La Pascana nació como un restaurante, pero sus dueños desaparecieron sin previo aviso. Sin embargo, los empleados fundaron la cooperativa para mantener el negocio y expandirse hasta convertirse en mucho más que en un patio de comidas.
La representante de la cooperativa La Pascana, Ana María Nuciari, contó la historia ante radio La Revancha, un programa producido y realizado por jóvenes en contexto de encierro en Centro Socioeducativo de Régimen Cerrado (CSRC) Manuel Belgrano.
En 1995 toma vida un restaurante de comida típica de bodegón en Palermo, pero hacia finales 2012, los dueños del negocio desaparecieron sin aviso y sin pagarle a sus empleados, lo que derivó en una decisión de convertir ese restaurante en una cooperativa.
Desde entonces y hasta la actualidad, La Pascana es uno de los espacios gastronómicos en la Ciudad: “Pizzas, Panes & Pastas”, dice su logo, pero además, se dedica a brindar oportunidades que no abundan.
“Nuestra misión va más allá de la gastronomía: trabajamos por la inclusión social. Creemos que la dignidad nace del acceso a un empleo digno. Por eso, ofrecemos oportunidades laborales y voz en la toma de decisiones a personas en situaciones difíciles”, explicó la representante de la cooperativa, Ana Nuciari.
Inicios de la cooperativa
La cooperativa La Pascana surgió tras el cierre por fuga de los dueños en 2012 gracias a los propios empleados que decidieron mantener el barco a flote y su representante actual, que lleva cuatro años al frente, relató su vínculo con el lugar.
“En La Pascana trabajo desde que tengo 23 años. Entré el 23 de noviembre de 1997 y trabajé hasta que me casé y quedé embarazada de mi primera hija”, contó en sus primeras palabras a radio La Revancha.
En ese entonces, el dueño le informó que no podía tomarse licencia y que debía renunciar, a lo que accedió. Años más tarde, retornaría al restaurante en 2005 y nunca más se iría. Tras la noticia de la fuga de los dueños en 2012, se enteraron que no solo dejó sin paga a sus empleados sino que también quedaron en deuda con los proveedores.
Desde allí, Ana Nuciari relató cómo arrancó todo: “La propiedad era alquilada, hasta el día de hoy, y el dueño de la propiedad, que no era el dueño de la firma, confió en nosotros y quiso ayudarnos”.
A tres meses de la renovación del alquiler, el dueño les dio ese tiempo para reorganizarse y mantenerles el alquiler y fue quien les sugirió hacer una cooperativa. “Ahí empezó todo”, confirmó Nuciari, y pese salieron adelante pese a que fue “complicado ponerse de acuerdo entre 15 personas”.
Una fuente de oportunidades en contextos desfavorables
Dentro de La Pascana, Ana Nuciari contó cómo fue que empezaron a trabajar con personas tanto que hayan atravesado violencias o conflictos con la ley penal: “Salimos adjudicados en un programa del ex Ministerio de Mujeres y ese programa lo quisimos aplicar para aprender un oficio, como el de pastelería y panadero”.
En ese sentido, pensaron en mujeres con arresto domiciliario, ante la imposibilidad de salir a trabajar: “Nos pareció que si le enseñábamos a las chicas a hacer pasta flora, huevo de pascua y pan dulce, por lo menos podían tener un ingreso, mientras dure su arresto domiciliario”.
Tas ello, contó que dieron un paso más: “Después fuimos a los juzgados y le pedimos permiso para que ellas vengan a trabajar en nuestros cáterin. Y a veces los jueces nos daban el permiso y así es como llegamos a tener 23 personas de las cuales 12 eran mujeres con tobillera electrónica. Hoy todas, menos una de esas 12 que vinieron, están en libertad”.
Asimismo, reveló que no todo es tan fácil: “No siempre salió bien esto de darle trabajo a personas que hayan tenido conflicto en la ley penal. De hecho, si bien tenemos tres compañeros con conflicto en la ley penal, han pasado muchísimos”.
Y aseguró que “no todo el mundo quiere ser cooperativista, algunos quieren ser empleados en relación a la dependencia, y está perfecto”. Por otra parte, citó que trabajan con la Red Creer: “Cuando tienen alguna persona que pueda encajar con algún perfil, nos conectamos. También nos conectamos para capacitaciones”.
El machismo y prevención de violencias
Otro punto a destacar, y con atención especial en La Pascana, es la prevención a la violencia. Al ser consultada sobre cómo llegó a ser la referente, aseguró que fue “muy difícil porque la gastronomía es una actividad muy vertical y tremendamente masculina”.
Reveló que en sus inicios, con 17 años, las mujeres “éramos mozas, lavaplatos o limpieza del local”. Fui presidenta recién en el 2016 y porque renunció el presidente, pero seguían manejando los varones de las cooperativas, porque se consideraba que las mujeres no teníamos lo suficiente ovario para conducir, pero les demostramos que estaban equivocados”.
Asimismo, relató que existía “mucha violencia de género”, y detalló: “nosotros trabajamos sobre la prevención de violencia. Tenemos un protocolo ético, tenemos reglamento interno. Tuvimos que desprender de la cooperativa a perfiles psicopáticos”, confesó Nuciari.
Capacitaciones y actualidad en La Pascana
Como se dijo, La Pascana no solo vende productos sino que forma personas gracias a asociaciones que mantiene con distintas organizaciones. Al ser consultada, Nucia contó: “La cooperativa hoy se encuentra con dos becas de una asociación civil muy reconocida acá en la Ciudad de Buenos Aires, la Escuela Apyce de Pizzería”.
En ese sentido, enumeró: “Tenemos un compañero que es familiar de una persona que tuvo conflicto con la ley penal, que está estudiando cocina profesional y a otro chico que no es de población de contexto penal, que está estudiando introducción a la pastelería”. Además de otro que se encuentra estudiando maestro pastelero.
“Los chicos que vienen a hacer talleres, porque no son pasantías, no somos empleadores”, describió a la cooperativa. Y abrió las puertas: “Si me decis tengo un primo que quiere aprender a ser pizzero, se le paga el viático, se le da de comer y viene cuatro horas pero tiene que trabajar”.
En cuanto a la actualidad de la cooperativa en estos tiempos difíciles, la entrevistada sentenció: “Atravesada por la recesión, pero con fe. Ahora estamos haciendo procesos. El año pasado hicimos un cursito de gestión del cambio organizacional, división de roles. Hay cursos todos los meses que vamos alternando”.
Por último, Ana Nuciari dejó cual es el mensaje que buscan dar: “Es demostrarle a la sociedad tan individualista y tan meritócrata que se pueden hacer cosas, que la gente puede tener una segunda oportunidad”.
Aunque aclaró: “No todos, hay personas que nosotros no queremos en nuestra cooperativa, porque hay víctimas gravísimas de cosas terribles que hicieron los adultos”.