“Con una pequeña ayuda de mis amigos” es la canción escrita escrita entre John Lennon y Paul McCartney y en el álbum de The Beatles Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, de 1967. El baterista Ringo Starr fue quien grabó el tema que luego se convertiría tres veces número uno en los registros musicales británicos para simples y que está ubicada en el puesto número 304 en la lista de «Las 500 mejores canciones de todos los tiempos», de acuerdo a la revista Rolling Stone.
El título vale para describir la reunión de Javier Milei con Donald Trump, aunque la definición contradiga el título de esta nota y obligue a una aclaración. Nos referimos desde luego a la noción de “pequeña ayuda” y no a la amistad, que es un concepto que escapa a este análisis y en todo caso quedará para ver qué le pasa al Presidente argentino, con sus constantes manifestaciones de emoción sumisa ante los poderosos del mundo.
El contacto con Trump se produjo en Washington, donde se hizo la Conferencia de Acción Conservadora (CPAC), un encuentro de la ultraderecha global en el que que Steve Bannon, exasesor de Trump hizo lo que se convirtió en una costumbre de los últimos meses: un saludo nazi.
El presidente del partido de extrema derecha francés, Agrupación Nacional, Jordan Bardella, canceló su discurso programado en la convención. Bardella explicó que su decisión se debió a un «gesto nazi» realizado por un asistente en el auditorio donde iba a hablar. En el caso de Bannon, el saludo fue desde el estrado.
De este nuevo viaje de Milei a Estados Unidos, queda también la escena del momento en que le regala la motosierra al magnate sudafricano Elon Musk. El video, editado con una mezcla de risotadas y música es, a esta altura, la comprobación del aggiornamiento de la frase de Carlos Marx. En su obra El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte,Marx sostuvo que “la historia se repite primero como tragedia y luego como farsa”.
Acá, podemos decir que “la historia se repite primero como tragedia y luego como meme”.
En el Fondo, con Milei nada cambió
Como parte de este viaje, Milei tuvo un encuentro con Kristalina Georgieva, la titular del Fondo Monetario Internacional, y llegó a esa reunión con la idea/necesidad de obtener de parte del organismo los 15 mil millones de dólares, parte de un nuevo acuerdo.
Pero, como contó Nota al Pie esta semana, la reunión no pasó de una foto y un frío posteo de Georgieva:»Recibí al Presidente Javier Milei en el FMI para hablar sobre el plan de estabilización y crecimiento de Argentina, que está dando resultados significativos». La búlgara acotó que «nuestros equipos siguen trabajando de manera constructiva en pos de un nuevo programa con el FMI».
Gusto a poco, para la comitiva argentina, de la que fue parte el ministro de Economía Luis Caputo, un viejo conocido en Washington: es el mismo funcionario que acudió al organismo en 2018, esa vez de la mano de Mauricio Macri.
Ese año, rotos todos los mecanismos de financiamiento privado para sostener la fuga de capitales producto de la apertura y la especulación financiera, Argentina solicitó asistencia al FMI en medio de una crisis cambiaria. En un tiempo récord y con controles legales insuficientes, el país obtuvo el mayor préstamo jamás otorgado por el FMI a un solo país: más de 55 mil millones de dólares.
Este acuerdo pretendía respaldar al gobierno, que estaba implementando ajustes fiscales y abriendo la economía. Sin embargo, a pesar de las advertencias sobre la fuga, los desembolsos continuaron hasta que se detuvieron tras las elecciones PASO de agosto de 2019, dejando una deuda de 44.500 millones de dólares.
El esquema se repite con (casi), los mismos protagonistas.
Los “logros” de ajuste fiscal, reducción de la emisión monetaria y acumulación de reservas, son vendidos por Milei con ínfulas de liderazgo mundial. Sin embargo, pese a los esfuerzos oficiales traducidos en un empeoramiento de la calidad de vida de las mayorías, Argentina no logró alcanzar los objetivos impuestos por el Fondo. Durante su campaña electoral Milei había prometido cumplir con las metas del FMI, pero las reservas no son suficientes y se pone en riesgo el pago de la deuda. Las fotos son una anéccdota. El Fondo quiere imponer condiciones y eso lo logró, pero también cobrar. Y la plata no está.
El dilema es que sin estos fondos, el riesgo de una devaluación es alto y el cepo cambiario continúa. Actualmente, se utilizan los dólares del superávit comercial, producto entre otras razones de la caída de la producción nacional y la apertura de la economía, para intervenir en el mercado financiero, pero este recurso es insuficiente. En un año electoral eso se puede convertir en un gran problema para una administración que llegó débil en su composición parlamentaria y que solo con la ayuda de las “oposiciones” amigables, logró mantener la agenda.
El gobierno necesita que el FMI preste mayores fondos para garantizar la estabilidad cambiaria y continuar con el programa de ajuste. Sin embargo, el FMI insiste en que Argentina libere los controles cambiarios y deje que el peso se devalúe antes de habilitar nuevos fondos. Esto podría desestabilizar la estrategia anti-inflacionaria del gobierno, basada en un peso revaluado.
A ese panorama se suma el contexto geopolítico con Estados Unidos retirando fondos de organismos internacionales y poniendo en su agenda la prioridad de la política nacional. Para Trump y las grandes corporaciones, Argentina es ese lugar del mundo que sirve de plataforma en su reposicionamiento global, en una zona del planeta con enormes recursos, territorios y que es la puerta de acceso a la Antártida, el último lugar a explotar del mundo.
Una Antártida, al igual que Malvinas y los mares, que está ausente de la agenda política nacional. Justo este sábado se commemoraron 121 años de la presencia argentina en el continente blanco y la mejor manera de honrar eso, es con una política clara de defensa de los intereses nacionales, de financiamiento a la ciencia y con la apuesta por mantener a ese territorio como zona de paz, alejada de la voracidad insaciable de los capitales.
En medio de estas tensiones, el caso de la criptomoneda $LIBRA puso al Presidente y su entorno en el centro de la escena, pero no como el máximo exponente de la libertad, sino como un vulgar estafador.
Si eso, además de la imagen del Gobierno, afectará la política real está por verse y es una taba que sigue en el aire de la impredecible Argentina.