El Regimiento de Infantería 9 de la capital correntina funcionó como centro clandestino de detención en la última dictadura cívico-militar. Un lugar que resume el engaño y la complicidad y resignifica la lucha por la Memoria, la Verdad y la Justicia. En marzo, sus instalaciones están atravesadas por el arte, la vigilia cultural y las visitas guiadas por el lugar.
Asimismo, fue una de las sedes de la segunda edición del ciclo Memoria Cautiva – Teatro x la Identidad, organizado por Marabunta. La propuesta reunió 11 textos teatrales de autores correntines cuyas adaptaciones tuvieron que ver con canciones prohibidas en la época, o bien abordaron los ejes de memoria e identidad.
El ciclo comenzó el sábado 18 y tendrá lugar hasta el 25 de este mes en distintas sedes. En el regimiento, ocho artistas plásticos contrapusieron “el arte como forma de denuncia y resistencia de esos momentos oscuros” a través de la exposición colectiva “Muestra Oscura”.
Esta propuesta buscó generar en les expectadores una experiencia individual ya que al tener como protagonista a la oscuridad, la obra debió ser iluminada por une misme para su apreciación. Cientos de personas se sumaron a esta iniciativa que busca mantener latente la memoria.
Mantener despierta la memoria
“Nos parece importante trabajar la memoria desde nuestros territorios, por eso se llama memoria cautiva, en alusión a las cautivas correntinas, a los silencios, a los acallamientos, tan propios de nuestra región”, explicó a Nota al Pie Laura Virgile, una de las organizadoras. A su vez, reforzó: “Todavía hay que hablarlo”.
Banderines, carteles y fotografías en blanco y negro contrarrestaron con lo sombrío del lugar. Quienes todavía hoy saben respirar el pasado son capaces de sentir el hedor del horror.
A través del tiempo, el nudo de la garganta se convirtió en el nudo de un pañuelo blanco que traduce a un lenguaje universal el sentido de la lucha. “Ponemos nuestro granito de arena para continuar con la causa de Abuelas de Plaza de Mayo que tiene que ver con la restitución de los hijos, ese es el sentido de teatro por la identidad”, remarcó Virgile.
En el patio central del lugar se esbozaron los trazos más abstractos de las infancias. Los lápices, los colores, las hojas y quienes deambularon por ahí son testigos de sus intervenciones. “Es otra forma de habilitar la palabra. Destaco lo intergeneracional porque hay niñes y gente que vivió esa época”, aseguró la organizadora.
En esa línea, la entrevistada agregó que “esto también va a generar el diálogo con las nuevas generaciones sobre lo que ocurrió”. Eso que sucedió fue la dictadura, y calló muchas voces que esta propuesta busca rescatar, porque entre las actividades también hay música y cuentos de autores que fueron censurades por el golpe.
Memoria de inclusión
Todas las miradas estaban puestas en el escenario por el que desfilaron les artistas. Fue Betty Andino la encargada de revivir el relato de Victoria Venilla en el que se refiere a su visita a la ex ESMA en Buenos Aires. Más tarde llegó Alejandra Valle con una propuesta que logró ponerle palabras al silencio.
En relación a ello, Valle explicó: “Estoy como directora de una propuesta que es diferente e inclusiva porque es una obra adaptada para el público sordo”. Es un texto titulado “Roce Final” del autor Darío Rambau. Explicó además que se trata de una carta muy fuerte y que trabajó durante mucho tiempo, junto a otres colegas, en la adaptación en lengua de señas.
“Significó un desafío y que el mismo autor venga a ver la obra y cómo se adaptó para las personas con discapacidad auditiva es algo que me tenía con mucha ansiedad”, confesó la directora antes de salir a escena.
Mientras aquellas puertas y ventanas dejaban entrar los últimos hilos de claridad de un día nublado y húmedo, les espectadores se las ingeniaron por recorrer la mayor parte del predio. Las luces cálidas del escenario contrastaron con las paredes de aquel sitio que se resquebrajaron con el tiempo y que en sus grietas contuvieron los aplausos de cada final.
“Nos interesa la inclusión y por eso estamos tratando de ser coherente con lo que pensamos. Hablar de inclusión es pensar en todes”, explicó Laura Virgile al ser consultada por los valores que rescata la segunda edición de este ciclo que emerge desde las letras de la identidad.
El teatro como refugio de la memoria
La sala renovó su público a cada instante. Pues las obras que se presentaron carecían de duración, pero lograron generar conciencia en les más grandes y curiosidad en les más chiques. Aquella jornada estuvo prevista desde hacía mucho tiempo, y en los últimos días la propuesta también llegó a escuelas y hospitales.
Después de la edición del año pasado, el equipo de Marabunta comenzó la convocatoria de textos teatrales, directores y elencos. “Me convocaron como director para una propuesta artística llamada ‘El infortunio de un poriajhú’, de Karen Gómez Curimá”, comentó el artista Matías Ramírez.
El director rescató la importancia de abordar textos desconocidos para el público u olvidados. “Mostrarlos en esta edición implica revalorizar los conceptos de Memoria, Verdad y Justicia”, aseveró. A través del arte y la expresión de cada artista se recreó y reivindicó el teatro como refugio de la memoria.
A su vez, Ramírez indicó que por medio de les personajes y la construcción de las escenas “cada uno le puso su impronta. Trasladó su idea al actor y desde ahí se compuso todo”. Así, el lugar que 47 años atrás fue testigo de desapariciones y violaciones a los derechos humanos, hace unos días fue cuna de varias propuestas que velan por el “Nunca Más”.