“Montaña. Crónica de un Cáncer”, un proyecto colectivo y autobiográfico

La obra, editada de forma autogestiva por Maite Diorio, narra en tres actos la montaña emocional y física que implica atravesar una enfermedad que, aunque conocida, sigue siendo difícil de nombrar y transitar.
Montaña
Portada de Montaña. Crónica de un Cáncer. Créditos: Montaña. 

La novela “Montaña. Crónica de un Cáncer” de María Florencia Curi, con dibujos de Marianela Müller, tuvo su momento durante el conversatorio de cierre del evento Cáncer en Clave de Cómic del que participó la ilustradora, llevado a cabo en Centro Cultural Chimera (Tres Arroyos 402, Villa Crespo), el pasado 22 de febrero. 

Se trata de una novela autobiográfica publicada en 2024, de 176 páginas (formato 24 cm por 17 cm), con tapa blanda y encuadernación rústica. La obra cuenta con un prólogo muy emotivo y bien logrado, escrito por Mariela Acevedo, editora feminista e investigadora del CONICET, quien falleció a comienzos de este año. El libro es el resultado de un trabajo colectivo y autogestivo, y fue editado por Maite Diorio.

¿De qué se trata Montaña. Crónica de un Cáncer?

La historia comienza con la descripción de la vida cotidiana de Florencia, una mujer extremadamente activa, rodeada de amistades y gente conocida. Además de cumplir un horario fijo en una oficina, se dedicaba a la prensa, la comunicación y hasta tenía su propio portal de noticias.

Sin embargo, su vida da un vuelco de un momento a otro. Cuando a Flor le detectan cáncer de mama, todo cambia para siempre.

Se trata de un relato autobiográfico que abarca el antes, el durante y el después de la enfermedad y de una experiencia profundamente traumática. La novela se presenta como una verdadera “montaña” —¿rusa?—, llena de subidas y bajadas que Flor deberá atravesar para poder superar su enfermedad.

Dificultades, momentos críticos y tensos, situaciones duras, todo narrado en una prosa repleta de detalles sobre una enfermedad muy conocida por todes, pero de la que a veces se sabe poco sobre cómo se transita. Todo eso y mucho más a lo largo de tres grandes partes, en las que conoceremos a fondo a Florencia: no solo en relación con su enfermedad, sino también con sus amistades, su vínculo con su madre, sus sueños, anhelos y crisis.

Collage 1 Montana
Florencia Curi junto a sus amistades y en plena actividad antes de tomar conocimiento sobre su condición. Créditos: Montaña, collage Facundo Esmereles de Nota al Pie.

Una experiencia individual que se vuelve colectiva

Florencia deberá subir esa montaña, para volver a bajarla y sentir ese deseo por compartir su experiencia para que deje de ser individual y, de alguna manera, se vuelva colectiva.

Todo en Montaña es un hecho social y una obra colectiva, puesto que no solo se establece como un libro que puede llegar a ayudar a otres que deban transitar una experiencia más o menos similar, sino por la manera en que se encuentra realizada la obra. 

Para empezar, la edición no se inscribe dentro de una editorial preexistente. Maite Diorio, como editora, lo hace de manera independiente y desde el trabajo conjunto. Las ilustraciones también hacen su parte y terminan de darle forma a una historia tan dura que consigue comunicar en imágenes lo que a lo mejor las palabras no consiguen terminar de expresar. Sin dudas, las tres mujeres hacen a la obra para conseguir rolar con la otra y poner su parte para construir una obra sólida. 

La novela ilustrada aborda la experiencia que debió transitar su autora al tener que superar un cáncer de mama.
Florencia avasallada ante la noticia y sin saber cómo liderar con ella. Créditos: Montaña, collage Facundo Esmereles de Nota al Pie.

Ilustraciones que completan el relato

Marianela Müller consigue acompañar visualmente de manera muy certera el relato de Curi a lo largo de las tres grandes partes que constituyen el libro. No solo por su contenido y su mensaje, sino por la sensibilidad que manejan sus dibujos.

Cada ilustración se vuelve una muy correcta ejemplificación de un momento en la vida de Curi. Mūller consigue captar sustancialmente las palabras de la autora y, por tanto logra transmitirlo todo a través de un trazo repleto de sencillez a los gestos de les personajes y a los momentos más tristes y los más irónicos y con un tinte más humorístico.

La paleta que utiliza Müller resulta también muy acertada, no solo por sus tonos pasteles sino por sus tonos de la naturaleza, que hacen a la página un lugar seguro, amable y amigable para quien se acerca a la obra. Un cielo violáceo se funde con manchas acuareladas con colores con mucha carga lumínica que confluyen en una línea algo caricaturesca pero sensible y amena.

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