Ariel Lijo es juez federal hace 20 años y si finalmente queda en la Corte Suprema de Justicia, por decreto o por acuerdo del Senado, será al menos por otros 20 años. Si Carlos Gardel cantaba que «20 años no es nada», cómo definir este ejemplo.
20 más 20, son 4 décadas de privilegios, como por ejemplo no pagar Impuesto a las Ganancias, tener un cargo prácticamente a perpetuidad, sortear todo tipo de controles sobre su tarea y manejar un nivel de opacidad que no condice para nada con lo que se espera de un funcionario público.
Porque de eso se trata, de un servidor (más no humilde).
Pero los señores se hacen llamar «Su Señoría» y de algun modo se arrogan el derecho de terminar decidiendo, muchas veces, sobre lo que se legisla y ejecuta, acaparando de algún modo la suma del poder público.
¿Hablamos de casta?
Quién es Ariel Lijo, envuelto en denuncias y gran barrenador de tiempos políticos
El año pasado, el Gobierno de Javier Milei envió los pliegos de Lijo y de Manuel García-Mansilla, sin experiencia judicial y Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Austral, ligada al Opus Dei.
Lijo nacido el 19 de octubre de 1968, se graduó como abogado en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y obtuvo el título de Especialista en Administración de Justicia en 2001. A lo largo de su carrera, también se desempeñó como docente en diversas instituciones académicas, incluyendo la UBA, el Instituto Superior de Seguridad Pública de la Policía Metropolitana y la Universidad Nacional de Lanús.
Su carrera judicial comenzó como meritorio, y rápidamente se integró al equipo de María Riva Aramayo, quien encabezaba la Fiscalía ante la Cámara del Crimen. Cuando Riva Aramayo ascendió a la Cámara Federal en 1993, Lijo continuó trabajando con ella, alcanzando el cargo de secretario de Cámara. Durante esos años, Lijo entabló una relación cercana con Gabriel Cavallo, quien más tarde sería fiscal, juez y camarista, y con quien, años después, su hermana Silvia Cavallo, actual fiscal federal de Quilmes, contrajo matrimonio.
En 2004, Lijo participó en el Concurso 59 para cubrir vacantes en los juzgados federales de Comodoro Py. Aunque inicialmente quedó en el quinto lugar de la terna, su nombramiento fue aprobado por el Senado tras la vacancia de los jueces Eduardo Freiler y Luis Salas. Así, asumió el cargo de titular del Juzgado Federal Nº 4, puesto que había dejado Cavallo, su cuñado. Hoy, Lijo continúa al frente de este tribunal, dos décadas después.
En cuanto a su vida personal, Lijo se divorció y en 2010 se casó con Magalí Mazzuca, exprosecretaria de su juzgado, quien más tarde se desempeñó en la Corte Suprema. En su declaración jurada de 2021, Lijo reportó la titularidad de un lote en la localidad de Hudson, Provincia de Buenos Aires, junto con su esposa, Mazzuca, que está valuado en 6 millones de pesos.
Por otro lado, diversas fuentes apuntan a que su actual pareja es Genoveva Ferrero, consejera de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires y exfuncionaria en la gestión de Horacio Rodríguez Larreta.
Lijo también ha sido objeto de denuncias por mal desempeño, que fueron desestimadas por el Consejo de la Magistratura. En 2018, la diputada Elisa Carrió lo denunció penalmente por presunta asociación ilícita, lavado de dinero y tráfico de influencias. La denuncia incluyó a su hermano Alfredo, al ex camarista Eduardo Freiler y a varios exfuncionarios. Sin embargo, los hermanos Lijo fueron sobreseídos por el juez Julián Ercolini.
Entre bueyes no hay cornadas y en Comodoro Py el espíritu solidario (entre jueces), es muy habitual.
Según un informe de la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ), Lijo figura entre los jueces más denunciados ante el Consejo de la Magistratura, con un promedio de 1,6 denuncias disciplinarias por año. Además, de las 89 causas de corrupción que le fueron asignadas, solo 14 fueron elevadas a juicio, siendo uno de los jueces que menos casos ha enviado a juicio.