El Ministro de Relaciones Exteriores argentino, Santiago Cafiero, se reunió con su par británico, James Cleverly, en la Cumbre de cancilleres del G20 en Nueva Delhi, India. A partir del Informe 096/23, el gobierno argentino le notificó la decisión de finalizar el Comunicado Conjunto del 13 de septiembre de 2016, conocido como Pacto Foradori-Duncan. Diversos analistas se han preguntado si la interrupción del pacto expresa un paso firme hacia la soberanía nacional o más bien una ventana en un escenario general de retroceso en la Cuestión Malvinas.
Un acuerdo perjudicial para el interés nacional
El Pacto Foradori-Duncan es un documento suscrito por el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y Argentina en 2016 que brindaba concesiones a los británicos para promover la explotación económica en las Islas Malvinas. Por un lado, garantizó “la remoción de todos los obstáculos para el crecimiento económico y el desarrollo sustentable” de las islas. Por otro lado, legitimó el establecimiento de “conexiones aéreas adicionales entre las Islas Malvinas y terceros países”. Tales acuerdos contradijeron la postura argentina de tomar medidas para proteger sus recursos naturales y también promover exclusivamente un segundo vuelo desde territorio continental mediante la aerolínea de bandera.
Ninguno de los históricos reclamos argentinos estuvo contemplado en el pacto, uno de los más lesivos para nuestra historia sobre la Cuestión Malvinas. No se hace mención a la disputa de soberanía, ni a la Resolución 2065 (XX), y tampoco a la violación de la Resolución 31/49 que prohíbe acciones unilaterales y el que Reino Unido lleva adelante en el área. En efecto, el gobierno argentino propuso retomar las negociaciones por la cuestión de soberanía impulsando una reunión en la sede de la ONU en Nueva York. “La Argentina cumple de esta manera con el mandato de la Asamblea General y del Comité de Descolonización de Naciones Unidas”, indicó el canciller Cafiero desde su cuenta de Twitter.
Luego del retiro argentino del pacto, diplomáticos británicos tomaron cartas sobre el asunto. Celeverly, anfitrión durante la reunión de los cancilleres, ratificó en sus redes sociales que las “Falkland Islands” son británicas. A su vez, planteó que los isleños tienen el derecho a decidir su propio futuro ya que “han optado por seguir siendo un territorio autónomo de Ultramar”. Asimismo, la embajadora británica en Argentina, Kirsty Hayes, lamentó la interrupción de un “acuerdo histórico” que, entre otras cosas, puso en marcha el proceso de identificación de los caídos en las islas, situación que fue desmentida por el secretario de Malvinas, Guillermo Carmona. Paradójicamente, el ex canciller nacional Jorge Faurie se unió al argumento colonial declarando: “si salimos con nacionalismo, vamos muy mal”.
La desmalvinización
El Pacto Foradori-Duncan es un eslabón de una larga cadena de políticas de Estado alineadas al interés colonial que se viene desarrollando desde la derrota en Malvinas en 1982 hasta la actualidad, con períodos excepcionales. Un hecho fundamental durante esta etapa es, indudablemente, los Acuerdos de Madrid I y II suscritos en 1989 y 1990 bajo el gobierno neoliberal de Carlos Menem y la conducción económica de Domingo Cavallo. Acuerdos que marcaron el reinicio de las relaciones diplomáticas entre ambas partes luego de la Guerra.
A partir de ellos se desarrolló un procedimiento para el reclamo de la soberanía de las Islas estableciendo una serie de puntos y cláusulas. En primer lugar, plantean el principio de resolución de las controversias de forma pacífica. En segundo lugar, abren el juego a un “marco de acciones en torno a la explotación de los recursos y las flotas pesqueras, marítimas y accesos que desprenden las Islas Malvinas”. Concretamente, los acuerdos expresan la rendición argentina ante los intereses británicos de explotar los recursos naturales de la zona. Pero también, bajo el argumento de paz, el inicio de un proceso de desinversión en el Instrumento Militar y la decisión de retirar activos militares en el Sur del país.
En este sentido, si bien la interrupción del pacto implica un corte en la política de Estado que favorece al Reino Unido, la respuesta británica pone de relieve el nivel de disputa y la definición de resistir.
César Lerena, experto en Atlántico Sur, alerta con que el Informe 096/23 deja de lado cuestiones de ocupación territorial y explotación de recursos pesqueros e hidrocarburíferos. Según su punto de vista, “derogar el pacto sin rever los Acuerdos de Madrid es como renegociar los textos de un Decreto reglamentario sin modificar la ley”. A propósito, recuerda que tanto los efectos de los acuerdos como del pacto violan la Disposición Transitoria Primera de la Constitución Nacional, situación que no termina de ponerse en discusión.
Malvinas: entre el apogeo unipolar y la emergencia del multipolarismo
La acción del gobierno nacional derogando el Pacto Foradori-Duncan también puede inscribirse en un marco internacional de posibilidades. La crisis del sistema geopolítico signada por el enfrentamiento entre el esquema unipolar anglosajón y el esquema multipolar repercute en un amplio universo de conflictos. El multipolarismo se desarrolla a partir de una concepción de “diálogo de civilizaciones” en contrapartida al “choque de civilizaciones” que propone el atlantismo liberal. Por ende, el principio de integridad territorial y de no intervención en asuntos internos de Estado son dos conceptos a defender.
La derrota argentina en Malvinas frente a la OTAN se dio en un escenario internacional de ascenso del hegemón unipolar, y los respectivos Acuerdos de Madrid en un contexto de consolidación, tras el Consenso de Washington. El bloque Estados Unidos-Gran Bretaña operó sobre la dirigencia política nacional para avanzar en acuerdos que favorecieron el interés colonial anglosajón. Sin embargo, la emergencia del esquema multipolar en el escenario de crisis internacional quebró consensos y en la propia ONU pero también en otros espacios diplomáticos el reclamo soberano argentino va ganando terreno. China, Rusia pero también las naciones que componen la Celac defienden el planteo nacional sobre el Atlántico Sur.
Por ende, la interrupción del pacto puede encuadrarse en el mismo sendero que expresa la visita presidencial a la Base Marambio en el Día de la Antártida Argentina el pasado 22 de febrero. Un mensaje soberano debe cimentarse sobre hechos concretos, como la presencia y el desarrollo argentino en el Atlántico Sur para fortalecer su proyección. Su único obstáculo es, justamente, el rechazo a negociar por parte del Reino Unido. Por eso, encarecer los costos de ocupación de los británicos y las potencias extranjeras sobre el espacio nacional es una de las estrategias a abordar. La defensa de los intereses estratégicos de un país bicontinental dependen del desarrollo de este conjunto de factores en disputa.