El pasado lunes, el Jardín Comunitario N°2 “Arrorró” sufrió un incendio y lo perdió todo. Al enterarse de la noticia, los internos de la Unidad 31 del Servicio Penitenciario Bonaerense, ubicada en Florencio Varela, pusieron manos a la obra en el taller de carpintería del penal y realizaron muebles para el jardín. Tras contactarse con las autoridades del establecimiento, el 20 de julio se llevó adelante la donación.
Para conocer más detalles de la movida solidaria, Nota al Pie dialogó con Santiago, coordinador del taller de carpintería que funciona en uno de los pabellones de la unidad penitenciaria.
Cómo nació la solidaridad del taller de la Unidad 31
Cuando escucharon lo sucedido no dudaron en contactar al jardín de infantes para donar lo que habían producido, explicó el entrevistado. En esa línea, comentó que desde el taller estaban trabajando, como cada año, para el Día de la Niñez. Dicho espacio funciona junto a otros de tapicería, marroquinería y braille, y es parte del proceso de reinserción social de los reclusos.
Por su parte, el Jardín Comunitario mencionó a este medio que el contacto fue posible “gracias a que los padres hicieron una difusión muy grande del hecho”.
Sin embargo, no es la primera vez que realizan donaciones de este tipo, gracias al contacto que realiza el Patronato de Liberados Bonaerense. Es así que, el pasado 30 de junio, el Centro de Desarrollo Infantil “Padre Bachi” recibió mesas y sillas realizadas también en el taller.
Los inicios del taller
Santiago es integrante del pabellón de Cultura y Deporte, donde funcionan una escuela de boxeo, y equipos de fútbol y rugby. “Por la parte de Cultura tenemos distintos talleres capacitadores”, explicó. En cuanto a la carpintería, agregó que hace casi 5 años que se realizan donaciones gracias al mismo.
A su vez, contó que en sus inicios el taller estuvo coordinado por Gabriel, un compañero que en la actualidad se encuentra en libertad. “Empezamos armando sillas, mesas, bancos”, recordó, y añadió que “armamos el lugar de visita, donde nosotros recibimos a nuestros familiares”.
Desde ahí todo empezó a crecer: Cada vez había más herramientas, materiales, más gente dispuesta a ayudar. Según la experiencia de Santiago, la llegada de la maquinaria sirvió mucho: “Gracias a esas máquinas nos fuimos nutriendo un poco más hasta que perfeccionamos el trabajo que hacemos”, comentó.
Estos talleres, que funcionan en un espacio dentro del pabellón, son coordinados por cinco personas. Cabe resaltar que, a la hora de trabajar en las donaciones, colaboran todos los internos.
Sin embargo, los prejuicios de la sociedad a veces opacan estas historias. En referencia a ello, Santiago sostuvo: “Es un pabellón donde ya no existe la violencia, donde nosotros pensamos diferente”. “Queremos mostrar o hacerle saber al afuera que estamos arrepentidos”, expresó.
Gracias al trabajo realizado, cada interno puede elegir qué actividad quiere realizar. Muchos eligen el deporte como salida, pero hay otros que eligen la guitarra, el canto y la danza.
“Es un lugar donde vivimos todos de distinta manera pero vamos todo para el mismo lado: ir por este camino que es lo que nos va a ayudar a ser mejores personas”, concluyó Santiago.
El incendio del Jardín Comunitario
El pasado lunes 17 de julio, una falla eléctrica ocasionó el fuego en la cocina del lugar. Debido a los materiales inflamables del sector, las llamas consumieron toda la planta alta en los cuarenta minutos que los bomberos tardaron en llegar. En ese espacio funcionaba la Dirección y las salas para niñes de 4 y 5 años. Del mismo modo, la planta baja también tuvo importantes daños, ya que sus pisos de goma y paredes aislantes quedaron estropeados por el agua.
Este jardín pertenece a la Fundación de Organización Comunitaria (FOC) de Lomas de Zamora. Ubicado en Anchoris al 4500, en el barrio San José de Temperley, estarán de lunes a viernes recibiendo todo tipo de ayuda.
Sin embargo, una vez que tuvieron la donación del taller de carpintería, la red solidaria continuó. “Un vecino se ofreció a ayudar. Dijo que él no tenía mucho para ofrecer, pero que disponía de tiempo y movilidad”, comentaron desde el Centro.
Ahora, necesitan reconstruir el piso del parque, debido a que el agua utilizada para apagar las llamas lo arruinó. Por eso, desde la comunidad educativa piden donaciones de cal, cemento y arena. “El parque es lo que más se transita y donde disfrutan. Es el punto de encuentro de todas las salas”, sostuvieron.