A orillas del Río de La Plata, la ciudad de Ensenada tiene un gran recorrido a lo largo de los años. Y ahora suma otro hecho importante, ya que fue la sede del 19° Congreso de la Historia de los Pueblos de la provincia de Buenos Aires.
El Archivo Histórico “Dr. Ricardo Levene” es quien organiza el evento, que se desarrolla en una localidad bonaerense diferente cada vez. Esta edición se realizó durante el lunes 12 y el martes 13 de junio en edificios emblemáticos ensenadenses, como la Biblioteca y el Teatro Municipal, y el Centro Cultural Héroes de Malvinas.
El frío polar que invadió al país se hizo notar en esos dos días, pero no detuvo a los cientos de historiadores, investigadores y afines que se habían inscrito en el Congreso. El mismo comenzó el domingo 11 con el espectáculo callejero “El nudo de la patria”, una obra que versiona lo que sucedió en torno al traslado de los restos de Manuel Dorrego.
Mientras tanto, el 12 y 13 de junio se desarrollaron los tradicionales paneles, en los que las personas que se anotaron previamente exponen sobre diferentes temáticas. Los ejes que se trataron fueron Patrimonio, Sociedad y vida cotidiana, Género, Acciones Políticas y Gubernamentales, Mundo del Trabajo, Pueblos originarios y Poblamiento, Historia oral, Economía, Memoria e Historia Reciente.
Les asistentes, que llegaron desde muchos puntos de la provincia, pudieron visitar el Fuerte Barragán y disfrutar de la Muestra fotográfica de la Asociación Ensenadense de la Historia.
La violencia hacia los Pueblos Originarios
El martes 13 de junio, en el espacio 1 de la Biblioteca Municipal, tuvo lugar el panel de la comisión Pueblos Originarios y Poblamiento. La coordinó la directora del Archivo Histórico “Dr. Ricardo Levene”, Alicia Sarno, y contó con diferentes ponencias.
Algunas de ellas hicieron foco en las formas de violencia que los primeros gobiernos argentinos implementaron contra los pueblos indígenas que ya habitaban Buenos Aires.
Bajo el título “Violencia (s) del cotidiano, conflictos y disputas en torno a las relaciones interétnicas en la campaña bonaerense (siglo XVIII)”, Susana Aguirre y Juan Francisco Giordano hablaron sobre el tema.
Plantearon que las renovaciones que se dieron en la historia indígena no se incorporaron a la historia oficial. “La violencia es una de las aristas que reunió muchas de esas investigaciones”, explicaron.
“En el caso de la Patagonia, se incorporó el uso de la categoría genocidio para hablar de un plan sistemático de exterminio físico y cultural de las poblaciones indígenas”, ejemplificaron.
A su vez, esas matanzas no se daban solo en el campo de batalla sino también por fuera, en una relación asimétrica entre los gobiernos provinciales y los pueblos indígenas.
De esa forma, afirmaron que la violencia se producía de tres formas: “Directa (física, verbal), estructural (indirecta, se ve en la esfera política y económica), y cultural (sirve para legitimar los casos)”.
Entre otras cosas, puntualizaron que, en los documentos judiciales, se usaban etiquetas que generaban una ficción de la realidad. Rótulos como “indios”, “cristianos” o “salvajes” servían para estigmatizar y legitimar la violencia.
Ezequiel Díaz también habló sobre el tema en su ponencia “Unos vínculos no tan pacíficos. Las manifestaciones de la violencia interétnica en las relaciones de Juan Manuel de Rosas y los boroganos del cacique Cañuquir entre los años 1833- 1836”.
Desde el Programa de Estudios Icónicos y Antropológicos Americanos de la Universidad Nacional de Luján, analizó la política indígena de Rosas. Sobre todo, las tensiones que se generaron y culminaron con el desterramiento de los boroganos.
El investigador coincidió con Susana Aguirre en cuanto a que “la violencia es la pieza central, clave para entender la frontera interétnica”. También, aseguró que “es la continuidad de lo que se venía haciendo desde la colonia”.
Así, estableció que los gobiernos provinciales en Buenos Aires desde 1822 se relacionaron con los pueblos originarios de dos formas. Por un lado, con una guerra de castigos con los indígenas considerados enemigos peligrosos. Por otro, “con una acción conciliadora con regalos a los indios que la provincia consideraba amigos”.
De esta forma, con quienes había enemistad (por ejemplo, les ranqueles) se les perseguía y se intentaba desarticular sus tolderías y su forma de vida. En cambio, con los “amigos” (como los boroganos), se daba un negocio pacífico, que no carecía de formas de violencia y poder asimétrico.
El cementerio platense
El Centro Cultural Héroes de Malvinas sirvió como sede para la comisión de Patrimonio. Allí, entre otras ponencias, expuso sus conocimientos Romina Fernández Cilia, quien habló de “Prácticas no convencionales en el cementerio de La Plata”.
La especialista se refirió a la presencia de objetos y restos de rituales de cultos afroamericanos en el predio. “Si bien son frecuentes en el cementerio, corresponden a un mundo del que no se considera parte, por lo que son concebidas como ajenas y extrañas”, detalló.
Según explicó, estas creencias “se apoyan en el fenómeno de posesión o trance del creyente” y se deben a que, en las últimas décadas, “se observó una ampliación en el campo de lo religioso, lo que llevó a la aparición de diversos cultos que no eran tradicionales de la región”.
Entre los hallazgos se distinguen cuerpos de gallinas, botellas de algunas bebidas alcohólicas y amuletos de distinta forma. Al respecto, Fernández Cilia relató cómo les trabajadores municipales quitan esos elementos, pero al día siguiente vuelven a aparecer. Los mismos podrían ser “ofrendas para las almas o entidades a las que se acude por algún motivo”.
Tanto estos paneles como otros que se sucedieron a lo largo de las dos jornadas que duró el Congreso, mostraron otra cara de la historia bonaerense. Es la realidad de sus habitantes, que muchas veces no aparece en la historiografía tradicional, pero constituyó (y lo sigue haciendo) parte de la vida cotidiana de quienes viven en la provincia