Junto a otros investigadores, el científico Federico Vignale desarrolló el logro más importante del sector agrícola argentino de los últimos años al secuenciar el ADN “Ilex Paraguariensis” de la yerba mate. Nota al Pie conversó con el investigador sobre este hallazgo.
Según compartió el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), el objetivo de la investigación era “secuenciar (‘leer’) el genoma (‘ADN’) de la planta de yerba mate (Ilex paraguariensis) para comprender, entre otras cosas, cómo produce la cafeína, uno de sus componentes más importantes”.
A lo largo del estudio, que contó con la colaboración de equipos científicos de Corrientes, Misiones y Brasil, Federico y su equipo identificaron que un ancestro de la planta de yerba mate experimentó una duplicación de su ADN hace aproximadamente 50 y 70 millones de años.
En ese sentido, el científico destacó que dicha duplicación podría tener un papel fundamental en el desarrollo de su complejidad metabólica. Es decir, la planta generó una gran variedad de compuestos naturales, como terpenos, flavonoides, fenoles y xantinas, los cuales son responsables de las propiedades antioxidantes, antidiabéticas y estimulantes del sistema nervioso que posee el mate. De todos estos compuestos, el equipo se centró en la cafeína.
¿Qué fue lo que más te llamó la atención cuando comenzaste a secuenciar el genoma de la yerba mate?
Una de las cosas que más me sorprendió fue la complejidad genética de la planta. Aunque se había secuenciado el ADN de muchas otras plantas agrícolas, como el té y el café, no se conocía nada sobre el de la yerba mate.
¿Hubo algún hallazgo inesperado durante el proceso?
Sí, descubrir que un ancestro de la yerba mate duplicó su ADN hace aproximadamente 50-70 millones de años. Esta duplicación ancestral pudo haber sido clave en la evolución de su complejidad metabólica, permitiéndole producir una amplia gama de compuestos naturales, como terpenos, flavonoides, fenoles y xantinas, los cuales le otorgan propiedades antioxidantes, antidiabéticas y estimulantes del sistema nervioso.
¿Qué diferencias encontraste entre la ruta biosintética de la cafeína en el mate y otras plantas como el té o el café?
Descubrimos que la yerba mate sintetiza la cafeína a través de una ruta metabólica diferente a la del té y el café. Todas estas plantas producen cafeína a través de mecanismos distintos, lo que indica que la síntesis de cafeína evolucionó de manera convergente (es decir, de forma independiente) en estas especies.
En el caso de la yerba mate, su ruta biosintética sigue este proceso:
Xantina (X) → 3-Metilxantina (3X) → Teobromina (TB) → Cafeína (CF). Esta vía es diferente de la que utilizan el té y el café, lo que demuestra que la evolución encontró múltiples formas de llegar a la síntesis de la cafeína en distintas especies.
¿Cómo crees que evolucionará a partir de ahora la industria del mate para disminuir la acidez?
Uno de los problemas que enfrentan algunos consumidores de mate es el malestar por acidez debido a los altos niveles de cafeína en la infusión. Ahora que entendemos cómo la yerba mate sintetiza la cafeína, en el futuro podría ser posible desarrollar variedades de yerba mate que no produzcan cafeína o que tengan niveles reducidos de este compuesto. Esto se podría lograr a través de programas de mejoramiento genético, selección de variedades con menor contenido de cafeína, o incluso mediante herramientas biotecnológicas.
Al analizar el ADN de la yerba mate, ¿descubriste algún componente o compuesto natural en la planta que pueda tener aplicaciones más allá de la producción de mate, como en la medicina o la cosmética?
La yerba mate no solo es rica en cafeína, sino que también contiene terpenos, flavonoides, fenoles y xantinas, compuestos con propiedades antioxidantes y estimulantes del sistema nervioso. Estos compuestos podrían tener aplicaciones en la industria farmacéutica y cosmética, por ejemplo, en el desarrollo de suplementos con efectos antioxidantes.
El mate y el fútbol son pasiones de multitudes, ¿fortaleció tu trabajo la conexión entre la ciencia, las tradiciones populares y tu vínculo personal con la yerba mate?
El mate es una parte fundamental de la cultura argentina. Para mí representa una tradición que une a las personas, está presente en nuestra vida cotidiana y es un símbolo de identidad. Por eso, cuando tuve la oportunidad de liderar este proyecto, lo sentí como una forma de honrar nuestra cultura a través de la ciencia.
A nivel personal, secuenciar el genoma de la yerba mate se sintió, en cierta forma, como secuenciar el genoma de Messi. Es un logro científico, pero también un hito cultural que nos ayuda a entender mejor una planta que es tan importante para nuestra identidad.
¿Cómo ves el futuro de la ciencia en Argentina en el contexto global?
Argentina tiene un enorme potencial en ciencia y tecnología, con investigadores de primer nivel que, a pesar de las dificultades, logran contribuir con descubrimientos de impacto mundial. Sin embargo, hoy enfrentamos un fenómeno preocupante tanto a nivel nacional como global: la creciente desconfianza en la ciencia. En una era donde la información circula sin filtros, muchas personas, incluidos líderes mundiales, cuestionan la veracidad del conocimiento científico basándose en lo que escuchan de un influencer en TikTok.
¿Encontrás alguna solución para esta probelmática?
El conocimiento mal informado es más peligroso que la ignorancia, porque genera falsas certezas y refuerza la desinformación. La mejor manera de combatir esta tendencia no es desde la confrontación, sino a través de la educación, la comunicación clara, el pensamiento crítico y, sobre todo, el ejemplo. La ciencia no es cuestión de opinión, es un método basado en evidencia, y es fundamental que la sociedad valore su importancia para el futuro de nuestro país y del mundo.
¿Qué impacto podría tener este descubrimiento en la sostenibilidad de la producción de yerba mate?
Comprender el genoma de la yerba mate puede tener un impacto positivo en la sostenibilidad del cultivo, ya que abre nuevas posibilidades para su mejoramiento genético. A largo plazo, este conocimiento puede contribuir a una producción más eficiente y sostenible, beneficiando tanto a los productores como a los consumidores.