Argentina es un país que desde la creación monetaria en 1881 sufrió incontables procesos de inflación e hiperinflación. Para ese año, la relación con la moneda extranjera era de $1037 pesos por 1 dólar. La historia cuenta como un país tan rico atravesó procesos económicos que después llevaron a la rebelión social.
Es por ello que, en esta primera entrega, Nota al Pie analizará el desarrollo inflacionario desde la vuelta de la democracia. Es decir, desde el mandato de Raúl Alfonsín hasta la actual presidencia de Alberto Fernández.
¿Qué es la inflación y la hiperinflación?
La inflación es un fenómeno que refiere al aumento generalizado y sostenido en el nivel de precios de bienes y servicios en una economía, a lo largo del tiempo. Esto se produce cuando el poder adquisitivo de la moneda disminuye, debido a que los precios de los bienes y servicios que se compran con la misma, aumentan.
Asimismo, también se encuentra: el aumento en la demanda de bienes y servicios (mayor demanda y menos oferta, los precios tienden a subir); aumento en los costos de producción (dependiendo la suba, las empresas pueden aumentar los costos de los productos).
De igual manera, puede darse por el aumento en la oferta monetaria (más dinero en circulación, pero la oferta de bienes y servicios no aumenta) o por la devaluación de la moneda (pierde valor y los precios de los productos importados aumentan provocando una crecida generalizada).
En tanto, la hiperinflacion es el proceso donde los precios de bienes y servicios se disparan a niveles exorbitantes, en un período corto de tiempo. Este fenómeno se define cuando la tasa de inflacion es superior al 50% mensual y dicho nivel se mantiene durante varios meses consecutivos.
Aunque depende de cada país y su situación económica, se puede decir que los orígenes más comunes suelen ser la emisión monetaria (más emisión y más oferta de circulación de billetes, puede llevar a una devaluación).
También, puede provocar un aumento en los productos básicos (por ejemplo, si aumenta el petróleo, todo el sistema de distribución y venta se incremente) o la reducción de la producción (la producción de bienes y servicios disminuye, y los alimentos que quedan en el mercado suben).
Todo ello puede provocar grandes desastres en la economía de un país. La pérdida del poder adquisitivo, la disminución del ahorro y la inversión, y la pérdida del valor de la moneda, son algunos de los problemas que puede acarrear.
América Latina tiene varios ejemplos de países que atravesaron este tipo de procesos. Entre ellos, Venezuela, Brasil, Nicaragua, Perú y Argentina.
La democratización de la inflación
El 10 de diciembre de 1983, Raúl Alfonsín asumió la presidencia tras obtener casi el 52% de los votos en primera vuelta. El país, que estuvo en manos de los militares, tenía una deuda de casi USD 45.000 millones y una agenda cargada en materia de Derechos Humanos.
Uno de los cambios economicos que se produjo durante los 6 años de presidencia, fue el reemplazo del Peso Ley por el Peso argentino (1983). Luego, en 1985, este fue sustituido por el austral.
El primer año de mandato fracasó de forma considerable. El control de precios, la inflación y la pérdida de salarios llevaron a que, en 1984, la inflación cerrara con 688%. Para el segundo año, ante la falta de contención económica, la cifra fue de 434%.
En 1985, durante el congelamiento de precios, la inflación descendió. Aun así, el país iba camino a una hiperinflación. Es así que en 1988 se lanzó el “Plan Primavera”, una herramienta para reducir la inflación y bajar el déficit fiscal, que habían sido adjudicados a las empresas estatales.
Este plan económico, liderado por el equipo económico de Juan Sourrouille, promovía la apertura de la economía, la privatización de empresas estatales, paralizaba las negociaciones con los sindicatos y congelaba los salarios de los empleados estatales.
El 12 de junio de 1989, el entonces presidente resuelve renunciar a la presidencia. Casi al final del mandato, Alfonsín expresa en cadena nacional el estado de crisis que atraviesa el país.
Privatización, devaluación e hiperinflación
Carlos Saul Menem asume la presidencia el 8 de julio de 1989. En sus primeros años de mandato, se pone en marcha la Ley de Convertibilidad, que luego generó consecuencias en materia de desempleo.
A su vez, el país atravesaba un proceso de desinflación. En marzo la inflación interanual llegó a un 287%, en agosto a 144% y en octubre la cifra rondaba un 102%. En 1991, luego de establecer la cotización del austral, de 10.000 unidades por dólar, el año cerró con una inflación del 173%.
Bajo la mano del ministro de Economía, Domingo Felipe Cavallo, la moneda de uso pasó a valer 10.000 australes, lo que equivalía a un peso de la nueva denominación. A esta medida se la conoció bajo el famoso nombre de “1 a 1”, y fue aprobada por el Congreso de la Nación bajo la Ley 23.928.
“Esta estrategia no logró generar confianza y en marzo de 1991 tuvo lugar una corrida bancaria”, explican en el informe “Idas, vueltas y tendencias: la economía argentina de las últimas 4 décadas”, de la Bolsa de Comercio de Rosario.
Con una casi “dolarización”, este paquete económico produjo un estallido y el peso terminó devaluándose. La inflación promedio durante el final de la presidencia de Menem fue elevada con un 69,7%.
Una corta presidencia
El 10 de diciembre de 1999, Fernando De la Rúa asumió la presidencia con la promesa de mantener la convertibilidad del peso-dólar. Mientras tanto, el país se encontraba con un aumento en la deuda pública y sus intereses.
Dentro de las políticas que aplicó el presidente, se pueden destacar dos planes. “El primero consistía en una rebaja de los sueldos públicos y un aumento del impuesto a las ganancias a las altas categorías y, el segundo, un rescate financiero internacional que se denominó “El blindaje”.
En enero del 2001, el país recibio un crédito de USD 40.000 millones por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI), para “blindar” la economía bajo los efectos financieros. Entre las condiciones que el organismo internacional aplicó fueron: eliminar la Prestación Básica Universal, elevar la edad jubilatoria de las mujeres, ajustar el gasto público, reducción de salarios, entre otras.
Claro está que, estas medidas no se pudieron sostener por lo que la situación económica del país empeoró. Tanto el blindaje como el megacanje (que consistió en postergar los vencimientos de diversas deudas por tres años), llevaron al país a un default.
El 3 de diciembre del 2001, el presidente anunció el denominado “corralito”, donde se restringió la libre disposición de dinero en efectivo de plazos fijos, cuentas corrientes y cajas de ahorros que tenían las personas en los bancos.
Este proceso llevó a un estallido social y cacerolazos derivando en la renuncia del presidente el 20 de diciembre del 2001. Una de las imágenes que quedarán grabadas en la historia argentina es la salida del mandatario de la Casa de Gobierno en helicóptero.
Desde la vuelta de la democracia hasta el 2001, el país atravesó procesos inflacionarios que destruyeron sistemáticamente la economía del país. La falta de políticas concretas derivaron en estallidos y saqueos por la falta de alimentos y las subas indiscriminadas de los precios.