sábado 21 de diciembre de 2024

Lukashenko, el nuevo referente que se alza en Europa del Este

Nota al Pie analiza el perfil del presidente de Bielorrusia, un actor que emerge al compás de la escalada militar entre la OTAN y Moscú.
Lukashenko
Aleksandr Lukashenko es dirigente político desde su juventud e hizo el servicio militar en las extintas tropas de frontera soviéticas. Créditos: AP

El amotinamiento del grupo mercenario Wagner prendió las alarmas en el Kremlin y acorraló al propio Comandante en Jefe y mandatario de la Federación de Rusia, Vladimir Putin

Aleksandr Lukashenko, presidente de la República de Bielorrusia, se posicionó como mediador negociando el asilo del líder de los rebeldes, Yevgueni Prigozhin, a cambio del acuartelamiento de su fuerza. 

Nota al Pie analiza el recorrido político de Lukashenko, histórico dirigente bielorruso que encabezó la resistencia a los designios del Consenso de Washington y emerge como un claro referente del Multipolarismo Pluriversal, disputando el poder a Moscú.

Wagner al cuartel

El pasado 24 de junio, la PMC Wagner, organización de mercenarios contratado por el Kremlin, se insurreccionó en Rostov contra el Ejército ruso y anunció la “Marcha de Justicia” en dirección a Moscú. 

El grupo paramilitar conducido por Yevgueni Prigozhin se amotinó desafiando la autoridad del ministro de Defensa, Serguei Shoigu, y el Jefe del Estado Mayor, Valeri Guerásimov

La formación irregular responsabilizó a los altos mandos por la muerte de soldados rusos en el frente ucraniano desde el inicio de la Operación Militar Especial el 24 de febrero de 2022.

Rápidamente, Putin convocó al mandatario bielorruso, Aleksandr Lukashenko, a que medie con Prigozhin para desactivar el conflicto. Esa misma tarde, ambos se reunieron y llegaron a un acuerdo: la retirada del ejército de mercenarios que emprendía su marcha al Kremlin a cambio del asilo político del líder de Wagner. 

Asimismo, se dieron garantías de seguridad para el grupo de paramilitares que estaba apenas a 200 kilómetros de Moscú.

Si bien se evitó el “derramamiento de sangre rusa”, la rebelión significó para Putin un daño de carácter estratégico: un punto de fuga en el “mito de unidad” del pueblo ruso y, a su vez, la incapacidad de resolverlo un problema en frente interno por cuenta propia.

La sociedad con Putin contra la OTAN

La inmediata convocatoria de Putin a Lukashenko tiene un correlato de orden táctico. El hombre que gobierna la ex república soviética al norte de Kiev y al oeste de Moscú es el principal socio del Kremlin en el marco del conflicto en Ucrania

Desde el inicio de la Operación Militar Especial, Lukashenko ha actuado de mediador entre Volodimir Zelensky y Putin pero también con otros actores con intención de interceder en el conflicto, particularmente para construir una salida pacífica. En ese sentido, pronto recibirá al presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, referente de los BRICS.

Lukashenko
Los Acuerdos de Minsk fracasaron ya que hasta el inicio de la Operación Militar Especial los enfrentamientos siguieron escalando en el Donbass. Créditos: Alexander Zemlianichenko / POOL / AFP

Asimismo, Bielorrusia ha actuado en complicidad de la Federación de Rusia para defenderse contra la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte). En octubre de 2022 el Comité Estatal Fronterizo de aquel país denunció a fuerzas ucranianas que destruyeron vías férreas y terrestres que las unían con su vecino del sur.

Aunque Kiev desmintió tal maniobra, el propio Lukashenko afirmó que desplegaría tropas en conjunto con Moscú para neutralizar posibles ofensivas ucranianas.

Bielorrusia de pie ante el Consenso de Washington

Lukashenko es el presidente de Bielorrusia desde su fundación en 1994. Es decir, desde la desintegración política de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS)

A contramano de lo que sucedió con el conjunto de naciones que se desprendieron del gran bloque soviético, resistió las reformas neoliberales que impuso el Consenso de Washington, defendiendo al Estado promotor. 

Entre otras cuestiones, evitó la desindustrialización al rechazar la privatización de industrias estratégicas como las energéticas y nacionalizó la banca que había sido secuestrada por el sistema financiero internacional.

Bielorrusia pudo revertir su crítica situación económica poniendo al Estado Nacional al frente de los resortes financieros y comerciales. En la actualidad, el 75% del PBI bielorruso está bajo control estatal, superando los índices de países altamente industrializados como China

Con la gestión de Lukashenko la pobreza descendió del 41,9% al 5,6% entre 1994 y 2020. A su vez, la sanidad y la educación son públicas y gratuitas. De hecho, la Tasa de Alfabetización se acerca al 100% y una Tasa de Mortalidad Infantil muy baja del 3%. A su vez, su economía goza de pleno empleo.

La reorganización del frente externo durante el apogeo unipolar

Al igual que el resto de las ex repúblicas soviéticas, el frente internacional se había deteriorado con la desintegración de la URSS, sobre todo con Europa Occidental y la Commonwealth

Bielorrusia se opuso al desarme misilístico que exigió la OTAN y enfrentó las reformas unilaterales del Fondo Monetario Internacional. Con el propósito de acercarse a Rusia, en 1997 fundaron en conjunto el Estado de la Unión, que permitió promover un diálogo más fluido con Moscú y resolver, entre otras cosas, la importación de gas y electricidad desde Rusia a pesar de la fragilidad del rublo bielorruso. 

Desde el final de la década de los 90 hasta 2010, Bielorrusia tuvo una estrategia de enfrentamiento contra el atlantismo. Retiró a los embajadores de Estados Unidos, Japón y varios países europeos y fue uno de los pocos actores que denunció la responsabilidad de la OTAN en la Guerra de Kosovo

Recién a fines de la primera década tuvo un acercamiento con Europa Occidental a través del Vaticano. La histórica reunión en 2018 de Lukashenko con el secretario de Estado del gobierno de Trump, John Bolton, expresó una descontractura en el vínculo geo-político con Washington.

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Lukashenko reconstruyó Bielorrusia a las sombras de Putin y proyectó poder internacional cuestionándolo. Créditos: AFP

A partir del arribo de Putin al Kremlin, la asociación estratégica con Rusia se profundizó y Bielorrusia creció en lo económico y lo industrial. En esa línea, los acuerdos comerciales firmados a partir de la Comunidad de Estados Independientes que reúne a la mayoría de los ex países soviéticos fueron centrales. 

Con el ingreso formal a la Unión Aduanera Euroasiática, Bielorrusia comenzó a ser partícipe de mecanismos de integración regional entre Europa del Este y Asia Central.

Lukashenko pide lugar en la mesa multipolar

Y así como Prighozin desafió la autoridad de Putin, Lukashenko se despega de su sombra. Su asociación estratégica con Moscú desde la primera década del siglo XXI le permitió ganar la autonomía suficiente para cuestionar los movimientos del presidente ruso, como el Referendo del Donbass o el precio de los combustibles importados. 

El quiebre en su relación dejó en evidencia una decisión estratégica: proyectar poder propio en un escenario internacional de crisis en el que el esquema euroasiático con asiento en el BRICS tendía a imponerse sobre el atlantismo de la OTAN y el FMI. 

Gestionando apoyos, impulsando alianzas y enfrentándose a un enemigo común en la región, Lukashenko fue ganando legitimidad política local y pudo ordenar la situación doméstica. 

En el orden táctico coordina acciones políticas con Putin para contener el avance de los planes de la OTAN y la Unión Europea, pero mientras tanto acumula en el plano estratégico con el resto de las naciones. 

Una estrategia semejante a la del presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdoğan, quien rechaza algunos lineamientos de la OTAN sin retirarse ni estallar el espacio, y en paralelo fortalece mecanismos regionales con Rusia e Irán, por ejemplo. 

Mientras tanto, Bielorrusia profundiza su enfrentamiento con el Unipolarismo Financiero que representa el atlantismo de la OTAN. En una entrevista realizada por la BBC la pasada semana, Lukashenko advirtió que su interés de base es proteger a los trabajadores de su país, y si eso requiere «eliminar» a ONG ‘s extranjeras que hacen daño, no tendrá reparos. 

Habiendo ganado protagonismo internacional, Lukashenko acentúa su discurso anti globalista afianzando de este modo la defensa e integración de los pueblos eslavos derrotados con el Consenso de Washington que comienzan a ganar terreno bajo el gran paraguas multipolar.

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