«Hay que ser muy cagón para no defender a los jubilados. Lo que les hacen es una vergüenza”. Esta frase que Diego Armando Maradona pronunció en 1992 cobró vigencia esta semana, luego de otro miércoles de represión a los jubilados que reclaman por condiciones de vida dignas.
A pesar de los ataques de las fuerzas policiales, la lucha social no frenará. Para este miércoles 12 de marzo se produjo una gran convocatoria de diferentes sectores que acompañarán a jubiladas y jubilados en sus pedidos. La cita es a las 17 horas frente al Congreso de la Nación en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Quienes comenzaron el llamado masivo fueron hinchas de distintos clubes de fútbol. Luego de la presencia de seguidores de Chacarita Juniors en la movilización de jubilades del pasado 5 de marzo, fanatiques de otros equipos se sumarán el próximo miércoles.
Al llamamiento se sumaron múltiples organizaciones sindicales, sociales y colectivos como el Ni Unx Menos. Como era de esperar, la ministra de Seguridad Patricia Bullrich amenazó a las hinchadas que se movilizarán y prometió un nuevo despliegue de palos. “Si querés ir y quedarte parado, podés. Le levantás una mano a un policía y vas preso”, dijo.
Luchá como una jubilada: el legado de Norma Plá
Sin embargo, los viejos y viejas argentinas no se amedrentan de manera fácil. En la memoria reciente se encuentra la contienda que batallaron en la década de 1990, también por las jubilaciones.
Se trató de un movimiento autoconvocado que nadie esperaba, y que fue uno de los primeros en exponer las inequidades sociales a las que se sometía el país con el gobierno neoliberal de Carlos Menem. A la cabeza de les jubilades se encontraba Norma Beatriz Guimil de Plá.
Norma Plá, como se la recuerda en la historia argentina, tenía 59 años en 1991. A pesar de que su edad le permitía jubilarse no podía hacerlo, porque siempre trabajó en negro y no contaba con aportes.
La oriunda de Villa Domínico, zona sur del conurbano bonaerense, entró a laburar a los 13 años en una fábrica y nunca paró hasta los 62. Siempre estuvo vinculada a la maestranza y la limpieza, ya sea en fábricas o en casas particulares. Un empleo que suele relacionarse con las mujeres, y generalmente cuenta con un pago precario.
Cuando su marido Miguel murió, a Norma le quedó sólo una pensión de 150 pesos. Por eso, en 1991 se sumó al incipiente grupo de jubilades que reclamaba frente al ministerio de Economía. Rápidamente se convirtió en su referenta y comenzó a aparecer en la prensa.
La activista feminista y de derechos humanos Celina Rodriguez Molina, explicaba en el documental de Canal Encuentro: “Los 90. La década que amamos odiar”, que el sistema de comunicación de ese momento la ridiculizaba. “En ese sentido la vieja y todas las que estaban en la calle no se callaban para nada”, recordó.
“Yo la plata la quiero hoy, para gastarla en lo que a mí se me ocurra”, aseguraba Norma en la TV noventosa. Rodríguez Molina compartía que tanto Plá como sus compañeras insertaron la idea de las adultas mayores en cercanía con el placer. “Eran jubiladas activas y divertidas. Terminaban la manifestación y un grupete de amigas se iban juntas al Cine Gaumont. Es decir, había sufrimiento económico pero también alegría”.
Norma mantuvo su activismo a tope en la primera mitad de la década de 1990, pero un cáncer de mama pudo con ella. Nada le impidió ir a las marchas hasta en sus últimos días, cuando falleció en junio de 1996. Uno de sus cuatro hijos, Germán, aseguró en diálogo con Latfem que el cáncer de su mamá se produjo por algún golpe que le dio la policía en la zona del pecho, en una de las múltiples represiones y encarcelaciones que sufrió Plá.
No son los ‘90, pero algunos quisieran
Simplificar las medidas del gobierno libertario al decir que vivimos un revival de la década de 1990 no es correcto, ya que en el medio transcurrieron más de 30 años de historia. Sin embargo, muchas decisiones se repiten, y también hasta algunos nombres (como Menem), que formaron parte de la política noventera como de la actual.
Ahora, les jubilades reclaman por la prórroga de la moratoria previsional, la cobertura total de medicamentos y el aumento de jubilaciones que hoy les condenan a la pobreza. Similar era el pedido de les adultos mayores en 1990, cuando en las movilizaciones exigían un haber mínimo de $450, dignidad y reconocimiento de toda una vida de trabajo y aportes.
En esa década tuvo lugar una drástica reforma al sistema previsional, abandonándose la solidaridad intergeneracional como principio constitutivo del sistema. La Ley 24.241/94 instituyó un sistema mixto, que combinaba el sistema de reparto público y la capitalización individual como alternativas de las futuras jubilaciones.
El primero estaba administrado por el Estado, y el otro por las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP) y Compañías de Seguro de Retiro (CSR), ambas del sector privado. En ese contexto, las y los jubilados denunciaron las políticas menemistas, deficiencias en el PAMI y en el cobro de los haberes.
Una de las acciones que más se recuerdan es su acampe en la Plaza Lavalle, frente al Palacio de Justicia. Comenzó con la organización de una olla popular en ese lugar, una forma de protesta que por aquel entonces era una novedad. Luego, se instalaron 80 días en aquel predio, además de las rondas que realizaban todos los miércoles en el Congreso.
Jubilades, presentes en la lucha hoy y siempre. Este miércoles 12 de marzo será el momento en que la sociedad deba acompañar este pedido, no sólo para exigir que mejoren sus condiciones de vida, sino también asegurar un sistema previsional justo. Al fin y al cabo, todes vamos a ser viejes algún día.