El 3 de junio de 2015 la historia de las mujeres cambió para siempre. Aquel día fue el primer grito de Ni Una Menos el que pateó el tablero e inundó las calles del Congreso de la Nación y de cada provincia del país con multitudinarias marchas. Este 3 de junio, con el mismo vigor, cientos de organizaciones de mujeres y disidencias se movilizaron bajo la consigna: “Vivas, libres y desendeudadas nos queremos”.
Para reflexionar sobre los avances de los últimos años, Nota al Pie dialogó con la escritora y poeta Luján Travela, autora de Las Marcas de lo que fui. “A mí me salvó la vida”, afirmó.
Pero el colectivo hace mucho más que movilizar a multitudes de mujeres y disidencias. Tal es así que el avance de los feminismos consiguió colarse en las individualidades que estaban siendo violentadas por el sistema patriarcal. Además, la lucha logró poner palabras, definir y comenzar a desnaturalizar las opresiones que eran cotidianas.
Un verso como disparador
En aquellos primeros años algo se estaba transformando en la mente de las mujeres y empezó a hacer ruido. Cada vez más ruido. Para Luján la experiencia personal y el feminismo fue el choque que hizo un clic en su vida. “Fue gracias a un poema que yo pude empezar a hablar de todas estas cosas y a ponerles nombre”.
El primer verso del poema Bye Bye Blondie de Claudia Masín, oriunda de Chaco, que dice: “Yo no estoy curada” hizo un ruido insoportable en la mente de Luján. “Empecé a poder hablar, me puse a llorar. Pero empecé a hablar de las cosas que me han tocado vivir como mujer”.
“Desde entonces no puedo separar una experiencia de la otra. La experiencia feminista de la escritura, que me permite un poco lo mismo: salirme de un espacio de no de silencio”, aseguró la escritora.
En ese marco, los feminismos comenzaron a resonar y apropiarse de la esfera pública para dejar el sufrimiento y la opresión, junto a la idea de mujer despersonalizada cada vez más lejos. Sin embargo, fue sólo el comienzo.
Aprendimos a hablar, pero también a escuchar
Empezar a desandar el camino de las experiencias traumáticas personales de la violencia requería inevitablemente de lo colectivo. Encontrarse con otras mujeres que durante años atravesaron lo mismo fue hallar puntos en común para romper el patrón. Sin embargo, hay algo que no acompañó durante estos 8 años de reclamo unificado.
Los datos arrojados por el Observatorio Mumalá hablan de un total de 2.209 femicidios en Argentina desde 2015 a mayo de 2023. Se traduce a un promedio de una mujer o disidencia muerta cada 33 horas. Por eso, desde el espacio piden que se declare la Emergencia Nacional en Violencia de Género.
A 8 años del primer #NiUnaMenos
— MuMaLá (@MuMaLaNacional) June 1, 2023
‼️2209 Femicidios en la Argentina ‼️
Hoy por la tarde presentaremos los datos fundamentan nuestro pedido de #Emergencia Nacional en Violencia de Género.
📣El Estado y los gobiernos son responsables. pic.twitter.com/MZLoZZEQAi
Los logros del Ni Una Menos
Si bien hubo avances y conquistas en materia de derechos con perspectiva de género, el sistema no se quiebra. Sin embargo, los gritos del Ni Una Menos no nos callan nunca más, las redes son tan fuertes que las denuncias, los reclamos, son cada vez más.
“No solamente tenemos que hablar y contar lo que pasamos y vivimos, sino también generar una comunidad de escucha. Hay que estar atentas y atentes a nuestras personas alrededor para lo que tengan que contar y prestar ese oído”, sostuvo Luján.
En la misma línea agregó que “después de la marcha de hoy (por la celebrada ayer 3 de junio) tengo la sensación de que es necesario que sigamos pensando y repensando cómo tejer redes entre nosotras”.
El camino que se forjó en 2015, el grito que hizo eco y llegó a millones de mujeres aún hoy sigue luchando para que los números no sigan creciendo día a día. “Me parece que logramos romper un montón de silencios”, afirmó Luján.
Hoy la lucha de los feminismos sigue para avanzar en un montón de derechos que aún nos deben. Pero a veces es necesario mirar hacia atrás para saber todo lo que sí nos pasó, todo lo que sí transformamos solas.
Ahora, falta un Estado que entienda que esto es un problema estructural y que a las mujeres y disidencias les cuesta la vida.