“La Mujer del Vestido Verde”, autoría de la reconocida actriz Jorgelina Aruzzi, comenzará su tercera temporada este viernes 14 de marzo a las 20, en La Carpintería (Jean Jaures 858, CABA). El espectáculo, con dirección de Gloria Carrá y el protagónico de Dalia Elnecavé, tendrá sólo seis funciones. Las entradas se pueden conseguir en la boletería del teatro o en la plataforma de Alternativa Teatral.
Este unipersonal, ganador del Premio Banco Ciudad 2021, tuvo su primera función el 22 de marzo del 2022 y dos años después formó parte del Festival de Cocina y Teatro Judío de Buenos Aires 2024. Narra la historia de una mujer que zurce una conversación con ella misma. Se aferra a sus afectos, se remienda con recuerdos. Hilvanando sus palabras, se resiste y escucha sus latidos. Respira, pelea y, por otro lado, se expresa para no apagarse. La obra es graciosa, sensible y somnolienta, y los sueños de una mujer son atravesados por un hecho histórico.
Una charla con la protagonista de “La Mujer del Vestido Verde”
Además de actriz, Dalia Elnecavé es coach de actores y guionista. Trabajó en “Confesiones de Mujeres de 30”, “Tú Madre No Sabe”, “Cielo Rojo”, entre otras. Como directora teatral fue nominada a los Premios ACE y Premios Hugo. También escribió “Tus Buenas Chauchas”, que en la actualidad se presenta en “El Camarín de las Musas” (Mario Bravo 960) con la actuación de Victoria Arrabaca.
En el marco del estreno, Nota al Pie dialogó con la actriz sobre el unipersonal.
–En una nota comentaste que cuando recibiste el guion, lo aceptaste sin titubear porque te impactó
Sí, porque leo mucho todos los días, guiones de cine, de teatro, y cuando algo está muy bien escrito desde la lectura, la dramaturgia, la poética y la estructura, es un hecho acabado, y en este caso me conmovió. También me divertí, me reí mucho leyendo lo que Jorgelina hizo.
–Con Jorgelina Aruzzi y Gloria Carrá las une una gran amistad. ¿Es más fácil trabajar con un vínculo de por medio?
En este caso, fue bastante fácil trabajar con ellas porque somos muy amigas y nos hemos conocido también trabajando. Entonces sabemos también esa dinámica. Obviamente, podés tener una discusión hablando de algo que no estás de acuerdo pero se resuelve de la misma manera.
–Y en este último tiempo dirigís y sos coach de actores y actrices, pero en esta ocasión es la primera vez que te subís sola a las tablas
Estoy acostumbrada a interactuar con otros actores, pero pasó que una vez, en una obra en la que dos actores estaban contando una realidad paralela, tuve que monologar sola. Lo disfruté muchísimo, pero en “La Mujer del Vestido Verde” estoy sola por primera vez.
–Hacer este unipersonal, imagino, no es fácil porque todo el peso de la dramática recae en vos. ¿Cómo te sentís previo al estreno?
Me da mucho miedo, vértigo. Es como literalmente estar en una cornisa a diez metros a punto de saltar. Me hace recordar a un viaje cuando fui a visitar a una amiga que vive en Costa Rica e hice canopy (tirolesa). Es una actividad de aventura que consiste en deslizarse por los aires a través de cables entre las copas de los árboles a miles de metros. Lo comparo con esta situación. Viví esa sensación y me gustó a pesar del miedo.
–“La Mujer del Vestido Verde” es una obra muy emocional, angustiante, pero con dosis de humor. Hacer drama y generar también risas es un reto muy importante
No es fácil, pero vuelvo a lo mismo: eso ya está bien escrito así. Cuando algo en teatro está bien hecho, te invita a cómo hacerlo. Después se busca otras aristas que incluso sorprenden al autor. Uno puede contar algo trágico que le pasó, pero a la vez con cuota de humor y llorar de la risa.
–El unipersonal está ligado con el atentado terrorista que sufrió la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en 1994. Al estar basado en hechos reales, le da un plus
Justamente un poco lo que habla la obra es lo absurdo de lo que somos los seres humanos. Cuánto más elevados y profundos, sumidos en el amor, la generosidad, compartir, o cuán mezquinos podemos ser. Aparecen las guerras, los atentados, donde los que se están disputando algo siguen ilesos.
–¿Cómo viviste en lo personal ese suceso?
No recuerdo mucho exactamente, solo sé que estaba en una oficina en el centro. Creo que era en el piso 20 y de repente alguien nos preguntó si habíamos escuchado un ruido. Vimos de lejos mucho humo que salía por las ventanas, luego me dio como una especie de amnesia. Días después recuerdo que conocidos míos estuvieron para sacar gente de los escombros.
–“En la Mujer del Vestido Verde” sos una costurera que no menciona su nombre pero habla del pasado y de anhelos. ¿El color verde está relacionado con algo específico?
Eso es una cosa muy inteligente de la autora. El no tener un nombre, hace que esa mujer puedas ser vos o cualquier otra. En cuanto al vestido, podría ser azul o de cualquier color. El color verde fue de pura casualidad, no tiene ninguna simbología.
–En la obra hablas de la adicción al juego de tu marido…
Es algo que toda obra siempre tiene: un tema, aunque no se detiene mucho tampoco hablar de esto. Es como muy apocalíptica un poco.
–Sin duda cada función es diferente, desde la que estrenaste hasta la actualidad. ¿Qué fue lo más fuerte o conmovedor que te pasó en todo este tiempo?
Todas son diferentes y cada vez que me subo al escenario siento cosas diversas. Es muy emocionante.