Casi seis millones de personas trabajan en la informalidad en la Argentina, sin acceso a derechos laborales básicos como cobertura de salud, licencias o aportes jubilatorios. Este fenómeno impacta con mayor fuerza a las personas jóvenes, a las mujeres y a quienes se desempeñan en sectores históricamente más vulnerables.
La falta de medidas integrales y efectivas para promover el empleo formal pone en evidencia las limitaciones de las políticas actuales para abordar una problemática que compromete la calidad de vida y los derechos laborales de millones de argentinos.
Para visibilizar esta realidad y avanzar hacia la formalización, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) realizará el próximo 23 de abril el VIII Seminario sobre Economía Informal en la Biblioteca Nacional Mariano Moreno.
En diálogo con Larraitz Lexartza, especialista en instituciones de trabajo inclusivas de la OIT Argentina y referente técnica del seminario, se destacan cinco datos clave que marcan el problema del trabajo informal en el país.
1) 4 de cada 10 personas que trabajan no están registradas
El 42 por ciento de la población ocupada trabaja en condiciones informales, de acuerdo con los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC). Esta cifra representa a casi seis millones de personas que no poseen acceso a derechos laborales básicos, como cobertura de salud, licencias, aportes jubilatorios ni protección social, entre otros.
Los datos surgen de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), que relevó los 31 principales centros urbanos del país, y corresponden al cuarto trimestre de 2024. Ahora, ¿qué impacto tiene esto en la calidad de vida de las y los trabajadores?
“Por un lado, esto afecta al financiamiento y la sostenibilidad de los sistemas de seguridad social”, dijo Lexartza, quien indicó que, además, “los impactos son notables para las personas trabajadoras: falta de acceso a servicios de salud, a prestaciones por enfermedad, a licencias por maternidad, o falta de protección frente a riesgos y accidentes de trabajo”.
A largo plazo, agregó, “también hay un marcado impacto negativo en los ingresos durante la vejez, por la dificultad de acumular aportes suficientes para acceder a pensiones contributivas”.
2) La informalidad es mayor entre jóvenes y mujeres
La juventud enfrenta tasas más altas de informalidad y desempleo: para quienes tienen menos de 29 años, la tasa de empleo informal alcanza a casi 6 de cada 10 trabajadores (el 58,7 por ciento). Asimismo, la incidencia es desigual incluso dentro de ese segmento etario, ya que impacta con mayor intensidad a las mujeres jóvenes.
De acuerdo con Lexartza, las y los jóvenes tienen oportunidades limitadas para su inserción al mercado de trabajo formal. “Con frecuencia se enfrentan a brechas entre las competencias que han adquirido mediante su formación y la demanda del mercado. Además, la informalidad compromete sus oportunidades de crecimiento y trayectoria laboral”, explicó.
3) Hay tres sectores estratégicos particularmente afectados
La informalidad laboral tiene mayor incidencia en algunos sectores que, históricamente, se caracterizan por tener mayores déficits de trabajo decente y dificultades para la fiscalización. Así, el sector de la confección (tanto textil como de indumentaria), tiene un 72 por ciento de informalidad y es altamente feminizado.
En cambio, la construcción es un sector masculinizado y con 76,6 por ciento de informalidad. A su vez, en el sector del trabajo en casas particulares, también compuesto principalmente por mujeres, casi 8 de cada 10 personas tienen un trabajo informal (el 77 por ciento).
“El trabajo femenino está muy concentrado en algunas ocupaciones con altas tasas de informalidad. Este es el caso, por ejemplo, del trabajo en casas particulares, que concentra a más de 1 de cada 10 mujeres ocupadas”, señaló Lexartza. Por otro lado, la distribución del trabajo de cuidados y su presión sobre las mujeres también empuja a una mayor informalidad.
Por otra parte, se refirió a las causas de la informalidad, que son estructurales y complejas: “En el caso del sector textil y de la construcción, es necesario considerar la heterogeneidad de las unidades productivas, que van desde empresas de gran tamaño hasta microempresas o emprendimientos familiares. Los desafíos y las dificultades difieren sustancialmente dentro del mismo sector”.
En el caso del trabajo en casas particulares, Lexartza explicó que hay un punto central para considerar: son los hogares (y no empresas o unidades productivas) quienes asumen el rol de empleador. Por eso, las condiciones para el registro y las formalizaciones deben tomar en cuenta las características y capacidades de los hogares.
“Para esta edición del seminario, además de abordar el problema de la informalidad en las personas jóvenes, tendremos una sesión temática centrada en estos tres sectores específicos, donde la informalidad presenta una incidencia muy elevada”, dijo Larraitz Lexartza, especialista en instituciones de trabajo inclusivas de la OIT Argentina y referente técnica del seminario.
4) La innovación es parte de la solución
De acuerdo con la especialista, existen nuevas herramientas digitales, programas de formación y políticas públicas adaptadas que ya están mostrando resultados prometedores para reducir la informalidad.
La segunda sesión temática del seminario, titulada “Iniciativas innovadoras para enfrentar la informalidad”, pondrá el foco en este aspecto. “Esta sesión busca no solo visibilizar los desafíos, sino también mostrar buenas prácticas que ya están en marcha y que han logrado mejorar la formalización en sectores críticos”, explicó Lexartza.
En esa línea, añadió: “Queremos centrarnos de forma particular en las buenas experiencias que tiene ya el país y en buscar la forma de potenciar su impacto. Se trata de propuestas que se basan en la generación de conocimiento, el uso de la tecnología y la innovación para impulsar la transición a la formalidad”.
5) El diálogo social es una herramienta clave
Argentina cuenta con una larga tradición de diálogo social tripartito, que permite construir consensos y políticas sostenibles para enfrentar la informalidad. “La lucha contra la informalidad requiere el compromiso coordinado del Estado, las empresas, las organizaciones de trabajadores y la sociedad en su conjunto”, señaló la especialista.
Además, se refirió a la Recomendación núm. 204 de la OIT sobre la transición hacia la economía formal como una guía para ese reto. Para acelerar la transición hacia la formalidad, las políticas que tomen en cuenta las particularidades de cada sector son clave.
“Es necesario entender los desafíos específicos y dar respuestas a medida. Para ello es central también el diálogo social, que permita entender el problema desde la mirada de todos los actores del mundo del trabajo y construir las soluciones en conjunto”, dijo la especialista de la OIT.