domingo 22 de diciembre de 2024

Alfredo Yabrán: un oscuro retrato de los sucios años noventa

El crimen de José Luis Cabezas expuso su rostro “inmaculado” ante la sociedad y desenterró los trasfondos mafiosos de este personaje que supo enquistarse en el poder de turno. Su trágico final solo rodeó de mayor misterio a su nombre.
Yabran
La mirada jocosa de Alfredo Yabrán, sosteniendo un panfleto de José Luis Cabezas, durante su histórica visita a la Casa Rosada. El autor intelectual del crimen del fotógrafo de la Revista Noticias cometió suicidio el 20 de mayo de 1998, sin terminar de ser juzgado por el delito. A partir de su muerte, se armaron miles de conjeturas sobre si este había sido “armado” para escapar del país. Crédito: María Caucia Nota al Pie

La cámara ya no encuentra manos que la sostengan. El rollo, degradado por el tiempo, ya no conserva formas ni colores. Y la última imagen, congelada allí, se mantiene en un perpetuo y opaco gris. Lamentablemente, para José Luis Cabezas (1961-1997), aquella instantánea obtenida el 16 de febrero de 1996 sería su crepúsculo final

“Sacarme una foto a mi es como pegarme un tiro en la frente” había expuesto Alfredo Yabrán (1944-1998) en una nota para la Revista Noticias a principios de 1991. Para Cabezas, sin embargo, las advertencias de “El Tío” sólo serían palabras trazadas en un papel en blanco, en comparación a la foto que lo elevaría a la eternidad. 

Es por ello que un día despue´s de cumplirse 25 años del suicidio del hombre que mostró el peor rostro de la sociedad argentina en aquella decada infame de los 90´s, Nota al Pie ha decidido sacarle lustre a esa última imagen expuesta por José Luis Cabezas, para recordarnos que la libertad no se acaba en una instantánea.

Una sombra se proyecta

Era bien conocida la fama de Yabrán de codearse con el anonimato. «Ni los servicios de inteligencia tienen una foto mía», advertía usualmente ante su círculo más íntimo. Aquel que sabía dimensionar el respeto y “cuidado” que generaba ante sus semejantes. Esta búsqueda de conservación personal lo obligaba a nombrar testaferros, quienes protegían sus bienes sin exponerlo ni perturbarlo.

“El Tío” era el dueño y accionista principal de las empresas de correo privado más renombradas de la Argentina (Ocasa y Oca, este último nunca reconocido oficialmente por él). Además, coordinaba los depósitos fiscales Edcadassa (responsable de la Terminal de Cargas del Aeropuerto Internacional de Ezeiza).

Por si fuera poco, tenía a su disposición los free shops de la empresa Interbaires SA (tiendas libres de impuestos ubicados en los principales aeropuertos del territorio argentino). En definitiva, se jactaba de manejar y controlar que entraba y que salía de nuestro país, además de poseer múltiples canales de comunicación que le permitían impartir el miedo desde las sombras.

Estos negociados, que solían tener una fuerte influencia y vinculación con el gobierno de turno, ocultaban en el trasfondo el tráfico de drogas (que tuvieron su auge durante esos bulliciosos años), el tráfico de armas (que eran utilizadas durante los conflictos bélicos en Croacia, Ecuador y medio oriente) y el lavado de dinero, algo común durante ese periodo histórico.

Previo a las denuncias de Domingo Cavallo ante el Congreso de la Nación, llevadas a cabo el 23 de agosto de 1995, la figura física de Alfredo Yabrán no era más que un paradigma. Seguía siendo un John Doe cualquiera, que se codeaba con el poder de turno (su extrema relación con el presidente Carlos Saúl Ménem era un secreto a voces). 

Sin embargo, las denuncias detalladas por Cavallo, exponiendolo a Yabrán como el “responsable” de enquistar la mafia en el poder, no hicieron más que provocar que los principales medios de comunicación y gráficos se pusieran a la carga por la “primicia”: retratar para la posteridad el rostro más buscado del país. 

Y fue la Revista Noticias nuevamente, con Gabriel Michi y José Luis Cabezas como responsables, la encargada de dar rienda suelta a la búsqueda del paradigmático sujeto. Y la pista se encontraba en Pinamar, ciudad costera de la provincia de Buenos Aires, que saboreaba en aquellos años las mieles de la lujuria y el poder reinante del 1 a 1 (Dólar = Peso) y la pizza con champagne. 

Yabran
Terrazas al Mar, conocido anteriormente como Hotel Arapacis durante la década de los 90 ́ s, se encuentra ubicado frente al conocido Balneario Marbella. En estas playas pinamarenses se tomaron las icónicas fotos que luego fueron tapa de la Revista Noticias. El Arapacis, junto con Terrazas al Golf, era uno de los proyectos inmobiliarios de Yabrán en esta localidad costera. Crédito: Fuente anónima de Pinamar

Un claroscuro se hace presente

En la entrevista realizada por el equipo de Nota al Pie al periodista Gabriel Michi, al conmemorarse los 25 años de la muerte de Cabezas, pudimos conocer los pormenores y el trasfondo alrededor de la obtención de la icónica imagen de Yabrán en las playas de Pinamar, más precisamente en el Balneario Marbella (ubicado enfrente del Hotel Arapacis, ahora conocido como Terrazas al Mar, uno de los proyectos inmobiliarios de Yabrán en la ciudad).

Según nos comentó Michi en aquella oportunidad, habían fallado al intentar conseguir una fotografía de él en Valeria del Mar el día 15 de febrero, por atender cuestiones relacionadas a los intereses periodísticos de la revista. Sin embargo, al día siguiente, esperaron su oportunidad encontrándose ubicados en un descampado cercano a su casa “Narbay”, ubicada en Las Ballenas 124.

Luego de iniciar una guardia periodística frente al domicilio, el periodista advirtió un primer encuentro con el “objetivo” desde la lejanía: “Llegamos a las 7 de la mañana y al rato, lo vemos ingresar a su casa con un maletín. José Luis realizó una primera tanda de fotografías a Yabrán, pero de espaldas, por lo que no tenía mucho valor periodístico”. I

Inclusive, Michi reconoció que lo siguieron “en un momento que salió de su domicilio. Sin la posibilidad de que José Luis obtuviera alguna imagen acorde”. Luego de varias horas sin novedades, una fuente periodística de confianza confirmó la presencia de “El Tío” en las playas de Pinamar. “Yabrán tenía alquilado carpas en el Balneario Marbella. Y  tenía como costumbre bajar a las 4 de la tarde a la playa”.

Continuando con su relato de los hechos, Michi nos comentó que “alrededor de esas horas (16h), pasamos por ese balneario y me dirigí al lugar para poder ubicarlo. Teníamos ilustraciones y fotos viejas de él para guiarnos al momento de reconocerlo. Bajé junto con mi señora de ese entonces hacia el balneario como dos turistas”. 

Luego de estar debatiendo sobre la apariencia física de los allí presentes, lograron divisarlo entre la muchedumbre. “En ese momento voy al auto a buscar a José Luis y le indico que estaba convencido de haberlo visto. Pero necesitaba de su ojo fotográfico para asegurar que así sea. Sin el equipo fotográfico aún, me confirma que era él”. 

Luego de haberle realizado imágenes a modo de prueba, aguardaban el momento indicado para sacarle una fotografía caminando por la playa. Para ese entonces, “luego de esperar un rato, vemos a Yabrán caminando con la señora dirigiéndose al sector de playa donde estábamos nosotros y pasa de largo. José Luis no tenía ángulo para las imágenes y le indiqué que, si se iba, seguramente tendría que volver”.

Finalmente, la espera valió la pena: “A los 40 minutos aproximadamente, lo vemos volver a la distancia y con mi señora nos ponemos en pose para que saque la primera tanda de fotos, en las que se ve a Yabrán junto a su pareja por la playa”. Con el deber cumplido por haber obtenido las instantáneas tan ansiadas, se prepararon para subir la apuesta y al día siguiente, alquilaron una carpa en dicho balneario.

Para su fortuna (o desgracia), la escena del 16 de febrero volvió a repetirse. “Yabrán bajó a la playa, inició nuevamente la caminata con su mujer y cuando los vimos venir, la mujer de José Luis con unas amigas posaron para una imagen. Y aprovechando la experiencia del día anterior, se puso más de frente e hizo las fotos que después terminaron ilustrando la tapa de Noticias del 3 de marzo del año 96”.

Una noche sin brillo

A partir de dicha publicación, Yabrán se transformó en un personaje público, exponiéndose gran parte de los negociados que mantenía con inversores privados y el mismísimo gobierno, gracias al informe periodístico de la Revista Noticias. A su vez, el infierno personal de Cabezas se acrecentó, debido a las constantes amenazas que recibió durante todo el resto de aquel 1996.

Lamentablemente, ese infierno se hizo carne la madrugada del 24 de enero de 1997, siendo esta la última noche de José Luis con vida. Luego de haber participado como enviado de Noticias de la fiesta de cumpleaños de Oscar Andreani (dueño del correo que, paradójicamente, rivalizaba comercialmente con Oca), Cabezas se dirigió desde el evento hasta su casa en Pinamar, siendo las 05:10 horas aproximadamente. 

En las afueras de su domicilio (con quien compartía con su esposa, oriunda de la localidad), el fotógrafo fue interceptado por una banda criminal denominada “Los Horneros”. Allí mismo sería golpeado, trasladado hasta una cava en la localidad de General Madariaga, en donde terminaría siendo asesinado y su cuerpo encontrado posteriormente en el interior de un Ford Fiesta, propiedad de la revista para las coberturas veraniegas.

La reacción a este hecho fue inmediata. El icónico Caso Cabezas, considerado el mayor crimen en contra de la libertad de expresión en nuestro país, generó un revuelo nunca antes visto entre los medios gráficos, escritos y de toda índole, quienes se hicieron eco del atroz crimen para reclamar justicia y una sentencia firme para sus asesinos. 

Falsos culpables, supuestos responsables y un sinfín de rostros sin sentido poblaron las pantallas y se hicieron eco en los diarios principales de la época, quienes parecían no apuntar correctamente al principal sospechoso del asesinato del fotógrafo. Desde un principio, sin embargo, Noticias señaló en dirección a Yabrán como principal instigador del crimen. 

Un final entre penumbras

Su presencia en programas tales como Hora Clave u ofreciendo testimonio en medios gráficos, negando su culpabilidad, sólo ampliaron la tela de juicio sobre su persona. Posteriormente, sus “supuestos” vínculos con el gobierno menemista, quienes no negaron conocer al empresario, fueron suficientes para activar el avispero ante una renombrada visita en la Casa Rosada

Allí, el empresario padeció el escarnio público de miles de fotógrafos que marcharon para reclamar justicia por Cabezas y lo hicieron responsable directo del crimen. Vidrios rotos, corridas llenas de bronca y camarazos al aire fueron algunas escenas memorables de su salida de la Casa de Gobierno

Para ese entonces, más empresas tales como Villalonga Furlong o Intercargo, empezaron a sumarse a su corrupto curriculum a medida que se ahondaba en su periplo empresarial . En paralelo, y con el correr de las investigaciones, se fueron demostrando la vinculación entre varios allegados de Yabrán y la banda de “Los Horneros”.

Una vez constituidas ciertas hipótesis sobre sus negociados y su vinculación directa con el asesinato, luego certificadas y avaladas por la Justicia, el 15 de enero de 1998 Yabrán pasó a la clandestinidad, luego de recibir una orden de arresto. El Tío era acusado, no solo de ser el autor intelectual mediato del crimen sino de enriquecimiento ilícito y otros delitos. 

Sin embargo, la cobardía de sus actos y el anonimato de sus acciones fueron una vez más aliada en sus intenciones. El 20 de mayo de 1998, en una de sus estancias ubicada en la localidad de Aldea San Antonio, Entre Ríos, el empresario cometió suicidio. 

Encerrado en un baño, su rostro desfigurado dejaba atrás aquella mirada desafiante luego de salir de las sombras, aquellas en las que había vivido siendo amo y señor durante tantos años. Atrás quedaron las vinculaciones con Menem, las supuestas con Mauricio Macri, su conexión con la última Dictadura Militar y sus negocios, que pasaron al Grupo Exxel en 1999.

Yabran
Yabrán, principal accionista de importantes empresas del sector aeroportuario (Edcadassa, Intercargo, Interbaires SA, entre otras), también era responsable de negociados relacionados con el correo privado (Oca, Ocasa). En ambas circunstancias, estos eran utilizados para ocultar el tráfico de drogas, armas y lavado de dinero. Crédito: María Caucia Nota al Pie

En cuanto a los autores principales del crimen de Cabezas, la Justicia determinó finalmente que Horacio Anselmo Braga, José Luis Auge, Sergio Gustavo González y Héctor Miguel Retana, integrantes de este grupo criminal, fueron contratados por Gustavo Prellezo, policía de Pinamar, para llevar a cabo el secuestro. 

El comisario de la localidad, Alberto Gómez, liberó la zona para que ocurriese el acto, con la participación necesaria de los policías Sergio Camaratta y Aníbal Luna. Finalmente, el Sargento del Ejército y jefe de Custodia de Yabrán, Gregorio Ríos, fue considerado ser el instigador inmediato del crimen. Prellezo llevó a cabo el acto final, arrebatándole la vida a Cabezas. 

Una necesaria reflexión

Como ocurrió en casos tales como el Atentado a la Embajada de Israel, el Incendio de Kheyvis, el Atentado a la AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina), la Muerte de Carlos Ménem Jr., la Explosión de Río Tercero o la posterior Masacre de Ramallo y la Tragedia de LAPA, ejemplos gráficos de los sucios años 90 ‘s, el crimen de Cabezas quedó, en gran medida, impune. 

Para gran parte de la sociedad, las reducciones de penas a los acusados del crimen beneficiados por el 2×1 no hicieron más que generar rabia y decepción sobre la Justicia Argentina. El asesinato y su vinculación -innecesaria- con las políticas de turno, al igual que varios de los casos ya mencionados, también quedó impune, sin culpables ni verdugos presentes.

Los negociados, como ocurre usualmente en este país, se desvincularon, se esfumaron o en algunos casos, pasaron al anonimato. En otros, seguramente estén en manos de quienes aún lucubren con esa plata sucia. Alfredo Yabrán, el rostro más buscado por los medios gráficos de otrora, ya no se encuentra presente. 

Sin embargo, su semilla sigue germinando en algunos sectores, que ahora enquistan su mafia a través de la comunicación. Ya no matan a cara descubierta, sino que atacan a plena luz del día, coartando nuestra libertad de expresión. No dejemos que las palabras se limiten, no dejemos que una fotografía sea solo la portada de un libro viejo, no dejemos que la grieta se recrudezca por intereses. 

Cabezas los unió a todos: medios gráficos, escritos, radiales y televisivos en su memoria. Y aquellos gritos de Justicia y Libertad se mantuvieron perpetuos en el tiempo. Sin embargo, el control de las redes sociales, el internet y los medios tradicionales ya perturban su memoria. No seamos las nuevas víctimas. Las fotografías no matan, las palabras no fusilan, la libertad no se negocia. 

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