Créditos: LucasFilm
Han pasado cuarenta y dos años desde que les cinéfiles conocieron al Dr. Henry “Indiana” Jones, un arqueólogo intrépido que disfruta pelear por el pasado un poco más de lo que parece importarle. “Esto pertenece a un museo”, gruñe a un villano que sostiene una reliquia preciosa en Indiana Jones y la última cruzada. “Tú también”, responde el antagonista, antes de hundirse con el barco a vapor en la costa portuguesa, en 1938.
Pronto veremos si el villano tenía razón. Indiana Jones y la Llamada del Destino se estrena este 29 de junio, y el actor Harrison Ford ha dicho que será su última aventura como “Indy”.
Dejemos de lado la pregunta de si la nueva película será buena, o si, como señaló la crítica de cine de The New Yorker Pauline Kael, en la primera entrega de la franquicia en 1981, una película de Indiana Jones comercializa más nostalgia de lo que entrega personajes completamente coherentes. Para muches, esta película se sentirá como perder a un sujeto complicado. Sin embargo, para otres, será la última oportunidad de discutir si las aventuras de “Indy” fueron más que simple diversión.
Una nueva aventura para un Indy hastiado
Un tropo común en el viaje del héroe, si consulta el trabajo de Joseph Campbell, es el “rechazo de la llamada”, el momento en que el protagonista se aparta de la aventura que tiene por delante, aumentando las apuestas para lo que venga a continuación.
Pero en Indiana Jones y la Llamada del Destino, la última entrega de la saga Indiana Jones, nuestro héroe –interpretado por Ford, que ahora tiene 80 años– está demasiado hastiado para preocuparse por nada. En cambio, se presenta profundamente dormido antes de ir a su cátedra en el City College de Nueva York y acepta un cursi regalo de jubilación de sus compañeros de trabajo. “Gracias por aguantarme”, murmura, entre algunos aplausos dispersos.
Créditos: Lucasfilm
Esta es la quinta entrega de Indiana Jones, pero la primera en 15 años, después de Kingdom of the Crystal Skull (Steven Spielberg, 2008). La Llamada del Destino sabe que no puede apartarse del avance de la edad de su estrella, por lo que se inclina por completo, hilando un hilo en el que el arqueólogo con látigo confronta, y finalmente rechaza, su inutilidad percibida al emprender una búsqueda del tesoro más alrededor del mundo. La película, dirigida por James Mangold, todavía tiene una racha de desafíos, pero es suave, trabaja para evitar la relativa extrañeza de Crystal Skull y, en cambio, les da a les espectadores exactamente lo que podrían esperar.
Mangold es un proveedor increíblemente confiable de éxitos de taquilla que puede superar su peso en casi cualquier género. Sus dos películas basadas en cómics, The Wolverine (2013) y Logan (2017), fueron obras descarnadas y reflexivas. También hace un excelente cine negro (Cop Land, 1997), western (3:10 to Yuma, 2007), comedia romántica (Kate & Leopold, 2001) y biopics (Walk the Line y Ford v Ferrari). Aún así, aquí se le ha encomendado una tarea imposible: subirse a bordo de una franquicia donde todas las entradas anteriores fueron hechas por Steven Spielberg, quien prácticamente redefinió la película de aventuras en la década del 80 con la primera película de Indy, Raiders of the Lost Ark.
En Indiana Jones 5, James Mangold tiene que sostener el legado de Spielberg
Spielberg siempre reconoció que las secuelas deberían superar las expectativas de la audiencia. Aunque dos de sus cuatro entradas de Indiana Jones –Temple of Doom y Kingdom of the Crystal Skull– son profundamente extrañas y, a veces, hostiles para sus espectadores, son obras muy interesantes y fáciles de ver. Cada una refleja la mentalidad del director en ese momento: la primera se hizo después de una ruptura, la segunda cuando se enfrentó a una revolución digital invasora en el cine. Crystal Skull terminó con Indiana Jones casado con su antigua compañera Marion Ravenwood (Karen Allen), y claramente, Spielberg no vio ningún otro lugar para llevar al personaje cuando se acercaba a su vejez.
Créditos: LucasFilm
Mangold tampoco tiene un nuevo ángulo, sino que lleva a Indiana por el camino de la memoria para su último grito de guerra. Sí, hay dificultades personales que el personaje debe superar: junto con sus huesos crujientes, una vez más se ha distanciado de Marion, ya que no pudo aliviar su dolor cuando su hijo, Mutt (Shia LaBeouf), murió en la Guerra de Vietnam. Pero Mangold cree que la audiencia quiere algo familiar, por lo que trae un nuevo equipo para Indy. Indiana se encuentra con Helena Shaw (Phoebe Waller-Bridge), su ahijada, que lo arrastra en una persecución por todo el mundo en busca de un artefacto griego supuestamente relacionado con los viajes en el tiempo.
En la persecución, como suele ser el caso de Indiana Jones, hay un grupo de nazis. Debido a que la película está ambientada a fines de los años 60, los nazis son un poco más silenciosos acerca de sus creencias: el villano principal, Jürgen Voller (Mads Mikkelsen), es un científico espacial reclutado por la NASA como parte de la Operación Paperclip. Aún así, sus nefastos objetivos y su amor por el equipo mágico antiguo, los hace fundamentalmente indistinguibles de los archienemigos de Raiders of the Lost Ark e Indiana Jones and the Last Crusade.
Y en caso de que los espectadores no entendieran el mensaje referencial, hay una secuencia de acción de apertura centrada en la nostalgia que ve a un Harrison Ford envejecido luchando contra un grupo de nazis durante una misión de la Segunda Guerra Mundial, una pieza que es técnicamente competente pero que no puede el terreno árido del rejuvenecimiento facial CGI.
La trama de Mangold está llena de nostalgia pero respeta el legado del personaje
La mayor parte de la película tiene a Indy, sus compañeres de viaje, y les nazis en busca de la reliquia mágica, funcionando como un reloj mientras la compañía salta a lugares como Marruecos y Grecia. No obstante, aunque Ford invierte su actuación con tanto anhelo y matiz como puede, subrayando la creciente desconexión de Indiana con el mundo moderno, la película está demasiado ocupada para sondear realmente esos temas, en lugar de pasar rápidamente a la siguiente secuencia de acción para que nadie se aburra.
El acto final de La Llamada del Destino también está en la gran tradición de las películas de Indiana Jones, lanzando una mezcla de historia, pseudociencia y elementos sobrenaturales a la trama que hacen que se abandone el material fundamentado que la precedió. Aún así, esta entrada final no hizo nada para pervertir verdaderamente el legado del personaje.