Los cancilleres de Rusia, Turquía, Irán y Siria se reunieron este miércoles en Moscú para debatir sobre la seguridad y la integridad territorial en Oriente Medio y particularmente en territorio persa. Serguéi Lavrov, ministro de Relaciones Exteriores ruso, denunció la responsabilidad de Estados Unidos por su injerencia en los asuntos internos de los estados de la región. Nota al Pie analiza el rol del Kremlin en la articulación geopolítica de una zona estratégica para la gobernanza mundial y el fortalecimiento de Bashar al-Assad luego de la crisis en su país.
El diseño de “una hoja de ruta”
Anfitrión del encuentro, Lavrov marcó como eje central de la reunión la situación geopolítica de Siria. Además, el canciller ruso hizo mención al escenario humanitario en aquel país, la responsabilidad política de Washington y los vínculos diplomáticos entre los países de Oriente Medio. A propósito, convocó a sus pares “a diseñar una hoja de ruta para restablecer las relaciones sirio-turcas”. Según su mirada, el proceso de normalización del diálogo entre ambas potencias “abre nuevas oportunidades” al formato de Astaná -plataforma alternativa a la de la ONU comprometida en Siria- para resolver la crisis.
Por otro lado, el principal asesor de Vladimir Putin planteó que Estados Unidos continúa saqueando la riqueza de Siria y apoyando a las milicias separatistas, y que para ello es imperativo “recuperar el control del Estado sirio sobre todas sus tierras”. Lavrov también mencionó que el coloso norteamericano ha creado un ejército sirio libre con la participación de combatientes del Estado Islámico “para desestabilizar la situación en el país”. Además, subrayó la necesidad de preservar su soberanía, unidad e integridad territorial y facilitar el retorno seguro y voluntario de los refugiados a Siria.
Por último, la reunión cuatripartita abordó la influencia de las sanciones occidentales en la crisis humanitaria que vive la nación oriental. Durante la última década diversas instituciones financieras occidentales han bloqueado “la importación de alimentos, medicinas, repuestos, materias primas y artículos necesarios para las necesidades y la recuperación económica del país”, informó la relatora especial de la ONU, Alena Douhan. De este modo, profundizaron la escasez de electricidad y agua potable e impidieron la reconstrucción de infraestructura, reforzando el cuadro de pobreza que alcanza al 90 por ciento de la población. Hoy más de la mitad de los sirios sufren de inseguridad alimentaria, además de que 1 de cada 4 están discapacitados y casi el 15 por ciento sufre de enfermedades.
El factor sirio
En efecto, la presencia del gobierno sirio en la reunión fue el elemento central de las conversaciones. El proceso de guerra civil que se desarrolla en Siria desde el año 2011 concentró las miradas de los principales actores internacionales que disputan la distribución del poder global. Por un lado, la ONU creó el formato Ginebra para encarar la resolución de la crisis humanitaria. Por el contrario, Rusia, Turquía e Irán han desarrollado el formato de Astaná. Si bien unos y otros se han acusado de intervenir según sus propios intereses, en los últimos meses el gobierno sirio ha retomado el control de la situación a partir de la articulación con el esquema euroasiático.
La victoria relativa en el campo de batalla de al-Assad generó las condiciones para recuperar legitimidad en el plano diplomático. Su inclusión en una reunión en la que participan Rusia, Irán y Turquía dan cuenta de ello. Pero también la recomposición de las relaciones entre Damasco y los gobiernos árabes que se habían quebrado desde 2011. En ese marco, la reciente decisión de readmitir a Siria en la próxima cumbre de la Liga Árabe, el espacio que agrupa a 22 estados árabes y 340 millones de personas, representa un cambio de paradigma. El secretario general del organismo, el egipcio Ahmed Aboul Gheit dijo que es el comienzo de un proceso “gradual” para resolver la crisis de Siria.
Formalmente fue el rey de Arabia Saudita, Salmán bin Abdulaziz, quien extendió la invitación a al-Assad a participar de la 32 edición de la Liga Árabe. Histórico aliado de Washington en el Golfo Pérsico, Arabia Saudita ha restaurado sus relaciones diplomáticas con Irán, lo cual expresa la relación de fuerzas a nivel internacional donde el Multipolarismo Pluriversal se consolida por sobre el Unipolarismo Financiero. La misma situación se puede apreciar en la negativa de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) -que conducen los saudíes- para aumentar la producción petrolera, favoreciendo los intereses norteamericanos.
Rusia fortalece su posición en Oriente Medio
Desde luego, este conjunto de acciones desarrolladas en los últimos meses ponen de relieve un proceso en curso que acelera sus tiempos: la conformación de un bloque estratégico en Oriente Medio. Los grados de asociación entre las principales potencias de la región van en aumento y expresan una clara dirección geopolítica: la prevalencia en la coincidencia de intereses profundos por sobre las diferencias ideológicas, políticas, económicas y culturales. Y en este nuevo escenario Rusia tiene una responsabilidad importante.
Su capacidad para conducir los debates en la OPEP, articular apoyos entre las naciones devastadas por la guerra y generar diálogo entre países históricamente enemistados dan cuenta de ello, y la OTAN y la Unión Europea han tomado nota. De hecho, la relación entre Moscú y Ankara es un dolor de cabeza para los actores unipolares que experimentan un franco retroceso en el ordenamiento de los asuntos internacionales. Por ese motivo el Departamento de Estado norteamericano apoya al candidato opositor, Kemel Kilicdaroglu, en las próximas elecciones turcas. El adversario de Recep Tayyip Erdoğan prometió mejores relaciones con Occidente si se impone el 14 de mayo.
Si bien Turquía es un socio fundamental de la OTAN, desde la gestión de Erdoğan los cortocircuitos con la Casa Blanca han sido frecuentes. De hecho, el presidente turco fue un actor sustancial en la expansión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, bloqueando el ingreso de Finlandia y Suecia en medio del conflicto en Ucrania. El ministro del Interior de Turquía, Süleyman Soylu, ha calificado a Europa como “el peón de Washington”. A su vez, Moscú tiene claro que el diálogo regional en Oriente Medio para fortalecer las posiciones multipolares solo es posible con Erdoğan a la cabeza del Estado.