
A casi tres décadas del nacimiento del internet, les usuaries muestran síntomas de fatiga digital. El entusiasmo inicial por las grandes plataformas digitales se desvanece. En Estados Unidos, una reciente investigación realizada por The Verge, Vox Media y Two Cents Insights reveló que la mayoría de las personas ya no confía en los gigantes tecnológicos ni siente que las redes sociales les representen.
Por el contrario, buscan espacios más íntimos, seguros y humanos: comunidades pequeñas donde el contenido, la confianza y la autenticidad sean el eje. El estudio que compartió el boletín de Proyecto451, encuestó a más de 2.000 personas adultas representativas de la población estadounidense y arrojó datos reveladores.
Por ejemplo, un 60% dijo sentirse frustrado con las redes sociales, describiéndolas como un espacio saturado de publicidades y carente de conexiones reales. Además, un 42% cree que los buscadores como Google son cada vez menos útiles.
Adiós al algoritmo, hola a la comunidad
El cambio no es solo de plataforma, sino de paradigma. Las personas ya no quieren sentirse como “un número en una máquina algorítmica”, tal como lo expresa el informe. La hiperconectividad de las redes no garantiza cercanía. Por eso, crece el interés por espacios más reducidos, con vínculos auténticos y conversaciones significativas.
Los datos lo confirman: el 50% de las personas encuestadas preferiría participar de una comunidad digital que no permita contenido generado por inteligencia artificial. ¿El motivo? El deseo de mantener las interacciones humanas reales, sin automatismos ni manipulaciones. La confianza vuelve a ser central.
Aunque muchas personas no publican activamente, eso no las excluye de la experiencia comunitaria. El estudio identificó que el 90% de los miembros de comunidades digitales son «observadores» o «lurkers», es decir, consumen contenido sin intervenir, pero igual se sienten parte. Esto plantea un nuevo enfoque sobre la participación digital: estar presentes también es una forma de conexión.
Además, las y los usuarios valoran la coherencia con sus valores. Las comunidades del futuro, según el informe, serán propósito-céntricas, y los espacios digitales deberán alinear sus contenidos con intereses reales, no solo con métricas.
América Latina: ¿hacia dónde vamos?
Aunque este estudio se realizó en Estados Unidos, sus conclusiones resuenan también en Latinoamérica, donde la masificación de redes como TikTok o Instagram convive con experiencias digitales más pequeñas, como grupos en Telegram, foros temáticos o canales de YouTube que priorizan la cercanía con sus audiencias.
En un contexto de crecimiento de la vigilancia digital, manipulación algorítmica y sobreexposición, la idea de volver a “lo humano” cobra fuerza. En vez de más seguidores, queremos mejores vínculos.
La transformación digital no es neutra. ¿Quién decide cómo nos conectamos? ¿Quién define qué contenido vemos? Estas preguntas también atraviesan nuestras democracias. Y, aunque no tengamos aún estudios locales similares, el deseo de construir comunidades más seguras, empáticas y sin ruido es transversal.
El informe concluye con una frase que invita a la reflexión: “El futuro de la comunidad es personal, intencional y construido sobre la confianza”. Quizás sea tiempo de preguntarnos qué tipo de comunidad digital queremos construir desde nuestros territorios. Porque el futuro de internet también se diseña desde nuestras decisiones cotidianas.