La Federación de Rusia anunció este sábado la suspensión de su participación en el acuerdo que permite a Ucrania exportar cereales por el Puerto de Odessa, ubicado en la cuenca del Mar Negro.
El acuerdo, suscrito en 2022, buscaba destrabar la exportación de esta materia prima a través del puerto que tiene una capacidad de tráfico anual total de 40 millones de toneladas.
De esta manera, el Kremlin plantea que la Unión Europea (UE) violó los términos establecidos en conjunto con la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Bruselas considera que la acción de Moscú podría desencadenar una crisis global alimentaria, mientras que Turquía, integrante del acuerdo, miembro de la OTAN y de buen diálogo con Rusia, no se posicionó al respecto.
Fin del acuerdo de exportación de granos
El 22 de julio de 2022 el Secretario General de la ONU, António Guterres, y el presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, firmaron en Estambul la iniciativa de granos del Mar Negro. Dicho acuerdo se propuso con el fin de destrabar la exportación de granos y fertilizantes rusos y ucranianos a través del Puerto de Odesa al resto del mundo.
En febrero del mismo año, a partir del inicio de la Operación Militar Especial, los puertos ucranianos se encontraban bloqueados por la flota rusa por motivos bélicos. Sin embargo, la interrupción de la cadena de suministros de los granos y los fertilizantes para cultivos y suelos impactó de forma negativa en el comercio de estos bienes en el resto del mundo, comprometiendo la seguridad alimentaria.
Para Ucrania significó la oportunidad de incrementar las exportaciones. En tanto, para Rusia, la garantía de corredores seguros para que los buques cargueros ingresen y egresen sin ser atacados.
“Este es un acuerdo para el mundo”, celebró en aquel entonces el secretario de Naciones Unidas, quien reconoció el rol de Erdoğan para acercar las posiciones de funcionarios de ambas naciones.
Sin embargo, Rusia ha renegado del funcionamiento ya que las propias naciones más pobres del mundo denunciaron que no llegaron los cereales. Efectivamente, los cereales fueron vendidos a países de altos y medianos ingresos de Europa, al igual que Turquía y China, eventualmente para comprar armas.
Además, las sanciones para los bienes rusos tampoco se aliviaron. Aún así, el detonante que motivó el retiro de Moscú del acuerdo fue el bombardeo al Puente de Crimea, la infraestructura marítima que une la península con la Rusia continental.
Al día siguiente, Kiev denunció ataques al propio Puerto de Odesa, elemento central de la iniciativa. António Guterres y el alto comisionado Josep Borrell repudiaron el movimiento del Kremlin. Úrsula Von der Leyen, jefa de la Comisión Europea, consideró su retiro una acción “cínica”.
En paralelo, la Casa Blanca instó a Rusia a “revertir de inmediato su decisión”, mientras que el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Dimitri Peskov, planteó que el acuerdo se desarrolló contrario a “los objetivos humanitarios declarados”.
Dos esquemas, un conflicto de intereses
El recrudecimiento del conflicto por el retiro de Rusia del acuerdo pone de relieve una confrontación internacional de escala geopolítica: el del Unipolarismo Financiero con representación en la OTAN y el del Multipolarismo Pluriversal con respaldo en los BRICS.
En efecto, el enfrentamiento militar que se desarrolla en Ucrania desde febrero de 2022 es la superficie de un conflicto más profundo y estructural. Por un lado, el esquema unipolar pretende prolongar la situación bélica para desgastar a Rusia y sus aliados regionales nucleados en la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS).
A su vez, profundizar la transferencia de recursos de la economía de bienes y servicios a la de la especulación y la industria de las armas, promovida por fondos de inversión financieros como Blackrock y Vanguard y complejos militares como el del Pentágono en Estados Unidos.
En última instancia, el objetivo estratégico es desconectar en términos geopolíticos a Europa del proyecto multipolar. Por otro lado, la multipolaridad concentra esfuerzos para impedir el avance y el despliegue de la Organización para el Tratado del Atlántico Norte al Este de Europa.
La eventual articulación política de la OTAN con diferentes naciones y espacios regionales (como la Unión Europea) es un problema estratégico para el esquema con asiento en la región euroasiática.
Asimismo, necesita detener la situación bélica ya que compromete el desarrollo de las fuerzas productivas y el comercio internacional, factor que fortalece al Multipolarismo y sus propuestas como la Iniciativa de la Ruta y la Franja, por ejemplo. En este sentido, la coincidencia de los miembros del BRICS para construir una salida pacífica en Ucrania es una urgencia.
Antecedentes de una larga tensión
El acuerdo de granos no es el primer desencuentro diplomático entre Kiev y Moscú. En efecto, hay una larga lista de antecedentes que han frustrado cualquier intento de negociación en el plano político y elevado los grados de confrontación.
Antes del inicio del enfrentamiento militar, Ucrania ya tensaba el vínculo con Rusia al desconectar a Crimea de la red de agua potable que se dispersaba a partir de Kiev, afectando a la población pro-rusa.
Y al igual que esta semana, en octubre ya había sucedido un bombardeo al mismo puente, infraestructura crítica para la capacidad logística de Rusia. En esa misma línea, se puede rastrear el sabotaje al gasoducto Nord Stream 2 mediante el cual la empresa estatal Gazprom le bombeaba gas a Alemania.
Luego de un intenso ejercicio político de lobby en su contra, el periodista nortemaericano Seymour Hersh comprobó que Noruega fue el autor material del atentado en coordinación política con la OTAN.
A propósito, en el marco de la Iniciativa 3 Mares que reúne a varias naciones del Este de Europa, Polonia y Croacia avanzaron en el desarrollo del Gasoducto Báltico, una clara alternativa al proyecto ruso.
Turquía, el factor problemático
Entre tantas declaraciones cruzadas, el artífice del acuerdo, Turquía, aún no se ha pronunciado al respecto. Claro beneficiado con la exportación de cereales ucranianos, el país que conduce Erdoğan se mantiene al margen de la controversia.
El retiro de Rusia de la iniciativa se resolvió a horas de la finalización de una nueva Cumbre de la OTAN celebrada en Lituania. Con el beneplácito de Ankara, finalmente Suecia y Finlandia fueron incorporadas a la organización militar más colosal del planeta, que entre otras definiciones planteó el piso de presupuesto de Defensa de sus miembros al 2% del PBI.
El levantamiento del veto turco fue negociado con los altos mandos de la OTAN a cambio de la importación de los cazas F-16 provenientes de Estados Unidos para fortalecer su aparato militar.
Turquía utilizó la táctica de incorporar a los estados nórdicos para que la Unión Europea lo integrase a su espacio, situación que finalmente no sucedió, un claro revés para la política exterior de Erdoğan.
Por ende, no es aventurado plantear que el silencio de la diplomacia de Ankara ante el abrupto retiro ruso tenga como objetivo golpear los intereses de Naciones Unidas en Ucrania.
Turquía, el miembro de la OTAN que en los últimos meses ha construído acuerdos de seguridad con Rusia, Irán y Siria, vuelve a ser protagonista de un evento controversial.