Desde el pasado jueves 1 hasta el miércoles 7 de junio, el Cine Gaumont (Avenida Rivadavia 1635, Ciudad Autónoma de Buenos Aires) recibió el film Sebastián Moro, el caminante, dirigido por María Laura Cali.
El film trae a la actualidad la historia del periodista argentino Sebastián Moro, al centrarse en la última vez que subió material al portal de Página 12, para luego optar por salir a caminar, lo que fue un punto final en su vida y el inicio del misterio. Moro sería asesinado en 2019 en La Paz, Bolivia, en el contexto del golpe de Estado que sufrió Evo Morales.
Pese a no encontrarse en el catálogo del Gaumont, se podrá seguir conociendo un poco más acerca del periodista en cuestión todos los domingos del presente mes en el cine del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA), en Avenida Presidente Figueroa Alcorta 3415.
Nota al Pie dialogó al respecto con la directora y guionista, María Laura Cali, quien relató en profundidad el porqué se pudo haber dado el suceso trágico de Moro, en qué situación cree ella que se encuentra el periodista actual al contar los hechos que suceden sin temor y cuál es su mensaje detrás de esta película.
La historia de Sebastián Moro es una situación que viven muches periodistas en todo el mundo. ¿Creés que su asesinato se haya debido a lo que relataba en el último artículo que subió a Página 12?
Yo no creo haya sido por “ese” artículo en particular, sino por la labor que venía realizando en Prensa Rural como jefe editor. Él era el que marcaba la línea editorial de ese medio junto a su jefe José Aramayo (que fue maniatado durante 3 horas y le quitaron su celular).
Prensa Rural pertenecía a la Confederación Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia que cubrían todas problemáticas del campesinado y pueblos originarios. Era y es el mayor apoyo del gobierno de Evo Morales, pero también en esos días se convirtió en corresponsal para Página 12 e informaba a muchos medios internacionales que recurrían a él en búsqueda de noticias sobre las elecciones.
La semana anterior habían sido saqueadas muchas radios comunitarias y medios estatales que apoyaban el proceso de cambio. Para nosotros y también para los colegas que trabajaban con él, Sebastián estaba ya identificado desde hace tiempo.
La noche que lo atacan fue la más oscura, él mismo dice en su último audio “no sé si no habrá golpe esta noche”. Quizá no sabía que también podía ser él un blanco de ataque.
¿Pudo hablar de lo que Moro vivía en aquel entonces?
No. Él estaba preocupado, sí, tenía mucho conocimiento que había adquirido cubriendo los juicios de lesa humanidad en su Mendoza natal; pudo anticipar el golpe, ni nosotros ni sus colegas creíamos, él sí.
La que sí tenía comunicación permanente con él esos días era una amiga en común que había sido corresponsal argentina durante 14 años en Bolivia; ni ella creía que era posible un golpe. La familia le pidió que se fuera de Bolivia, pero creo que su sentido del deber hizo que eligiera seguir informando hasta último momento.
Entre otras cosas, y quizás el miedo de muchos que poseen el “arte de escribir”, ¿es posible que les periodistas estén en peligro total en función de lo que se dediquen a hablar? ¿Por qué?
Yo creía antes de todo esto que algunas prácticas ya habían sido superadas, que las luchas se debatían de otra manera después de tantos momentos de oscuridad que ha vivido Latinoamérica.
La historia de Sebastián me develó que no, que aún pueden surgir, pueden regresar el silenciamiento, la tortura sobre todo cuando hay intereses de por medio.
Quizá en este momento histórico donde en las redes sociales se lee la realidad y corren tantas noticias falsas y tantas manipulaciones de la realidad, el oficio de escribir, de informar, sí es algo fundamental saber a dónde elegimos estar.
Creo que todos corremos el riesgo, no solo el periodismo. Todos los que buscamos justicia social, distribución de la riqueza para que no sea manejado por unos pocos para que los más humildes accedan a la educación, la salud y una vida digna.
Seguimos en eso, no hemos madurado, y este documental para mí viene a decir esto. Aún hay que estar atentos, lo individual de Sebastian es colectivo.
¿Cuál es el mensaje que querés brindar?
Por un lado repensarnos a través de la historia de él, pero mi búsqueda es más cinematográfica. Busqué retratar una vida de una persona común desde un lenguaje cinematográfico, en donde quería que el espectador/a perciba la esencia de una persona y sus búsquedas.
No me interesaba un recuento de hechos cronológicos, para mí el tiempo es circular y así relato esta historia. El documental, y sobre todo el documental político, es necesario que tenga espacio, porque cuando los medios niegan una historia no le dan luz.
Entonces estamos los que hacemos cine, que a través de nuestra mirada también dejamos un registro, una memoria y ayudamos, como es este caso, a que la familia obtenga verdad y justicia.