En su película Tres cosas básicas, el cineasta Francisco Matiozzi Molinas relata la historia de Tulio “Tucho” Valenzuela, un militante montonero que en 1978 fue detenido por el Ejército argentino junto a su pareja embarazada, Raquel Negro, y su hijo pequeño.
El tercer trabajo de Matiozzi Molinas, después de Murales. El principio de las cosas (2016) y su participación en la dirección coral en Las fronteras del cuerpo (2020), es un relato documental que se esfuerza por contextualizar la época y las decisiones extremas que se tomaron durante la violencia política de los años setenta.
El director explica que las historias de amor y militancia, así como las “traiciones”, incomprensibles hasta el día de hoy, se relacionan estrechamente con el contexto político y social de la época. El documental se centra en la historia de esta pareja de militantes que, a pesar de conocer su destino, optan por seguir el camino correcto.
Tres cosas básicas se estrenó en el Centro Cultural San Martín (Sarmiento 1551, CABA) y tendrá proyecciones los días 25, 26 y 30 de marzo a las 19. El valor de la entrada general es de $400, y para jubilades y estudiantes, $300. Las mismas se adquieren a través de entradasba.buenosaires.gob.ar o en la boletería del CC San Martín.
Confeccionado con material de archivo y el testimonio de varias personas involucradas con el caso, el documental también utiliza la conferencia de prensa que “Tucho” dio en enero de 1978 desde la Ciudad de México, en la que denunció la Operación México y que causó mucha polémica en todo el mundo.
“Tres cosas básicas” se centra en la denuncia de la Operación México
La Operación México fue un plan ideado por el Ejército argentino durante la última dictadura militar para infiltrar a la cúpula de la organización Montoneros, que se encontraba en el exilio en México. El objetivo final era capturar o matar a sus líderes.
En diciembre de 1977, el dirigente montonero Tulio “Tucho” Valenzuela, junto a su esposa Raquel Negro y el hijo de ella, regresaron al país y fueron secuestrades y llevades al centro clandestino conocido como “Quinta de Funes”.
Allí, el entonces Comandante en Jefe del Segundo Cuerpo de Ejército, Leopoldo Fortunato Galtieri, le propuso a Valenzuela matar a Mario Eduardo Firmenich, el líder máximo de Montoneros. El dirigente “aceptó” y viajó a México bajo una condición: si algo salía mal, su esposa e hijo serían asesinades.
Sin embargo, la pareja se había vuelto en contra de sus secuestradores y planeó denunciar la Operación México. Una vez en el país norteamericano, Valenzuela puso al tanto a la cúpula montonera de todo lo que había sucedido. En una conferencia de prensa brindada el 18 de enero de 1978, denunció la operación, lo que generó una gran presión internacional y lo salvó de ser asesinado.
Pese a esto, su regreso a la Argentina no fue fácil. Fue investigado por los servicios secretos estatales cubanos y luego sometido a un Juicio Revolucionario por el Consejo Superior de Montoneros, acusado de traición.
Valenzuela fue degradado y finalmente regresó al país en julio de 1979, en el marco de la Contraofensiva montonera. Cuando llegó, se encontró con que su esposa, embarazada de mellizes, y el niño estaban desaparecides. Días más tarde, Valenzuela fue cercado por grupos de tareas de la entonces Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) y se suicidó tomando una pastilla de cianuro.
La restitución de la nieta 96
A principios de marzo de 1978, Raquel dio a luz a sus hijes en el Hospital Militar de Paraná, Entre Ríos. Elles permanecieron en la unidad de cuidados intensivos del hospital y posteriormente fueron trasladades al Instituto Médico de Pediatría, donde la niña ingresó bajo el nombre de Soledad López y el niño como “NN López”.
Abandonada por las fuerzas de seguridad en la puerta de un convento, la pequeña fue entregada en adopción a la familia Gullino. Esta información se puede obtener de un caso presentado en mayo de 2005 en el Juzgado Federal N°1 de Paraná, con base en una denuncia presentada por Guillermo “Mencho” Germano, coordinador del Registro Único de la Verdad.
En la causa también comparecieron como querellantes Sebastián Álvarez, su hermano, Abuelas de Plaza de Mayo y la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. Mientras tanto, a fines de noviembre de 2008, una joven que dudaba de su identidad se presentó en la sucursal Abuelas de Rosario.
A los pocos días de la entrevista, la joven recibió una citación del juzgado, quien ordenó una prueba genética e involucró en el caso a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI). El 23 de diciembre de 2008, el juez notificó a la joven, quien resultó ser hija de Raquel y Tullio. En tanto, sus padres y su hermano mellizo permanecen desaparecides.