El juicio a Américo Balbuena, el policía infiltrado en la agencia Rodolfo Walsh, comenzó el pasado martes en Comodoro Py, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Sus excolegas en el medio, Rodolfo Grinberg y Oscar Castelnovo, declararon como testigos durante las audiencias. Por su parte, el acusado compareció en la última presentación en la Sala B de los tribunales y rechazó responder preguntas.
Ante el avance de la investigación, Nota al Pie conversó con los dos testigos, claves en la causa. Por un lado, Rodolfo Grinberg, quien fue director de la agencia Rodolfo Walsh y compañero de colegio del acusado, ratificó: “Es un cobarde”. Por otro, Oscar Castelnovo, que compartió trabajo durante varios años, explicó: “Me sentí rabioso (al declarar) porque tenía mucha bronca”.
De este modo, la relevancia de los testigos fue central en el inicio de este juicio dada la cercanía de ambos. “Declaré durante más de una hora y fui el primero en hacerlo”, confirmó el fundador de la agencia. A su vez, Castelnovo, actual periodista de la agencia Para la Libertad, aseguró: “Lo miré a la cara, pero él jamás me miró a los ojos”.
Al declarar, el acusado argumentó: “Jamás usé la información periodística con fines policiales”. Sin embargo, sus excompañeros coincidieron en la postura adoptada por Balbuena. “Lo de él fue pura actuación para sacar información porque utilizó a la agencia como trampolín para espiar a distintas organizaciones políticas y sociales”, concluyó Grinberg.
¿Un juicio justo?
Tras 10 años de la salida de Balbuena de la agencia Walsh, comenzó el juicio que implicó la participación de innumerables testigos. En la primera audiencia declararon Rodolfo Grinberg, Carlos Lordkipanidse, Claudio Dellecarbonara, María del Carmen Verdú y Alejandro De Massi.
En las siguientes audiencias participaron les dirigentes de Izquierda, Cristian Castillo, Gabriel Solano, Vilma Ripoll, Juan Carlos Giordano y Oscar Castelnovo, excompañero del acusado. “Según los abogados, va a haber condena por mal desempeño de funcionario público”, detalló Grinberg.
Sin embargo, agregó que “las condenas máximas son excarcelables y no va a cumplir pena en la cárcel”. En este sentido, la carátula de la investigación impidió que la causa pudiera tomar otro ribete. “La figura no está ni siquiera tipificada en la ley y lo máximo que pudieron acudir los abogados es abuso de poder de funcionario público”, sentenció Castelnovo.
Dado que la condena implica dos años de castigo y es excarcelable, el acusado no cumplirá su tiempo en prisión. No obstante, ambos entrevistados destacaron la importancia de este proceso judicial. “Que se lo haya llevado a juicio (a Américo Balbuena) es un avance”, añadió el fundador de la agencia.
Asimismo, Oscar Castelnovo destacó que “empezó la condena social” contra el policía infiltrado. “Existen espías en todos los espacios, gobierne quien gobierne y todos tienen su grupo de inteligencia. Tenemos que estar alerta”, ratificó. En esta línea, Grinberg afirmó que “es importante que la gente esté alerta porque esto sigue existiendo y los espías caminan entre nosotros”.
La ruptura de un fuerte lazo
El ingreso de Balbuena en 2002 marcó el inicio del fin de la agencia, como así también de un fuerte lazo con Grinberg. Sobre este vínculo, el entrevistado confesó: “Él era mi amigo y venía a casa porque trabajamos juntos”.
“Así empezamos a forjar nuestra amistad, conoció a toda mi familia y estuvo en el 15 de mi hija más chica”, confirmó el exdirector de la Walsh. Ahora bien, su relación con Castelnovo fue muy diferente. El fundador de la agencia Para la Libertad explicó: “Nosotros interactuamos muy poco”.
Sus diferencias ideológicas en el manejo de la información y la publicación de notas en el medio marcaron su vinculación. Aún así, ninguno imaginó el desenlace final. “Yo nunca dudé de él y nunca pensé que era policía, aunque algunas cosas me llamaron la atención”, afirmó Grinberg.
Además, reconoció: “Todo cambió cuando me enteré que era policía porque fue un dolor muy grande para mí”. El descubrimiento de la noticia significó un cimbronazo para ambos.
“Mi primera reacción fue de incredulidad. Después lo confirmé y lo confronté”, ratificó el viejo conocido de Balbuena. A su vez, Castelnovo agregó: “Sentí una rabia tremenda cuando me enteré porque fue una sorpresa. Estábamos devastados”.
El impacto en el periodismo
La noticia implicó un análisis muy profundo y generó incertidumbre en el periodismo de la época. “Yo me sentí mal y muy vulnerable porque estaba expuesto. Me sentí violado”, reconoció Grinberg. La confianza en les colegas fue un tema también en revisión.
“Hoy trato de no vivir asustado y desconfiando de todo el mundo. Sin embargo, el Estado se tomó la costumbre de infiltrar y espiar”, argumentó Castelnovo. En consecuencia, el impacto de esta confirmación golpeó muy fuerte al mundo periodístico.
En este sentido, Rodolfo Grinberg aseguró: “Me llevó varios años tratar de sobreponerme porque soy una persona que confía en la gente”. De hecho, el entrevistado confirmó que “este juicio abrió todas las heridas porque no es algo de lo que agrada hablar”.
Asimismo, Castelnovo certificó que “fue todo un proceso rápido, de bajón, incredulidad y rabia porque destruyó la agencia”. Por ello, el comienzo del juicio significó una oportunidad para darle seguimiento a temas de este calibre. La presencia de espías en el periodismo viene de larga data.
“Nosotros tenemos que estar en guardia y alerta porque la infiltración de los estados sigue. Y no voy a dejar de luchar”, concluyó.