
Canadá vivió horas de profunda conmoción antes de acudir a las urnas. A raíz del trágico atropello masivo ocurrido el sábado en Vancouver, donde murieron once personas y decenas resultaron heridas, la campaña electoral se vio drásticamente alterada.
El responsable del ataque, identificado como Kai-Ji Adam Lo, de 30 años, enfrenta múltiples cargos de asesinato y será juzgado en los próximos días. La Policía descartó el móvil terrorista y atribuyó el acto a problemas de salud mental. El trágico suceso tiñó de luto la antesala de unas elecciones clave.
Elecciones bajo la sombra de Trump
Más allá de la tragedia, la campaña electoral de 2025 estuvo marcada por otro factor decisivo: la influencia del presidente estadounidense Donald Trump. Sus amenazas de anexar Canadá y su guerra comercial impactaron directamente en el ánimo de los votantes.
El efecto Trump se tradujo en una remontada del gobernante Partido Liberal, liderado por un candidato que aglutinó el rechazo al populismo norteamericano, desplazando al conservador Pierre Poilievre, asociado a políticas similares a las del mandatario estadounidense.
Las encuestas previas ubicaban al Partido Liberal al frente con el 43% de la intención de voto, frente al 38,9% del Partido Conservador, mientras que el NPD y el Bloque Quebequés obtenían cada uno un 6,1%.
¿Qué está en juego para Canadá?
En estas elecciones no solo se definirá el próximo primer ministro. Muchos canadienses perciben que el futuro mismo del país está en juego. La defensa de la soberanía frente a las amenazas de anexión, sumada a la necesidad de políticas para abordar la crisis del costo de vida, la escasez de viviendas y la migración, son temas centrales en la mente de los votantes.
Más de 7,3 millones de ciudadanos ya emitieron su voto en la elección anticipada, un récord impulsado por el temor y la incertidumbre.
Vancouver: una ciudad herida
Mientras tanto, Vancouver intenta sobreponerse a la tragedia. El alcalde Ken Sim y el jefe de la Policía, Steve Rai, confirmaron que el ataque en el festival Lapu Lapu no tuvo motivaciones políticas ni terroristas. No obstante, las secuelas emocionales son profundas: decenas de heridos siguen hospitalizados, algunos en estado crítico.
La imagen de un vehículo Audi negro con la parte delantera destruida quedó grabada en la memoria de un país que, mientras decide su futuro político, también busca sanar sus heridas más recientes.