“Edipo en Ezeiza”, una tragedia nacional transformada en comedia

Pompeyo Audivert reestrenó su premiada obra sobre la tragedia de Ezeiza, donde una familia disfuncional evoca las heridas abiertas de nuestra historia política.
Volvió a escena "Edipo en Ezeiza", dirigida por Pompeyo Audivert, una potente alegoría sobre la identidad nacional, donde se toma la masacre de Ezeiza como punto de inflexión histórico. Crédito: @edipoenezeiza
Volvió a escena “Edipo en Ezeiza”, dirigida por Pompeyo Audivert, una potente alegoría sobre la identidad nacional, donde se toma la masacre de Ezeiza como punto de inflexión histórico. Crédito: @edipoenezeiza

Desde principios de abril se puede disfrutar del reestreno de “Edipo en Ezeiza”,  una de las obras más significativas del teatro argentino contemporáneo. Desde su estreno en 2013, esta pieza dirigida por Pompeyo Audivert cosechó reconocimientos de la crítica especializada y se convirtió en objeto de estudio académico. La obra propone un cruce inquietante entre la tragedia clásica y la historia política argentina, con el episodio de la masacre de Ezeiza como punto central. Las funciones son los domingos a las 20, en Hasta Trilce, Maza 177, CABA.

La trama se desarrolla en un espacio beckettiano donde una familia intenta reconstruir su identidad mediante interrogatorios cruzados. Los personajes dudan de todo: su filiación, sus vínculos, y hasta del paisaje que los rodea. La sospecha de infiltraciones y traiciones los conduce a un espiral paranoico donde las acusaciones se cruzan como espadas en el aire. El punto de inflexión histórico es claro, el regreso de Perón el 20 de junio de 1973. El día de la masacre de Ezeiza que funciona como metáfora de un proyecto colectivo frustrado que fracturó las identidades políticas y familiares argentinas.

Su dramaturgo construye un paralelismo potente entre la tragedia edípica y este episodio traumático de la historia nacional. En su trama confluyen elementos de la tragedia griega, como el drama y la espera eterna del padre que regresa del exilio. La obra plasma ese momento bisagra donde el peronismo mostró sus contradicciones internas, ya que un sector progresista representó el camporismo y otro impulsó la derechización del movimiento. La familia protagonista se convierte así en alegoría de un país dividido, donde los lazos se distorsionan y la comunicación se vuelve imposible tras la ruptura de un proyecto común.

Un genial elenco compuesto por Julieta Carrera, Hugo Cardozo y Francisco Bertín componen una familia disfuncional que se interroga mutuamente. Crédito: @edipoenezeiza
La obra cuenta con un genial elenco compuesto por Julieta Carrera, Hugo Cardozo y Francisco Bertín, quienes componen una familia disfuncional que se interroga mutuamente. Crédito: @edipoenezeiza

Impactantes actuaciones a la altura de la trama

La dirección de Pompeyo Audivert logra un equilibrio extraordinario entre la densidad del contenido político y la efectividad escénica. Su enfoque irreverente incorpora el humor como recurso corrosivo que evita cualquier tentación de solemnidad. Los diálogos, construidos con precisión quirúrgica, oscilan entre lo cotidiano y lo absurdo, creando una tensión constante que mantiene al espectador en estado de alerta. La puesta en escena apuesta por un minimalismo que potencia el trabajo actoral y la palabra como vehículos principales del conflicto.

El elenco es estupendo. Julieta Carrera muestra una versatilidad notable en su interpretación del rol femenino disociado entre madre y hermana, transitando con fluidez entre distintas emociones. Por su parte, Hugo Cardozo da vida a un padre/esposo cuya autoridad se resquebraja bajo el peso de las sospechas, mientras Francisco González Bertín completa este triángulo familiar disfuncional con una interpretación impecable y emocional del hijo atrapado en un laberinto de identidades.

La parte técnica complementa la propuesta con eficacia. La escenografía austera de Ana Audivert recrea el living de una casa del barrio de Flores con los elementos justos para que el espacio se transforme según las necesidades dramáticas. El paisaje sonoro de Florencia González Rogani y la iluminación diseñada por Hugo Cardozo junto al propio Audivert, generan climas inquietantes que refuerzan la sensación de paranoia y extrañamiento que atraviesa la obra.

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Esta pieza irreverente combina humor corrosivo y densidad política, recordándonos que el teatro puede ser un espacio donde vemos reflejadas nuestras contradicciones sociales. Crédito: @edipoenezeiza

Explorar la naturaleza de nuestra identidad colectiva

Edipo en Ezeiza” trasciende la simple referencia histórica para convertirse en una indagación sobre la naturaleza misma de nuestra identidad colectiva. La obra nos enfrenta a un espejo fragmentado donde se reflejan las heridas no cicatrizadas de la historia argentina. No busca respuestas simples ni reconciliaciones fáciles, sino que instala preguntas incómodas sobre la persistencia de los fantasmas que siguen habitando nuestro presente político.

A diez años de su estreno, continúa interpelando a nuevas generaciones de espectadores. En tiempos donde la polarización política amenaza con reproducir viejas fracturas, la metáfora del interrogatorio familiar como mecanismo paranoico de cohesión resuena con inquietante actualidad. 

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