En la vereda de lo experimental y con una impronta de teatro alternativo, regresa en su segunda temporada, «Reverso«. Una creación que desafía los límites de la dramaturgia convencional, firmada por Matías Feldman.
Este inquieto y provocador dramaturgo, quién también se luce en su rol de director, presenta una propuesta inusual en la cartelera porteña como es la ciencia ficción. Las funciones son los martes de marzo y abril, a las 20:15 h en el Paseo La Plaza (Av. Corrientes 1660, CABA).
La premisa en su principio parece sencilla, un matrimonio recibe en su casa a dos ex socios de una galería de arte. Pero lo que comienza como una reunión social en apariencia programada, pronto deja ver que algo no encaja.
La anfitriona pregunta más de una vez a los invitados «¿por dónde entraron?», mientras las situaciones comienzan a repetirse con cambios sutiles. El universo doméstico se distorsiona, ingresan nuevos personajes surgidos de otra dimensión y la realidad se vuelve un concepto complejo.
Feldman construye un mecanismo de relojería narrativa donde nada es lo que parece. Las escenas se reiteran con un ritmo frenético que oscila entre lo absurdo y lo hilarante, lo que genera en el espectador una inquietante pregunta: ¿hacia dónde va esta historia?
Lo bueno es que cuando la obra parece perderse en su propio laberinto, un nuevo y original giro argumental conecta todos los cabos sueltos, para armar un remolino de emociones sin límites.
Una audaz dirección con colaborativas interpretaciones
La dirección de Feldman logra sostener el delicado equilibrio entre la comicidad delirante y la profundidad emocional. El ritmo nunca decae, y la puesta en escena aprovecha muy bien los recursos escenográficos y sonoros para construir ese universo artificioso que, paradójicamente, termina revelando una verdad desgarradora.
En el plano interpretativo, el elenco asume el monumental desafío de un texto para nada lineal, ya que exige un lenguaje corporal preciso y desplazamientos casi a manera de una coreografía. Carla Peterson encabeza el reparto con una destacable actuación que rompe con todo lo que ha hecho hasta ahora.
Su personaje, eje central de esta historia, requiere transitar por estados emocionales complejos que la actriz resuelve con sorprendente precisión. Diego Cremonesi y Juan Isola tienen a su cargo los momentos más osados e irreales de la noche, y ambos brillan con una versatilidad asombrosa.
Isola, sobretodo, encarna todas las correcciones políticas de nuestro tiempo mientras exhibe una incoherencia brutal, lo que genera algunos de los momentos más hilarantes de la función. Nicolás García Hume, conocido por sus trabajos en series de tv, y Marco Antonio Caponi conforman una pareja muy natural en escena.
Completa el elenco Emilia Claudeville, quien se integra muy bien a este grupo actoral sólido y destacable, donde todos logran mantener la cuota justo para equilibrar la ironía y la parodia presentes.
La obra revela durante su desarrollo, que todo lo presenciado transcurre en el metaverso, ese espacio virtual donde la protagonista busca refugio de un dolor imposible de procesar en la realidad tangible.
Los personajes no son más que avatares, creaciones digitales diseñadas para escapar momentáneamente de un trauma devastador. El texto propone, así, una aguda reflexión sobre cómo las nuevas tecnologías pueden convertirse en mecanismos de evasión frente al sufrimiento existencial.
«Reverso», en resumen
La trama de Feldman plantea una crítica mordaz a ciertos códigos teatrales y audiovisuales contemporáneos. «Reverso» es, en definitiva, una experiencia escénica disruptiva que interroga la delgada línea entre realidad y ficción en tiempos de hiperconectividad.
Propone un juego escénico donde lo absurdo y lo dramático conviven en tensión permanente, e invita a reflexionar sobre aquellos dolores que intentamos esquivar y los refugios que construimos para seguir adelante.
En un mundo cada vez más mediado por pantallas y experiencias virtuales, su creador nos recuerda que el teatro sigue siendo ese espacio privilegiado. Donde los cuerpos presentes, tanto en escena como en la platea, comparten un aquí y ahora irrepetible, aun cuando la historia nos hable de realidades alternativas y escapes digitales.