El 3 de junio de 2015 miles de mujeres salieron a las calles con un pedido sencillo pero dificil de llevar a cabo: “paren de matarnos, ni una menos”. Los femicidios ocurrían, y ocurren, a diario y resultaba necesario visibilizar el problema y buscar soluciones.
Diez años después se creía que la discusión avanzaba pero, en realidad, el gobierno de turno y muchos de quienes adhieren a él vuelven décadas atrás y aseguran que la desigualdad y la violencia de género no existen. También afirman que figuras como la de femicidio asignan privilegios para las mujeres.
En dialogo con Nota al Pie, Marcela Morera de Atravesados por el femicidio, explicó que “desconocer la violencia de género es tapar el sol con un dedo, es no ver una realidad que se vive día a día”. Marcela es la mamá de Julieta Mena, asesinada en 2015. “Es no ver una realidad que viven las mujeres todos los días, es esa violencia que ocurre al lado o en frente de tu casa a diario”, explicó.
Desconocer la violencia de género es desconocer la ley
En el Foro Económico de Davos, el presidente libertario cuestionó que “muchos países supuestamente civilizados” hayan “normalizado” que “si uno mata a la mujer se llama femicidio”. Para el mandatario, “eso conlleva una pena más grave que si uno mata a un hombre”, lo que, a su entender, significa “legalizar que la vida de una mujer vale más que la de un hombre”.
Días más tarde, el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, confirmó que, lejos de ser un exabrupto del presidente, el gobierno tiene la decisión de enviar un proyecto para eliminar la figura de femicidio del Código Penal.
Sin embargo, la violencia de género sí existe. Una prueba de ello es que, según el Observatorio de Mujeres de la Matria Latinoamericana (MuMaLá), durante el 2024 255 mujeres fueron asesinadas. No solo se cometió un femicidio cada 34 horas, hubo 604 intentos de este tipo de crímenes y 222 niñes y adolescentes quedaron sin sus madres.
Otro dato es que a las mujeres no las asesina un desconocido, el informe muestra que el 46% de los femicidios fue cometido por parejas o ex de las víctimas y el 57% ocurrió en la vivienda de la víctima o en la compartida con el agresor. Otro aspecto preocupante es que sólo el 12% de las víctimas había denunciado previamente a su victimario.
Mentiras en torno al femicidio
El femicidio es un agravante que se incorporó al Código Penal desde el 2012. El Congreso lo aprobó por unanimidad. No es real que corra para todos los asesinatos de mujeres, sino que se identifica como el crimen «a una mujer cuando el hecho sea perpetrado por un hombre y mediare violencia de género» y si es cometido «por placer, codicia, odio racial, religioso, de género o a la orientación sexual, identidad de género o su expresión».
Esa misma norma, la Ley Nº 26.791, también introdujo la prohibición de usar el atenuante de la emoción violenta en los delitos de género. Borrando, de esta manera, lo que hasta entonces se conocía como “crímenes pasionales”.
De acuerdo con un informe de ONU Mujeres, «todos los países de América Latina, excepto Cuba y Haití, han aprobado leyes que penalizan el femicidio/feminicidio». Entre ellos se encuentran: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela.
A nivel nacional y mundial, los datos de homicidios muestran que si bien los hombres son la mayoría de las víctimas en las muertes violentas, las circunstancias y las formas respecto de las víctimas mujeres son muy diferentes. En general, a los hombres los matan personas desconocidas (otros hombres), mientras que a las mujeres las asesinan personas de su entorno y en sus hogares.
Conocer estos datos no significa que la vida de las mujeres es más valiosas. Los datos aportados por diferentes observatorios sí sirven para visibilizar el tema y poder trabajar en la creación de políticas públicas de prevención.
También es mentira que las mujeres tengan algún privilegio a la hora de las condenas. En Argentina la pena por homicidio es la misma para todos: de 8 a 25 años. Sí existen agravantes como tener un vínculo con la otra persona y utilizar armas, entre otros, lo cual se aplica independientemente del género de la persona agresora y agredida. La figura de femicidio es un agravante.
Tampoco es cierto que el reconocimiento de que existe la violencia de género otorga privilegios para las mujeres. Muchas mujeres asesinadas, pasaron años denunciando a sus agresores, reclamando ayuda o justicia y no fueron escuchadas. Lo mismo para sus familias, que deben luchas años por obtener justicia y, en la mayoría de los casos, no son apoyados por el Estado sino que distintas organizaciones deben asesorarlos y acompañarlos.
También es falso que “alguien se llenó los bolsillos con las políticas de género”. Esas consignas vacías desconocen el trabajo de activistas y organizaciones por prevenir y erradicar las violencias con pocos recursos. Si existe la corrupción y la mala administración del Estado, eso debe investigarse y separarse de causas que sí son justas y reales.
Luchar hasta que no haya una menos
Marcela Morera asegura que “si bien la figura de femicidio no está explícita en el Código Penal, consta como agravante la violencia de género lo que suma años de pena para estos hombres que toman la vida de una mujer como propia”. En este sentido, explica que “tener en cuenta la figura del femicidio es darle la importancia que merece a este flagelo que sufrimos las mujeres desde hace años”.
Para Morera, “desconocer la violencia de género es atrasar siglos en una lucha que las mujeres han logrado y la que muy pocos hombres se han sumado”. A su vez, aseguró que “no es una lucha de mujeres contra hombres, es una lucha de todos y todas contra la violencia, tenemos que convivir en paz”.
La integrante de Atravesados por el femicidio, un grupo de familiares que buscan justicia y acompañan a víctimas y a sus familias, destacó que “es importante visibilizar la violencia de género para explicar una y mil veces que no debe normalizarse”.
En este sentido, contó que “hay mujeres que se dan cuenta que han padecido violencia al escuchar una charla. Es importante instalar en las generaciones más jóvenes que la violencia no conduce a nada bueno”. También, remarcó: “Es importante que criemos varones y mujeres que tengan visión de género y que los hombres se involucren”.