El 2024 fue un año complejo para la industria editorial argentina, con una caída de hasta un 50% en las ventas en librerías y tiradas promedio que apenas alcanzaron los mil ejemplares. Según la Cámara Argentina del Libro (CAL), el contexto económico obligó a les editores a ser “menos audaces” y priorizar títulos seguros, mientras que el público, afectado por la pérdida de poder adquisitivo, percibió los libros como un lujo inaccesible.
La revaluación del peso y un dólar retrasado complicaron las exportaciones, mientras que el ingreso de libros importados a bajo costo intensificó la competencia. Diversos editores coincidieron en que fue un año muy difícil: ¿la gente dejó de leer o los libros se volvieron inalcanzables?
Las cifras son contundentes: las ventas en librerías disminuyeron entre un 30% y un 50%, una caída que Walter Marini, editor de Sudestada, calificó como “brutal”. Según su análisis, los salarios precarizados limitan el acceso a los libros, que ahora parecen reservados para las clases más acomodadas. “Hace años que no se veía una caída tan abrupta”, subrayó, al tiempo que destacó la drástica reducción en los envíos al interior del país, que en algunos casos bajaron hasta un 80%.
Leonora Djament, directora editorial de Eterna Cadencia, coincidió en que el primer semestre fue especialmente crítico, aunque destacó una leve recuperación en la segunda mitad del año. “Publicamos la misma cantidad de títulos que en 2023, pero con tiradas más ajustadas. Algunos autores y autoras, como Claire Keegan y María Lugones, tuvieron buena recepción, aunque dentro de un contexto complejo”, afirmó.
Impacto en librerías independientes
Las librerías también sintieron el golpe. Mónica Dinerstein, presidenta de la Cámara Argentina de Librerías Independientes (CALI), describió una caída sostenida desde finales de 2023, que alcanzó el 35% en algunos meses de 2024. “La reducción de las tiradas de las grandes editoriales se reflejó en nuestros estantes. Muchas veces es difícil reponer novedades”, lamentó.
Cecilia Fanti, librera de Céspedes, compartió una visión similar. “Después de un primer trimestre desastroso, las ventas fluctuaron. Sin embargo, a partir de julio, factores externos como obstáculos en la circulación de clientes en mi sucursal del Centro Cultural Recoleta llevaron a una caída del 50% en esa sede”, explicó.
Un revival de los 90 y la sombra de la importación
Para Pampín, la revaluación del peso y el ingreso de libros importados baratos marcaron un «revival de los 90». “El material importado compite con nuestros libros y afecta tanto a las editoriales grandes como a las pequeñas”, reflexionó. Además, el retraso en la compra estatal de libros de texto, una política que tradicionalmente impulsaba el sector, dejó a muchas editoriales sin respaldo.
El costo de los libros también fue un factor determinante. Según Dinerstein, los precios aumentaron significativamente entre septiembre de 2023 y mayo de 2024, impulsados por el costo del papel. Sin embargo, muchos lectores abandonaron las librerías. “Antes hacían el esfuerzo por un libro al mes; ahora evalúan cada compra”, afirmó Fanti.
Un futuro incierto
Aunque las editoriales independientes buscaron ser creativas para enfrentar la crisis, ajustando márgenes de ganancia y fortaleciendo redes de distribución directa, el panorama sigue siendo sombrío. “El libro es un bien de tercera necesidad en un país con más del 50% de la población bajo la línea de pobreza”, advirtió Pampín.
En un 2024 hostil, la industria editorial argentina luchó por mantenerse a flote, enfrentando caídas históricas en ventas y desafíos económicos que afectan tanto a editores como a lectores. Sin señales claras de recuperación, el 2025 plantea un futuro incierto para un sector que, pese a las adversidades, continúa apostando por la cultura y la bibliodiversidad.