Museo del Automóvil Rau: un viaje al pasado en La Plata

Cerca de la estación de tren platense, se encuentra un edificio más antiguo que la ciudad. Allí se emplaza este museo, cuya colección tiene desde autos antiguos hasta objetos de la vida cotidiana de la creación de la capital bonaerense.
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El Museo del Automóvil Rau cuenta con un patio interno, donde los hermanos Jorge y Cecilio instalaron un antiguo aljibe. Créditos: Romina Toledo, Nota al Pie.

Frente a las vías del Tren Roca, un sector de la vereda de la calle 1 entre 34 y 35 no tiene baldosas, sino adoquines originarios de la ciudad de La Plata. Son la alfombra roja que llevan al Museo del Automóvil Rau, una colección de vehículos antiguos y ramos generales que remonta al pasado platense. 

La institución pertenece a dos hermanos oriundos de la capital bonaerense: Jorge y Cecilio Pablo Rau. Desde chicos acopiaron objetos con relación al mundo automotor, y como la cantidad de elementos crecía sin parar decidieron emplazar un lugar para exponerlos. 

Fue así que se construyó el Museo del Automóvil Rau, que en la actualidad abre al público en general las tardes de algunos fines de semana, a chequear en su cuenta de Instagram. Su entrada vale $3000 para los mayores de 6 años, ya que para les niñes es gratuita. Detrás de sus históricas puertas se encuentra un viaje a principios del SXX, y en Nota al Pie te adelantamos algunos de los tesoros que allí podrás visitar. 

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Los autos que allí se pueden encontrar son de diferentes momentos del SXX. Créditos: Nota al Pie. 

Un edificio más antiguo que la ciudad

Jorge y Cecilio Rau se dedicaban a la compra y venta de antigüedades, en su clásica casa de remate en 1 entre 35 y 36. A su vez, coleccionaban autos y objetos de tiempos pasados, que decidieron exponer en un museo. Para el mismo quisieron encontrar un sitio simbólico de la ciudad, por lo que en 1984 compraron el edificio donde hoy se encuentra el Museo del Automóvil Rau. 

Eduardo Silva se encarga de cobrar las entradas, dicta las visitas guiadas y aporta información sobre los cientos de objetos curiosos que contiene la institución. En diálogo con Nota al Pie, relató la historia de dicha construcción. 

“El edificio es más antiguo que la ciudad de La Plata”, aseguró. Así lo anuncia el inmueble en su fachada, donde se lee la inscripción “Año 1875”. “Era la capilla de Tolosa”, confirmó Silva al referirse a la localidad vecina a la capital bonaerense. 

“Cuando por una cuestión política deciden fundar La Plata y marcan las cuadras, el edificio quedó dentro del perímetro”, continuó Silva. Entonces, quienes vivían en Tolosa erigieron su iglesia frente a la plaza y la antigua construcción entró en abandono. “Hasta que lo compra Jorge Rau”, advirtió. 

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Uno de los rincones del museo recrea un taller antiguo de autos. Créditos: Romina Toledo, Nota al Pie. 

Los hermanos anticuarios se encargaron de su refracción, cuando esta se completó comenzaron a trasladar los autos y elementos de la colección. Pero decidieron complementarlo con estructuras históricas de distintos negocios de La Plata y hasta de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 

Ya en su fachada colocaron rejas que pertenecían a la panadería El Toro, que durante muchos años funcionó en la esquina de 15 y 58. Mientras tanto, el portón de entrada solía ser del teatro porteño Odeón, citado en Corrientes y Esmeralda

Luego de atravesarlo se accede a un pequeño vestíbulo donde se abona la entrada. Lo decoran un surtidor antiguo de la marcha Shell, y un tocadiscos que, ¡sorpresa!, aún funciona. Para entrar al museo, hay que cruzar otras puertas vaivén, con una identidad especial. 

“Pertenecieron a la primera locación del bar porteño El Tropezón, donde iba Gardel”, confirmó Eduardo Silva. Afirmó que las personas más grandes que visitan el edificio suelen emocionarse, al pensar que tocan el mismo picaporte que alguna vez utilizó el tanguero argentino.

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Muchos automóviles datan de comienzos del siglo pasado. Créditos: Nota al Pie. 

A puro motor

Después de años de ponerlo a punto, el Museo del Automóvil Rau abrió en 2006. Lamentablemente, Cecilio había muerto algunos meses antes, por lo que Jorge continuó con el proyecto. En la actualidad, la directora de la institución es Evelín Rau, su hija. 

Lo primero que se observa al ingresar al museo son autos antiguos. Los hay de diferentes marcas y años: un Ford Town Car de 1917, otro Ford T de 1915, un tractor Fordson de 1917; también el clásico Fiat Topolino de 1946, un Overland de 1915, un Durand de 1928. 

Otros son más curiosos, como un vehículo amarillo Heinkel alemán, que se abre por delante. O un Messerschmitt de 1959, de la misma nacionalidad, que se asemeja a la cabina de un avión de caza. 

En estos días, el protagonista es un Renault de 1910, que parece salido de una película de época. Silva contó que su restauración llevó alrededor de 25 años, ya que los repuestos no existen y hay que reconstruirlos desde cero, en base a fotos antiguas que muestran cómo era en su origen. 

Si bien el auto se encontró en Brandsen, una de las ruedas faltantes con llantas de madera se construyó en Rosario, la tela de la tapicería vino de Francia, y así con cada parte del vehículo. Un rompecabezas fierrero que tarda en armarse, pero cuyo resultado vale la pena. 

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Además, en el museo se puede visitar una cafetería ambientada como un almacén de décadas atrás. Crédito: Romina Toledo, Nota al Pie. 

Ramos generales

Además de los autos, el Museo Rau tiene mucho más por ver. Por una parte, elementos que se relacionan a ese mundo, como globos de surtidores o cartelería vieja de chapa enlosada de diferentes marcas de combustible. “Hoy ya no se encuentran”, reflexionaba Silva. 

Como curiosidad, una de ellas pertenecía a la marca “Energina” y su símbolo recuerda a la esvástica nazi. Se trata de una nafta que comercializaba Shell en el país en la década de 1920, su logo en realidad era una sausvástica (similar a que utilizó el partido de Hitler pero que gira en sentido contrario a las agujas del reloj). Luego de la Segunda Guerra Mundial, el controversial símbolo dejó de utilizarse. 

Pero el Museo del Automóvil Rau también ostenta elementos antiguos que recuerdan a la vida en la primera mitad del SXX. La mayoría se muestra en un café abierto al público, emplazado como un almacén de ramos generales. Allí se puede encontrar desde radios de época hasta viejas estufas de kerosene, pasando por heladeras, revistas, carnets de conducir u una lista muy extensa. 

Al finalizar el recorrido, una cabina telefónica de estilo londinense llama la atención de las infancias que conocen el museo en las visitas guiadas que se ofrecen a colegios. “Los chicos me dicen: ¿así hablaban por teléfono antes?”, compartió Eduardo Silva, guardián de un edificio que invita a un viaje al pasado en La Plata. 

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