente Fernando de la Rúa. Este evento inauguró una etapa de aguda inestabilidad política, en la que cinco líderes asumieron la Presidencia en cuestión de días.
El desencadenante fue la implementación del Corralito el 2 de diciembre de 2001, medida gubernamental que limitó drásticamente la retirada de efectivo de los bancos. Diseñada por el ministro de Economía, Domingo Cavallo, esta acción impactó especialmente en las clases bajas y medias, generando descontento generalizado. Las protestas y disturbios se extendieron por todo el país, con saqueos y bloqueos de calles en diversas ciudades.
La situación alcanzó su punto crítico el 19 de diciembre de 2001, cuando el presidente Fernando de la Rúa decretó el Estado de sitio en un intento por sofocar la creciente agitación. Sin embargo, esto desencadenó una agitación aún más intensa, llevando a multitudes a las calles en rechazo al gobierno y los representantes políticos. La respuesta gubernamental resultó en una trágica pérdida de vidas. La presión popular llegó a su cúspide cuando, el 20 de diciembre a las 19:37, Fernando de la Rúa renunció a la presidencia, abandonando la Casa Rosada en helicóptero.
Los días posteriores a su renuncia estuvieron marcados por una gran inestabilidad institucional, dando lugar a la sucesión rápida de varios presidentes. Adolfo Rodríguez Saá, su sucesor inmediato, también dimitió después de sólo doce días en el cargo, sumiendo a Argentina en mayor incertidumbre.
La era del Pingüino: primera presidencia K
Después de la crisis económica, social y política que impactó a Argentina en diciembre de 2001 y la renuncia de de la Rúa, la Alianza se disolvió instantáneamente. Su partido, la UCR, sufrió graves daños debido a la política económica llevada a cabo por el presidente. La Asamblea Legislativa, dominada por el PJ, designó a Eduardo Duhalde como Presidente interino. En las elecciones de 2003, se perfilaba como claro favorito el justicialismo, en gran parte debido a la falta de una oposición coherente.
La UCR, que se había fragmentado en tres facciones y tenía una popularidad históricamente baja, presentó la candidatura de Leopoldo Moreau, con Mario Losada como compañero de fórmula. En respuesta, el PJ también se dividió y presentó tres candidatos: Carlos Menem, quien buscaba un tercer mandato, Néstor Kirchner, Gobernador de Santa Cruz, y Adolfo Rodríguez Saá, quien ya había sido Presidente interino. Aunque pertenecían al mismo partido, se presentaron con distintas coaliciones. Otros candidatos incluyeron a Elisa Carrió, con su Alianza Afirmación por una República Igualitaria, y Ricardo López Murphy, del movimiento Recrear para el Crecimiento.
Las elecciones originalmente estaban programadas para el 26 de octubre, con el interinato de Duhalde finalizando el 10 de diciembre de 2003, coincidiendo con el fin del mandato de De la Rúa. Sin embargo, la situación política seguía siendo complicada. En enero de 2002, el Senado aprobó una ley de devaluación del peso argentino para mejorar la competitividad. Aunque esto agudizó la crisis inicialmente, el país enfrentó protestas, cacerolazos y disturbios, junto con represión policial. La masacre de Avellaneda el 26 de junio de 2002 dejó en entredicho la administración de Duhalde.
Elecciones de 2003: el balotaje que no fue
Como resultado, las elecciones presidenciales se adelantaron al 27 de abril de 2003, con balotaje programado para el 18 de mayo y traspaso de mando el 25 de mayo. En estas elecciones, Menem consiguió el 24,45% de los votos, seguido por Kirchner con el 22,25%. López Murphy obtuvo el 16,37%, Rodríguez Saá el 14,11% y Carrió el 14,05%.
Dado que ningún candidato alcanzó el 45% de los votos ni el 40% con una diferencia superior a diez puntos sobre el segundo, tanto Menem como Kirchner avanzaron a una segunda vuelta programada para el 18 de mayo de ese año. Sin embargo, a tan solo cuatro días de las elecciones y con las encuestas pronosticando una contundente derrota para el ex presidente riojano, este anunció su retiro de la contienda electoral. Ante esta situación, Kirchner fue declarado presidente electo y finalmente asumió el cargo el 25 de mayo de dicho año.
Primera presidencia de Cristina
Néstor Kirchner asumió la presidencia de Argentina en 2003 en un momento de aguda crisis económica y social. La nación se encontraba sumida en recesión, alta inflación y desempleo, consecuencias de la crisis financiera y la deuda externa. En este complejo escenario, Kirchner se enfrentó al desafío de estabilizar la economía y sentar las bases para el crecimiento.
Una de las primeras medidas significativas de su gobierno fue la reconfiguración de la Corte Suprema de Justicia. Esta decisión le otorgó un mayor control sobre el sistema judicial y fortaleció su posición ejecutiva. Simultáneamente, implementó políticas económicas orientadas hacia la reactivación. Renegoció la deuda con acreedores internacionales y canalizó sus esfuerzos hacia el mercado interno, buscando estimular la demanda y la inversión.
En el ámbito internacional, adoptó una postura crítica hacia las políticas neoliberales y forjó lazos estrechos con líderes progresistas de América Latina. Esta estrategia le permitió proyectar una imagen de compromiso con la equidad y el desarrollo regional.
A lo largo de su mandato, mantuvo un sólido respaldo popular, en parte debido a las mejoras económicas y sociales logradas durante su presidencia. Sin embargo, también enfrentó una creciente polarización política, con sectores que lo apoyaban fervientemente y otros que lo criticaban con firmeza.
En este contexto, la decisión de Kirchner de no buscar la reelección en 2007 tomó por sorpresa a muchos. Su elección de respaldar la candidatura presidencial de su esposa, Cristina Fernández de Kirchner, marcó una transición significativa en la política argentina. Esta decisión podría haber estado influenciada por su deseo de consolidar su legado, mantener la estabilidad política y asegurar la continuidad de su proyecto político a través de su sucesora.
Acompañada por el vicepresidente radical Julio Cobos, Cristina logró prevalecer sobre Elisa Carrió de la Coalición Cívica. El liderazgo del kirchnerismo, inicialmente bajo Néstor Kirchner y posteriormente continuado por Cristina Fernández de Kirchner, se centró en consolidar la administración y enfrentar los múltiples desafíos que enfrentaba la nación.
Uno de los aspectos más notables de estas elecciones fue que marcaron un hito histórico tanto a nivel nacional como internacional. Por un lado, representaron la primera vez que una mujer accedía a la presidencia en Argentina, destacando la creciente importancia de la representación femenina en la política del país. Además, este evento se convirtió en un ejemplo global al ser la primera ocasión en que las dos candidatas más votadas en una elección presidencial eran mujeres, resaltando un avance en la participación política de las mujeres a nivel mundial.
En cuanto a los resultados, Fernández de Kirchner prevaleció en la mayoría de los distritos electorales, consolidando su apoyo en 21 de los 24 distritos, mientras que otros candidatos como Lavagna, Carrió y Rodríguez Saá también obtuvieron victorias en algunos lugares clave. La elección de 2007 se llevó a cabo el 28 de octubre, y la fórmula de Fernández de Kirchner y Cobos, ganó con el 45.28% de los votos. Carrió-Giustiniani de la Coalición Cívica obtuvieron el 23.04% de los votos, seguidos por Lavagna-Morales de la Alianza Concertación-Una Nación Avanzada (UNA) con el 16.91% de los votos.
2009 llega con una novedad en los comicios: Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias
Las PASO, Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatoria, son elecciones primarias que se realizan antes de las elecciones generales para determinar qué candidatos participarán en las elecciones definitivas. Fueron implementadas en 2009 a través de la Ley de Democratización de la Representación Política, la Transparencia y la Equidad Electoral (Ley 26.571). Estas elecciones permiten a los partidos políticos y alianzas presentar sus precandidatos para los cargos de presidente, gobernador, intendente, legisladores y otros cargos electivos.
Las PASO son organizadas por la Justicia Electoral y administradas por la Dirección Nacional Electoral (DINE), dependiente del Ministerio del Interior. Estas elecciones buscan garantizar una mayor transparencia en el proceso electoral y brindar a los ciudadanos la oportunidad de participar en la selección de candidatos.
El segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner
La primera presidencia de Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, que abarcó desde 2007 hasta 2011, se desarrolló en un contexto histórico complejo y dinámico que dejó una marca significativa en su gobierno y posterior victoria en las elecciones de 2011.
Cristina Fernández asumió el cargo después de su esposo, Néstor Kirchner, quien había establecido políticas económicas y sociales para reactivar la economía y reducir la desigualdad. Esto le proporcionó una base sólida de apoyo entre aquellos que esperaban una continuidad en las políticas.
Durante los primeros años de su mandato, Argentina experimentó un período de crecimiento económico sostenido, impulsado por altos precios de las materias primas y una demanda global en aumento. Este crecimiento contribuyó a mejorar las condiciones económicas y reducir la pobreza en el país.
Fernández implementó políticas sociales destinadas a mejorar la situación de los sectores más vulnerables de la sociedad. Programas como la Asignación Universal por Hijo y la expansión de la cobertura de la seguridad social generaron un amplio respaldo popular.
Su gobierno continuó fortaleciendo el papel del Estado en la economía, con la nacionalización de empresas estratégicas como Aerolíneas Argentinas. Estas medidas resonaron entre aquellos que buscaban un mayor control gubernamental sobre los recursos y la industria.
A nivel internacional, el gobierno de Fernández buscó establecer alianzas con líderes progresistas en América Latina, como Hugo Chávez de Venezuela y Luiz Inácio Lula da Silva de Brasil. Esto fortaleció su respaldo regional y desafió la influencia de las políticas neoliberales.
Este contexto histórico influyó en su victoria en las elecciones de 2011 de diversas formas. El crecimiento económico continuado, las políticas sociales efectivas y su conexión con el legado de Néstor Kirchner consolidaron su imagen como líder capaz de garantizar estabilidad y progreso. A pesar de la polarización política, logró mantener el apoyo de su base de seguidores leales. Además, la fragmentación de la oposición y la falta de una alternativa unificada también contribuyeron a su éxito en las elecciones.
Tras la muerte de Néstor Kirchner en 2010, Cristina Fernández de Kirchner se postuló para la reelección, esta vez acompañada por Amado Boudou, fórmula que se impuso en primera vuelta en las elecciones que se celebraron el 23 de octubre de ese año, con el 54,11% de los votos, seguida por el binomio del Frente Amplio Progresista, integrado por Hermes Binner y Norma Morandini, que obtuvo el 16,81%; y la fórmula integrada por Ricardo Alfonsín y Javier González Fraga por la Unión para el Desarrollo Social, que logró el 11,14%.
Este acontecimiento marcó el tercer mandato consecutivo del kirchnerismo en la presidencia y se convirtió en el único caso de un partido completando tres mandatos consecutivos en la historia democrática argentina, bajo sufragio secreto y obligatorio. La participación electoral fue significativa, con el 79.39% del electorado emitiendo su voto. Cristina Fernández de Kirchner también hizo historia al convertirse en la primera mujer reelegida como presidenta en América. Su porcentaje de votos fue el más alto desde el regreso a la democracia en 1983, y su ventaja sobre el segundo candidato fue la segunda más grande en la historia, superando a Marcelo T. de Alvear en 1922, aunque quedando ligeramente por debajo de la victoria de Juan Domingo Perón en 1973.
Elecciones 2015: Macri llega al Sillón de Rivadavia
Durante el segundo mandato de Fernández de Kirchner como presidenta de Argentina (2011-2015), el país experimentó una serie de acontecimientos que sentaron las bases para la elección de Mauricio Macri como presidente en 2015. Este período estuvo marcado por desafíos económicos y políticos significativos.
En el ámbito económico, Argentina enfrentó una elevada inflación, un estancamiento económico y problemas fiscales. La tasa de inflación durante este período superó consistentemente los objetivos gubernamentales y erosionó el poder adquisitivo de la población. Además, se implementaron políticas de control de divisas y restricciones a la importación en un intento de proteger la economía y las reservas internacionales. Sin embargo, estas medidas también generaron críticas y preocupaciones en los sectores empresariales y económicos.
La crisis de la deuda también desempeñó un papel importante en la dinámica política y económica. Argentina se enfrentó a un prolongado conflicto legal con los «fondos buitre«, acreedores que no habían aceptado las reestructuraciones de la deuda después de la crisis financiera de 2001. En 2014, el país entró en un default parcial debido a la falta de acuerdo con estos fondos, lo que generó incertidumbre financiera y debilitó la confianza en la economía argentina.
El período estuvo caracterizado por una creciente polarización política y movilizaciones populares. Hubo manifestaciones tanto a favor como en contra del gobierno, lo que exacerbó la división en la sociedad argentina. Además, se presentaron cuestionamientos sobre la gestión gubernamental en áreas como la transparencia, la corrupción y la libertad de prensa, lo que generó debates y controversias en la sociedad.
Tras doce años de gobiernos kirchneristas, algunos sectores de la población expresaron un deseo de cambio y renovación política. Estos factores, junto con los desafíos económicos y políticos mencionados anteriormente, sentaron las bases para las elecciones presidenciales de 2015.
Primera vuelta y balotaje 2015
Después de las primarias abiertas simultáneas y obligatorias (PASO) llevadas a cabo el 9 de agosto, las elecciones primarias se realizaron el 25 de octubre. La fórmula del Frente para la Victoria, encabezada por Daniel Scioli y Carlos Zannini, obtuvo el 37,08% de los votos, mientras que el binomio de Cambiemos (PRO-UCR-Coalición Cívica), conformado por Mauricio Macri y Gabriela Michetti, logró el 34,15%. Le siguió Sergio Massa-Gustavo Sáenz por Unidos por una Nueva Alternativa, con el 21,39% de los votos.
La segunda vuelta tuvo lugar el 22 de noviembre, resultando en el triunfo de la fórmula más votada, Macri-Michetti, con el 51,34%, mientras que Scioli-Zannini alcanzó el 48,6%.
Elecciones 2019
En 2019, Cristina Fernández de Kirchner regresó a la arena política, esta vez asumiendo el rol de vicepresidenta y respaldando a quien propuso como su candidato presidencial, Alberto Fernández. Juntos, lograron un triunfo en las elecciones en Argentina al liderar la coalición política Frente de Todos, que reunió a diversos partidos peronistas y progresistas. Esta victoria estuvo influenciada por varios factores, entre los cuales se destaca el descontento generalizado debido a la situación económica durante el gobierno anterior de Mauricio Macri (2015-2019).
Bajo la administración Macri, Argentina se enfrentó a una serie de desafíos económicos que incluyeron una alta inflación, la devaluación de la moneda y un creciente endeudamiento externo. Estos problemas económicos generaron insatisfacción entre los votantes y contribuyeron al deseo de cambio expresado en las urnas.
Las políticas de austeridad y reformas económicas implementadas por el gobierno de Macri también desencadenaron protestas y descontento en diversos sectores de la sociedad. La coalición gobernante Cambiemos tuvo dificultades para mantener la cohesión debido a tensiones internas y presiones económicas.
Entre 2015 y 2019, Argentina vivió una serie de conflictos y acontecimientos relevantes. Hubo numerosas protestas, huelgas y manifestaciones en respuesta a las políticas económicas de Macri, incluida la controvertida reforma previsional y los recortes en programas sociales.
Otro tema de conflicto importante fue el debate sobre la legalización del aborto en 2018. Esta cuestión generó divisiones tanto en la sociedad como en la política argentina y se convirtió en un tema candente de discusión. La crisis económica continuó siendo un tema central, con desafíos persistentes como la alta inflación y la solicitud de un préstamo al Fondo Monetario Internacional (FMI) para enfrentar la crisis financiera.
A pesar de contar con críticos, Cristina Fernández de Kirchner mantuvo una base sólida de seguidores, especialmente entre los sectores populares. Esta base de apoyo influyó en los resultados electorales y en la consolidación de la victoria de la coalición Frente de Todos.
En las elecciones presidenciales de 2019 en Argentina, Alberto Fernández emergió como presidente electo en la primera vuelta. Su victoria fue sobre el entonces presidente Mauricio Macri, quien buscaba la reelección. Este evento marcó un punto de inflexión, ya que Macri se convirtió en el único presidente argentino en no lograr la reelección inmediata después de buscarla. La participación electoral alcanzó el 81.31%.
La fórmula Fernández-Fernández consiguió el 48,24% de los votos, mientras que Mauricio Macri quedó en segundo lugar con el 40,28%.
Este resultado resaltó la consolidación de la polarización política en Argentina en dos grandes coaliciones: el peronismo y el radicalismo. Esto evocó la estructura bipartidista previa a la crisis de 2001, aunque con las influencias posteriores del kirchnerismo y el macrismo. La elección fue la segunda más polarizada desde el inicio del período democrático en 1983, superada únicamente por la elección de ese mismo año. Alberto Fernández y Mauricio Macri obtuvieron juntos el 88,52% de los votos positivos. De los seis principales candidatos de las tres fórmulas más votadas, cinco eran peronistas y ninguna de ellas incluía a un candidato radical.