Amnistía Internacional publicó su informe anual sobre el uso global de la pena de muerte, donde revela que las ejecuciones en el mundo alcanzaron la cifra más alta desde 2015, con más de 1.500 personas ejecutadas en 15 países en 2024.
El estudio “Condenas a muerte y ejecuciones 2024” afirma que durante el año pasado se registraron 1.518 ejecuciones, la mayoría ocurridas en Oriente Medio. Sin embargo, por segundo año consecutivo, el número de países que realizaron ejecuciones fue el más bajo del que se tiene constancia.
Además, desde la organización aclararon que las cifras totales conocidas no incluyen los miles de personas que se cree fueron ejecutadas en China, que sigue siendo el país que más ejecuciones lleva a cabo en el mundo. Tampoco tuvo en cuenta las de Corea del Norte y Vietnam, donde también se cree que se hace un amplio uso de la pena de muerte. Según explicaron, las crisis en curso en el Estado de Palestina y Siria impidieron confirmar sus cifras.
De acuerdo al informe, Arabia Saudí, Irak e Irán fueron responsables del aumento general de las ejecuciones conocidas. “Estos tres países llevaron a cabo la impactante cifra de 1.380 ejecuciones registradas”, sostuvieron. “Irak casi cuadruplicó sus ejecuciones (de al menos 16 a al menos 63) y Arabia Saudí duplicó su total anual (de 172 a al menos 345), mientras que Irán ejecutó a 119 personas más que el año anterior (de al menos 853 a al menos 972), cifra que representa el 64% del total de ejecuciones conocidas”, detallaron.
En cuanto a los países que registran el mayor número de ejecuciones en 2024, el estudio afirma que fueron China, Irán, Arabia Saudí, Irak y Yemen.
La pena de muerte como arma
Sobre este método, Amnistía Internacional expresó que se “observó cómo dirigentes utilizaban la pena de muerte como arma con el falso pretexto de mejorar la seguridad pública o para infundir miedo entre la población”. “En Estados Unidos, que ha experimentado un constante tendencia al alza de las ejecuciones desde el final de la pandemia de COVID-19, se ejecutó a 25 personas (frente a 24 en 2023). El nuevo presidente electo Trump invocó repetidamente la pena de muerte como instrumento para proteger a la población ‘de violadores violentos, asesinos y monstruos‘”, indicó la organización. “Su deshumanizadora declaración promovía el falso discurso según el cual la pena de muerte tiene un efecto disuasorio especial contra la delincuencia”, señaló.
En esa línea, aseguraron que en algunos países de la región de Oriente Medio las condenas a muerte se usaron para silenciar a defensores y defensoras de los derechos humanos, disidentes, manifestantes, oponentes políticos y minorías étnicas. “Quienes se atreven a cuestionar a las autoridades se exponen al más cruel de los castigos, especialmente en Irán y Arabia Saudí, donde la pena de muerte se usa para silenciar a quienes son lo bastante valientes para alzar la voz”, señaló la secretaria general de Amnistía Internacional, Agnès Callamard.
En 2024, Irán persistió en su uso de la pena de muerte para castigar a personas que desafiaron, o se consideraba que habían desafiado, al poder establecido de la República Islámica durante el levantamiento Mujer, Vida y Libertad. “El año pasado, dos de esas personas —una de ellas un joven con discapacidad mental— fueron ejecutadas en relación con el levantamiento después de juicios sin garantías y de “confesiones” empañadas por la tortura, lo que demostró hasta qué punto están dispuestas a llegar las autoridades para afianzar su control del poder”, denuncian desde Amnistía.
Ejecuciones ilícitas
Otro de los aspectos destacados del estudio es que más del 40% de las ejecuciones de 2024 se llevaron a cabo de forma ilícita por delitos vinculados con drogas. “Según el derecho y las normas internacionales de derechos humanos, el uso de la pena de muerte corresponde a “los más graves delitos”, e imponer condenas a muerte por delitos de drogas no cumple este requisito”, mencionan.
Las ejecuciones relacionadas con drogas abundaron en Arabia Saudí, China, Irán, Singapur y, aunque no fue posible confirmar el dato, probablemente en Vietnam. “Se observó que, en muchos contextos, imponer condenas a muerte por delitos relacionados con drogas afecta de forma desproporcionada a personas de entornos desfavorecidos, aunque no tiene ningún efecto demostrado en la reducción del tráfico de drogas”, dijeron desde Amnistía.
Más allá de esto, desde la organización hicieron hincapié en el hecho de que sólo se tuvo constancia de que 15 países llevaron adelante ejecuciones, el número más bajo jamás registrado por segundo año consecutivo. “113 países son totalmente abolicionistas y 145 han abolido la pena de muerte en la ley o en la práctica”, resaltaron.
Al respecto, la directora ejecutiva de Amnistía Internacional Argentina, Mariela Belski, aseguró: “La pena de muerte es un crimen abominable que no tiene cabida en el mundo actual”. “Cuando las personas damos prioridad al trabajo de campaña para acabar con la pena capital, realmente funciona. A pesar de la minoría de dirigentes decididos a utilizar este brutal e irreversible castigo como arma, las cosas están cambiando. Sólo es cuestión de tiempo para que el mundo esté libre de esta figura”, concluyó.