Estudiantes del Instituto Industrial Pablo Tavelli de Mar del Plata llevan adelante un proyecto para construir un satélite del tamaño de una lata de gaseosa que pueda utilizarse para evaluar el impacto de la pesca en la milla 201. Además, buscan que la iniciativa llamada TAV-LIGHT 1 esté lista en poco más de tres meses para su lanzamiento desde el Centro Espacial Teófilo Tabanera, en Córdoba.
El dispositivo tendría menos de 200 gramos de peso por lo que se considera un picosatélite. Asimismo, el objetivo es que una vez lanzado sea capaz de reunir información atmosférica y aportar datos para analizar, como por ejemplo cómo afecta a la fauna marina la contaminación lumínica producida por los cientos de buques que operan en el límite de la Zona Económica Exclusiva (ZEE).
La propuesta fue presentada en el marco del proyecto Cansat, una convocatoria internacional impulsada por la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio estadounidense (NASA) y la Agencia Espacial Europea (ESA). A nivel nacional está bajo el Ministerio de Ciencia y Tecnología (MinCyT) y la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae).
En relación a ello, el docente del colegio y coordinador del equipo, Marcos Berón, explicó a Télam que “los estudiantes cursaron capacitaciones virtuales sobre sistemas espaciales, tecnología satelital, telemetría e industria aeroespacial, dictadas por la Conae y la Universidad Tencológica Nacional, y a partir de una serie de pautas comunes plantearon una propuesta de trabajo”.
Según detalló, “una misión primaria común era que el satélite sea capaz de medir presión y temperatura en el aire una vez que es lanzado a unos 400 metros, y además, debía tener una misión secundaria y se hacía hincapié en que estuviera centrada en una problemática ambiental local”.
En ese sentido, el proyecto TAV-LIGHT 1 propuso que el dispositivo pudiera evaluar también el impacto de la pesca ilegal e indiscriminada frente a las costas marplatenses, con el foco puesto en dos cuestiones: la contaminación lumínica de la flota que opera sobre la milla 201 y el efecto de la actividad a gran escala sobre el recurso ictícola.
Les creadores del proyecto
Máximo Robledo, estudiante de sexto año del instituto y capitán del equipo, explicó a Télam que “la misión primaria consiste en que una vez que sea lanzado y empiece a descender, el satélite sea capaz de medir presión y temperatura en el aire”. Además, precisó que uno de los “diferenciales” de su propuesta es que la misión secundaria propuso analizar “la contaminación lumínica producida por los barcos que usan grandes emisores de luz para atraer a los peces” en la milla 201, y su impacto en los ciclos reproductivos y el balance biológico de las especies en la zona.
Cabe destacar que otro objetivo eventual es aportar información sobre el posicionamiento de los buques que operan en el límite de la ZEE. En esa línea, el proyecto prevé que los resultados obtenidos sean compartidos y comunicados a instituciones, organismos o grupos de investigaciones vinculados al área.
Luego de la selección del proyecto para la siguiente etapa, les estudiantes recibieron un kit de componentes electrónicos, de comunicación y telemetría, y sensores lumínicos y de humedad por parte de la Conae, para ensamblarlos y darle forma al picosatélite.
Por su parte, otra integrante del equipo, Tatiana Morelli, comentó: “Además de ensamblar los componentes y sensores, hay que desarrollar el sistema de seguimiento, el sistema de descenso y todo lo que tiene que ver con la estructura externa del satélite”.
Asimismo, Luca Antonelli, otro de les miembros del grupo, explicó que a medida que trabajen en el armado del dispositivo, habrá un seguimiento por parte de una persona responsable de la Conae y que “cada miembro del grupo tendrá un rol concreto para avanzar al mismo tiempo en las distintas áreas”.
Parte del equipo se concentrará en la impresión 3D de la estructura del satélite, que será plástica y tendrá el tamaño de una lata de gaseosa, de aproximadamente 15 centímetros de alto por 7 de diámetro. Otres deberán desarrollar el sistema y mecanismo para que el satélite pueda descender tras alcanzar la altura máxima y regrese sano a tierra.
El grupo de trabajo está integrado además por Facundo Juárez y Bernardo Livio como miembros titulares; y por Luca Vallina, Santiago Romano y Franco Cascalleres como suplentes. Juntes deberán superar las distintas etapas de seguimiento por parte de la organización.
En caso de ser uno de los cinco equipos que logren mayores avances en el desarrollo del prototipo, viajarán a finales de septiembre al Centro Espacial Teófilo Tabanera, ubicado 30 kilómetros al sudoeste de la ciudad de Córdoba, para concretar el lanzamiento de prueba.