
Desde el 9 de abril, el público puede disfrutar y descubrir un poco de historia argentina gracias a la original puesta de “El grito sagrado, la historia de María Remedios del Valle”. Se trata de una pieza que recupera con intensidad la figura de una heroína olvidada de nuestra memoria nacional. El unipersonal, escrito por Marcela Peidro y dirigido por Lorena Romanin, marca un importante punto de inflexión en la recuperación de figuras históricas invisibilizadas. Las funciones son los miércoles a las 20:30 en Itaca Complejo Teatral, Humahuaca 4027, CABA.
Como se mencionó, la obra narra la vida de María Remedios del Valle, una mujer afrodescendiente que combatió en las guerras de independencia junto a Manuel Belgrano, quien la nombró Capitana. Su historia es un doloroso recorrido por la injusticia y el olvido, ya que perdió a toda su familia en el campo de batalla y terminó sus días en la pobreza extrema, mendigando en las calles de Buenos Aires.
Esta puesta teatral establece un paralelismo brillante con el Himno Nacional Argentino, cuyo “grito sagrado” se convierte en metáfora del clamor de María Remedios por justicia y reconocimiento. La obra cuestiona directamente la construcción de nuestra identidad nacional y expone las omisiones deliberadas en nuestra historia oficial, donde figuras como la de del Valle quedaron excluidas por su condición de mujer y sus orígenes.
Bella interpretación y dinámica puesta
La interpretación de Dayana Bermúdez Cortés es notable por su honestidad y potencia. La actriz asume el desafío de este unipersonal con una energía que trasciende el escenario y conecta con el público de forma visceral. Su caracterización de María Remedios es un equilibrio perfecto entre la fuerza de una combatiente y la fragilidad de una mujer despojada de todo. La actriz logra transmitir la indignación y el dolor de su personaje sin caer en excesos melodramáticos.
La dirección de Lorena Romanin demuestra un trabajo minucioso de investigación histórica y una sensibilidad especial para abordar temas de identidad y memoria. La puesta en escena integra diferentes lenguajes artísticos que se complementan de manera armónica. La decisión de intervenir el Himno Nacional con percusiones que evocan el candombe es un acierto que subraya el origen afrodescendiente de la protagonista y cuestiona la narrativa oficial.
La escenografía de Gabriella Gerdelics, sobria pero efectiva, se transforma con la iluminación de David Seiras, que crea atmósferas evocativas y emotivas. El vestuario, también a cargo de Gerdelics, resulta funcional y con gran valor simbólico.
La música original de Pina González, ejecutada en vivo junto a Lucas Sanjurjo, suma potencia a ciertos momentos dramáticos. Los momentos en que el sonido se fusiona con la palabra de la protagonista crean secuencias de gran impacto. Las proyecciones audiovisuales diseñadas por Adriana Pulvirenti y las ilustraciones de Josefina Wolf complementan la narrativa y ofrecen un contrapunto visual a la interpretación.
Una invitación redescubrir parte de nuestra historia
Esta obra llega en un momento oportuno para nuestra sociedad. Ya que “El grito sagrado” nos recuerda que el reconocimiento a figuras como María Remedios del Valle va más allá de una imagen en el papel moneda. Se trata de incorporar a nuestra identidad colectiva a todos aquellos que fueron excluidos de la historia oficial.
Este unipersonal es más que un espectáculo teatral, es un acto de justicia histórica. La obra nos invita a reflexionar sobre cómo construimos nuestra memoria nacional y qué voces decidimos escuchar. En tiempos en que la revisión histórica resulta fundamental para construir una sociedad más inclusiva, esta pieza teatral nos ofrece una oportunidad para saldar una deuda pendiente con aquellos que, como María Remedios del Valle, dieron todo por una patria que luego los olvidó.