
Mientras el país vivía una jornada atravesada por un paro nacional convocado por la CGT junto a la CTA de los Trabajadores y la CTA Autónoma, el presidente Javier Milei se reunió con su gabinete y difundió una foto en la que todos aparecen levantando los pulgares. El gesto, más propio de una celebración de campaña, fue interpretado como un intento de desviar la atención y ningunear la masiva adhesión a la huelga.
Lejos de ofrecer una respuesta política a los reclamos de millones, el vocero presidencial Manuel Adorni salió con los tapones de punta. En un comunicado oficial, el Gobierno calificó a la CGT como “animales salvajes”, asegurando que “cuando están acorralados, contraatacan para sobrevivir”. Una declaración que no solo sumó tensión, sino que avivó aún más el malestar entre las bases sindicales.
El paro como expresión del descontento
A pesar del cerco mediático que intentó invisibilizar el impacto de la medida, el paro tuvo un fuerte acatamiento, especialmente en sectores estratégicos como el transporte ferroviario, aéreo y la administración pública. La conducción de la UTA fue la gran ausente, alineada con el oficialismo, pero su postura fue fuertemente criticada por trabajadores del sector.
Desde las bases no faltó el ingenio para responder a la provocación oficial. Trabajadores ferroviarios utilizaron los altoparlantes para lanzar una frase que se volvió viral: “Adorni, esto no es Star Wars, ponete a laburar”. La ironía popular dejó al desnudo que, más allá de las cúpulas, el clima social está caldeado.
Unidad en la acción: CGT y CTA en las calles
La jornada también marcó un punto de inflexión en la unidad del movimiento obrero. Por primera vez en mucho tiempo, las tres centrales sindicales se plegaron a una misma medida de fuerza, expresando de forma conjunta el rechazo al rumbo económico del Gobierno.
El mensaje fue claro: los trabajadores y trabajadoras no están dispuestos a resignar derechos sin dar pelea. El ajuste que recae sobre los sectores populares, la licuación de salarios y jubilaciones, y el avance contra conquistas históricas generaron una respuesta masiva, transversal y con alto nivel de organización.
Una señal que no se puede ignorar
Aunque el Gobierno intenta restarle importancia y banalizar el conflicto social con gestos vacíos, la masividad del paro habla por sí sola. La foto con los pulgares en alto no alcanza para tapar la crisis ni la bronca creciente en los lugares de trabajo. Las centrales sindicales, presionadas desde abajo, comienzan a recuperar protagonismo frente a un modelo que empobrece día a día a millones de argentinos y argentinas.