El campo argentino experimenta una histórica sequía que tiene un impacto directo en la recaudación del Estado nacional. Al Gobierno se le avecinan dos problemas: el ordenamiento económico del frente interno y la dificultad para cumplir el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). ¿Qué estrategia adoptará el Frente de Todos para la gestión económica en un escenario adverso?
El factor FMI y la estrategia del gobierno
El país enfrenta una de las peores sequías de los últimos sesenta años y las perspectivas económicas del primer bimestre de 2023 comprometen las cuentas públicas del Gobierno nacional. La recaudación por Derechos de Exportación cayó 36,2% interanual en el primer bimestre del año producto de la inédita sequía que afecta a la pampa húmeda.
El impacto de la sequía será contundente para las arcas públicas del Estado nacional. En ese marco, el gobierno conducido por Alberto Fernández ya avanzó en una revisión de la meta de acumulación de reservas con el FMI.
De común acuerdo con el Ministerio de Economía, la meta de las reservas del Banco Central de la República Argentina (BCRA) se flexibilizó con una reducción de casi 2.000 millones de dólares. Sin embargo, el objetivo de disminución del déficit se mantuvo en 1,9%, lo cual sigue demandando un ajuste fiscal de, por lo menos, 1,1% del PBI.
A propósito del desafío que afrontará el gobierno del Frente de Todos, Nota al Pie dialogó con Humberto Tumini, presidente del movimiento Libres del Sur. “Todo indica que, por recomendación del FMI, la estrategia la orientarán a recortar el gasto público, y será muy dañino para la economía”, planteó.
Según su punto de vista, los esfuerzos deberían canalizarse en “poner plata” para dinamizar la economía; pero “por exigencias del Fondo, ni durante la pandemia fueron en esa dirección”, aclaró.
En una coyuntura actual de empantanamiento de la dimensión financiera, la condición de primarización de la economía argentina compromete aún más las posibilidades del gobierno. En este caso, el marcado descenso en la recaudación de divisas afectará directamente la posibilidad de cumplir con la meta de déficit primario.
A pesar del superávit comercial registrado durante la mayor parte del actual período de gobierno y de los períodos de gracia en los pagos a los acreedores externos, no se ha conseguido acumular reservas. Es probable que el Gobierno nacional apueste a reducir los subsidios económicos y la asistencia social.
Recaudación “a secas”
Según informó la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), los ingresos por retenciones totalizaron $48.666 millones en febrero, expresando una caída nominal del 55,9% con respecto al mismo mes en 2022. A su vez, cayó un 25,2% en comparación con enero. Los ingresos en dos meses suman $113.771 millones.
La sequía fue demoledora en la exportación de trigo y reducirá sustancialmente la disponibilidad de soja y maíz. La caída real en febrero del 78% no solo es la mayor desde 2004, sino que incluso superó en 10 puntos porcentuales el peor registro de 2020, según el dato registrado durante la pandemia, que implicó una interrupción de la actividad económica.
Las perspectivas para 2023 indican que la caída recaudatoria en dólares del complejo agroexportador sería del 23%. Asimismo, también afecta el impacto de la Gripe aviar en las exportaciones avícolas, representando una pérdida de 36 millones de dólares en derechos de exportación.
En efecto, las proyecciones empeoran semana a semana y la meta fiscal del Producto Bruto Interno (PBI) nacional comienza a disiparse. Consultoras privadas plantean que la sequía le quitará un 0,3% del PBI al fisco. Otras, más pesimistas, deslizan un número cercano al 0,7% del total. En ese sentido, la meta fiscal acordada con el FMI de un Déficit Primario del 1,9% comienza a ser difícil de visualizar, considerando la merma en las reservas.
Un escenario financiero internacional, ¿adverso?
Además del complejo panorama económico interno y los compromisos financieros impuestos por el FMI, el escenario internacional también luce desfavorable. La semana pasada el Silicon Valley Bank (SV BANK) anunció su quiebra luego de que la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) elevara las tasas de interés y redujera el valor de la cartera de bonos del banco. El SV BANK vendió su cartera de bonos en depreciación para hacer frente a los retiros de los grandes depositantes y esa maniobra redujo el valor de sus bonos y se llamó a la quiebra.
Consultado sobre el posible impacto de esta crisis financiera sobre la economía nacional, Tumini advirtió que “depende de su evolución”. Si la situación empeora y deviene en una crisis del sistema financiero mundial (al igual que con la crisis de Lehmann Brothers en 2008), la economía del mundo puede caer en recesión y los precios de las commodities agropecuarias, devaluarse. En este caso, la capacidad de acumulación de divisas por parte del Estado nacional se debilitaría aún más.
De todos modos, Tumini señaló que el problema estructural de la economía argentina sigue atado a la primarización de su economía. “Debemos apuntar al fortalecimiento de otros sectores primarios exportadores y avanzar en la industrialización por sustitución de importaciones”, sostuvo.
La restricción externa que condiciona la economía nacional parece no despejarse según las planificaciones económicas, y por eso los movimientos financieros internacionales suelen impactar con mayor gravedad.