En la ciudad de Ituzaingó, en la Zona Oeste del Gran Buenos Aires, se encuentra el mercado cooperativo El Mistol. La calle José María Paz al 1610, una de las más transitadas del municipio, es el escenario de este comercio de barrio.
El Mistol abrió sus puertas en octubre de 2020, con la idea de dar lugar a les productores locales y promover la economía popular, así como la soberanía alimentaria y el consumo responsable. El mercado ofrece artículos alimenticios, artesanales y de cosmética natural; y actualmente cuenta con 18 proveedores ituzainguenses, además de recibir productos de algunas fábricas recuperadas y de otros puntos del país.
Una de las personas que forma parte de El Mistol es Guillermo Armisén, quien asegura que “el vínculo con los productores locales es muy bueno”. Y agrega: “Me da mucha alegría, pero me asombra, porque no imaginé que hubieran sido tantos que se pudieran sostener en el tiempo”.
“Lo que más me está gustando es que ya existimos”, menciona Armisén con respecto a quienes se acercan sin ser contactades previamente. “Hay gente que viene o me llama por teléfono, jamás la puse en contacto, que hace cosas más de un palo te diría artesanal que alimenticio”, cuenta. A elles, relata, les pasan el teléfono de El Mistol y les dicen: “Andá a estos tipos que te venden”.
Es que según explica, con les productores locales tienen una política de “juntos le vendemos al mundo”. Con respecto a esto, detalla: “nosotros ponemos el local de lunes a sábado de 9 a 13, de 17 a 20; los empleados, las heladeras, las góndolas, el freezer, la luz, las redes, la promoción; y vos me traés los productos”.
Los tres ejes de El Mistol
“Nosotros tenemos tres patas: economía popular, saludable y que sea de Ituzaingó”, explica Armisén sobre lo que aspiran para los productos a ofrecer. Sin embargo, no todos cumplen con los tres puntos. Por ejemplo, algunos “son economía popular y nosotros decidimos apoyar eso”. Tal es el caso de los artículos de fábricas recuperadas, que sin ser del partido bonaerense tienen su lugar en El Mistol.
Ahora bien, siempre intentan dar lugar a los artículos propios de Ituzaingó. En este sentido, una de las personas que atiende el mercado, Magalí Diel, comenta que la relación con les productores locales es “cercana, de charlar semana a semana”. En ese vínculo, buscan “estrategias para que la gente conozca su producto, y a su vez acercarles materia prima de ser posible, a un precio de costo para intentar mejorar su producción”.
“Al ser tan cercana esta relación, es muy fácil hablar con les consumidores de los productos y hasta es alegre”, asegura Diel. Además, suman su granito de arena en el proceso de la soberanía alimentaria, ya que “vemos e intentamos transmitir todo lo que sucede detrás del producto y es muy fácil empatizar con une productore de tu barrio”.
Con respecto al vínculo con les consumidores, Armisén opina que “la época pandemia ha hecho que algunos nos compran por precio; otros por política; otros porque les quedaba cómodo; otro porque se confundió”. A quienes llegan a comprar, les cuentan sobre la economía popular como así también acerca de “la historia que hay detrás de cada productor, eso es hermoso”.
Casi un año de aprendizaje
Cabe resaltar que El Mistol surgió en medio de la pandemia. En este marco, Armisén sostiene que “es un milagro”; pero agrega que cuando se ve el proceso “y además ves los que participaron, ya tenés como elementos para decir ‘ah, esto es así por tal cosa’. O ‘para tal cosa’”.
“Es una uña metida en el sistema, un agujerito muy, muy, muy chiquitito, en donde hacemos algo. Pero ese algo repercute en otros”, comenta Armisén; y explica que el objetivo “es sostener todo el tiempo que podamos un lugar en donde todos los productores locales, hagan cosas para sahumar o leche condensada, tengan donde vender”.
Por su parte, Diel expresa que este casi primer año atendiendo El Mistol “fue de mucho aprendizaje”. En el mismo sentido que Armisén, comenta que “es una propuesta distinta encajada en el marco de lo que es un ‘almacén común’ y si bien tenemos gente que se acerca con muchísima buena onda, también es difícil competir con los precios del mercado”.
Una rueda política
Armisén recuerda que El Mistol surgió en el seno del Movimiento Evita por iniciativa de Julián “El Pollo” Aceituno, que además trabaja en ámbitos de economía popular”. En este sentido, remarca: “Esto es así chiquitito, nosotros hacemos girar una rueda, que parece comercial y es política. Pero funciona en lo comercial. Guste o no nos guste, si esto no tuviera la pata política que tiene, no hubiéramos durado cinco días”.
Pero además de quien considera el “mentor”, el entrevistado enfatiza en que “hay una idea, y después hay personas que le ponen su impronta y sale”. Ellas son tanto les productores como quienes se encargan de atender El Mistol de lunes a sábados.
“Las tres personas que atienden acá y que cobran un salario, lo sacan de la caja; de esa pequeña ruedita que, nosotros más o menos nos manejamos entre un 20 y un 30%, que pedimos que nos pueda quedar para nosotros para sostener la estructura”, explica Armisén. Se refiere a Magalí Diel, Carolina Jaque y Matthew Intili, quienes “ganan un sueldito a fin de mes, que lo complementan con alguna otra cosa”, y con el programa Potenciar Trabajo.
Las particularidades de la economía popular
A partir de la experiencia de El Mistol, sus integrantes comentan que la economía popular tiene características que la diferencian del consumo masivo. En primer lugar, Armisén hace referencia a la imprevisibilidad: “Hay cosas que son y podés esperarlas, como conductas esperadas, en algunos lugares; acá no”.
“En este mundo mañana va a ser otra cosa y mañana va a ser otra; entonces es como surfear eso, pero surfeamos en un lugar que nos gusta”, expresa. Además, asegura que “hay un mundo más amable, que es la vida que nosotros sabemos vivir”. Su compañera, Carolina Jaque, adhiere a su visión y comenta que la economía popular “tiene otros tiempos”.
Asimismo, Diel comenta que este tipo de economía beneficia “a les trabajadores que se organizaron; o pequeños productores que están en la parte más baja y que en muchos casos el consumo masivo los aplastó. O como el caso de ciertos productos les compró a muy bajo precio su mercadería”.
Además, explica que “hay un montón de otras cosas que la economía popular busca contemplar; muchos productos son agroecológicos o tienen otro proceso más consciente con el medio ambiente”.
La joven también considera importante “ver cómo se va fortaleciendo tu círculo local; ver acá como vienen un montón de productores y eso, es una compra que es super tangible, que ver directamente para donde va el recurso dinero. Y eso es valioso y como que genera lazos en el barrio y es muy interesante ver cómo se va dando”.
Cambio de paradigma
Armisén opina que se está dando un cambio de paradigma de “una vida que nos impusieron, que no tiene nada que ver con nosotros; y requiere de un esfuerzo enorme”, a “otra vida que es más nuestra”. En este contexto, les trabajadores de la economía popular comienzan a ser considerades como tales en lugar de como desocupades.
Además, explica que hay “un momento político-económico propicio para esas cosas”; y agrega: “Nosotros, haciendo nuestra vida, nos ganamos un lugar. Y es reconocido”. Ese reconocimiento implica “cuestiones jurídicas que hacen que vos como empleado de la economía popular tengas obra social, o tengas aportes jubilatorios”.
Con respecto a les consumidores, sostiene que ese cambio de paradigma en ocasiones es más lento, ya que hay que competir con el bombardeo constante de la publicidad. “No es fácil. Nosotros tenemos un problema, porque la economía popular además no es económica, no es barata”, reconoce.
Sin embargo, El Mistol se va haciendo un lugar en Ituzaingó, dando espacio a les productores locales y promoviendo un consumo más consciente. El mercado abre de lunes a sábados de 9 a 13 y de 17 a 20 hs; y todos los viernes realizan envíos a domicilio en las zonas cercanas al comercio.