El presidente Nicolás Maduro asumió este viernes su tercer mandato consecutivo como presidente de Venezuela para el período 2025-2031. La reelección de Maduro, que fue calificada de “ilegítima” por amplios sectores opositores tanto dentro como fuera del país, ocurre en un contexto de grave crisis política, económica y social que afecta a la nación venezolana.
En este marco, las denuncias de fraude electoral, las marchas opositoras y las denuncias sobre la represión del gobierno marcaron la tónica de un día en el que se mezclaron las tensiones internas con las reacciones internacionales, mayormente en contra del oficialismo venezolano.
El presidente, en su discurso de asunción, aseguró que «este poder no me lo ha dado un Gobierno extranjero, ni un Gobierno ‘gringo’, ni de la oligarquía de los apellidos, del supremacismo, del imperialismo.
La asunción de Maduro, marcada por las protestas
Mientras el presidente se juramentaba en la Asamblea Nacional Constituyente, un órgano creado por él mismo y cuya legitimidad ha sido cuestionada por amplios sectores, grupos opositores salieron a las calles a rechazar su nuevo mandato.
La presión internacional sobre el gobierno de Maduro lleva mucho tiempo y se aceleró por la falta de acuerdo sobre el proceso electoral que tuvo lugar el 28 de julio, que llevó a su reelección ha sido una de las principales críticas a la figura del mandatario.
Diversos sectores denuncian la coacción a votantes, el uso de recursos del Estado para la campaña oficialista y la detención de líderes opositores, muchos de los cuales integran la Plataforma Unitaria Democrática (PUD). A pesar de estas denuncias, Maduro se mostró desafiante en su discurso de juramento, defendiendo la «voluntad popular» y reiterando su intención de continuar con su programa de «Revolución Bolivariana».
Condiciones de gobernabilidad en duda y la crítica internacional como foco
El entorno dentro de Venezuela es conflictivo. La crisis económica, que se refleja en una inflación desmedida y una escasez extrema de alimentos y medicinas, junto con la falta de garantías en la transparencia de las instituciones, suman incertidumbre a la ya frágil situación interna del país.
Maduro enfrenta una oposición interna fuerte, tanto en las calles como en las instituciones, que siguen desafiando su mandato. En este sentido, los sectores opositores al régimen han protagonizado múltiples manifestaciones, exigiendo la salida de Maduro y denunciando la violación de sus derechos civiles y políticos.
¡El fascismo está derrotado, la oligarquía está derrotada!»
Nicolás Maduro.
Al mismo tiempo, la comunidad internacional se mantiene atenta a los desarrollos en Venezuela, y el gobierno de Maduro sigue enfrentando sanciones por parte de varios países, incluidos Estados Unidos y miembros de la Unión Europea (UE). El jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, expresó qué Maduro «no tiene derecho a reivindicar la presidencia» en Venezuela.
Subiendo un poco más el foco, replicó en la red social X que «el pueblo venezolano y el mundo saben que Nicolás Maduro perdió claramente las elecciones presidenciales». En consonancia con esa mirada, Kaja Kallas, jefa de la diplomacia comunitaria de la UE, aseguró que Maduro «carece de la legitimidad de un presidente democráticamente elegido».
Para la Plataforma Unitaria Democrática (PUD), «(Edmundo) González Urrutia es quién debe ser juramentado» y lejos de bajarse el foco al conflicto, manifestaron su intención de dar comienzo a «una nueva fase en la lucha por la Democracia».