El yacimiento Vaca Muerta no detiene el crecimiento de sus volúmenes de producción y alcanza máximos históricos. Habiendo abastecido el mercado interno, la petrolera estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) proyecta fortalecer la infraestructura para potenciar la exportación al resto del mundo.
Nota al Pie repasa el escenario actual y qué tienen para ganar cada uno de los actores involucrados.
Impulso a la producción
La producción petrolera en Argentina viene desarrollando una tendencia de crecimiento en los últimos años a partir de la explotación de Vaca Muerta. De hecho, en enero se alcanzó el mayor volumen de producción de petróleo desde el año 2008: 626.000 barriles por día.
De este número, el 45% corresponde a pozos no convencionales, como es el caso de la cuenca patagónica. En relación a la producción gasífera, el 39% proviene de fuentes no convencionales, más allá de las limitaciones propias de la infraestructura.
Neuquén lidera la producción diaria nacional de barriles con 315.340, más del 50% del total nacional; y le sigue Chubut con 140.282 a partir del predominio del Golfo de San Jorge.
En la cuenca de Vaca Muerta el desempeño de las compañías es diferente. YPF encabeza la producción con 809.000 metros cúbicos de crudo. Esta situación marca un sensible crecimiento con respecto a los 620.000 que había conseguido en el mismo mes pero de 2022.
A continuación le sigue una larga lista de empresas trasnacionales, varias de ellas norteamericanas: Vista Energy; Shell Argentina; Pan American Energy; Tecpetrol; Exxonmobil; Pluspetrol; Chevron; y por último Total.
Proyectos de YPF
Luego de una etapa en la que se logró posicionarse como una empresa fundamental en el abastecimiento del mercado interno, YPF se propone dar un salto de calidad.
Para ello trabaja en cuatro proyectos estratégicos: la reactivación de Otasa; el nuevo oleoducto Vaca Muerta Norte; el oleoducto Vaca Muerta Sur y puerto exportador; y el sistema para exportar GNL. Hasta el momento las obras realizadas en la zona apuntaron a robustecer el abastecimiento al mercado local, pero ahora la infraestructura está diseñada para potenciar la venta al resto del mundo.
El Oleoducto Transandino (Otasa) es una obra que se prevé rehabilitar en mayo y que permitirá incrementar en hasta 100.000 barriles diarios la posibilidad de exportación de crudo. A su vez, el Oleoducto Vaca Muerta Norte recorrerá 150 kilómetros desde La Amarga Chica hasta la cabecera de Otasa.
Por otro lado, el Oleoducto Vaca Muerta Sur es un proyecto propio que consiste en la construcción de un ducto de 700 kilómetros de extensión hasta las costas de Río Negro, junto con una megaterminal portuaria. En cuarto lugar, el sistema de GNL se montará a partir de la sociedad con la malaya Petronas y demandará la construcción de un nuevo gasoducto desde Vaca Muerta.
Asimismo, el avance en la construcción del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner y sus obras asociadas incrementarán hasta en un 30% la capacidad de evaluación de la formación neuquina desde mediados de este año.
YPF, la principal productora del país, no se encuadra entre las exportadoras de crudo más relevantes porque su objetivo inicial es abastecer refinerías para atender la demanda de su red de 1.600 estaciones de servicio. Sin embargo, el salto de producción que registra la empresa estatal le permite proyectar un horizonte exportador.
Ganadores y perdedores
El crecimiento exponencial en la producción de Vaca Muerta y la posibilidad de que YPF se proyecte como un factor de exportación expresa una decisión política: la de potenciar la extracción de hidrocarburos para venderlos al resto del mundo. En este marco, el Estado argentino ha favorecido desde 2014 la inserción de empresas transnacionales como Chevron para dar un salto de escala en la producción petrolera y gasífera.
Si bien la estrategia fue exitosa en el rubro productivo y se han desarrollado las condiciones para que una nave insignia como YPF comience a exportar con mayor magnitud, las familias argentinas no han percibido un cambio significativo en sus economías. La inflación galopante ha afectado el precio de los combustibles, lo cual generó un efecto arrastre en el resto de los productos. De hecho, mientras estas mismas compañías fueron aumentando sus saldos exportables aún no se había resuelto la demanda interna.
Por ende, corresponde a los altos mandos del gobierno nacional coordinar una estrategia con los dirigentes de las empresas del sector y los representantes sindicales que beneficie la economía de las familias argentinas. Por lo pronto, el crecimiento exponencial de la producción y la emergencia de una posibilidad exportadora aún no se ha expresado en una distribución de esta misma riqueza.