El teatro argentino, reconocido por su calidad y diversidad, enfrentó un año difícil en medio de la crisis económica provocada por el gobierno de Javier Milei. A pesar de las adversidades, las compañías locales continuaron brillando con sus dramas y comedias, y plasmaron una variada gama de propuestas en las salas porteñas.
Durante 2024, los escenarios de Buenos Aires albergaron tanto grandes producciones como obras de pequeños teatros independientes que mantuvieron viva la cultura local. Y en sintonía con el clima adverso evidenciado a nivel país, esta temporada se caracterizó por una preferencia del público por la comedia sobre la tragedia.
En Nota al Pie, realizamos una selección de lo más destacado de este año y de las producciones que regresarán en 2025, rindiendo homenaje a aquellas compañías que siguieron apostando por un teatro de calidad en tiempos por demás complicados.
Saraos Uranistas
Juanse Rausch nos sumerge en una obra que desafía los límites del teatro tradicional, transportándonos a la Buenos Aires de principios del siglo XX. «Saraos Uranistas» es más que una obra; es un viaje demoledor por la disidencia sexual, donde cada escena es un acto de resistencia y cada personaje, un grito de libertad.
La propuesta dramática de Rausch es un mosaico de estilos escénicos, transitando con naturalidad entre el teatro de variedades, el lamento barroco, el tango, el Music-hall, el cabaret y la zarzuela. Esta versatilidad no es un capricho, sino un dispositivo para desmontar los mecanismos de control social que silenciaban a los cuerpos disidentes.
La dramaturgia equilibra humor, dolor y reflexión con precisión quirúrgica. El elenco, espectacular, formado por Maiamar Abrodos, Lucía Adúriz, Manuel DI Francesco, Emiliano Figueredo y Tomás Wicz, ofrece actuaciones que trascienden lo teatral. La puesta en escena, con un vestuario que es una obra de arte, funciona como documento histórico y declaración política. Gabriel Illanes en el piano añade capas de significación a cada momento escénico.
La paciencia
Esta tragicomedia se pudo disfrutar en su segunda temporada en El Camarín de las Musas como una verdadera revelación del teatro independiente porteño. La dramaturga y directora Macarena García Lenzi construyó una pieza de notable profundidad que conjugó magistralmente el humor negro con una crítica social punzante sobre el sistema de salud pública.
La obra presentó las vivencias de tres enfermeras de hospital público, encarnadas con extraordinaria precisión por Noelia Prieto, Valeria Giorcelli y Karina Elsztein, quienes lograron transmitir la complejidad de sus personajes con un equilibrio perfecto entre comedia y drama. Sus interpretaciones consiguieron humanizar la lucha por el reconocimiento profesional en la Ley 6035, dotando de rostros concretos a una problemática urgente.
García Lenzi demostró una notable capacidad para dirigir esta pieza, declarada de interés cultural por la Legislatura porteña, combinando momentos hilarantes con otros de profunda reflexión social. El resultado fue una obra que transformó la risa en herramienta de concientización, confirmando el poder del teatro como agente de cambio social.
Paraguay
El último espectáculo de la Compañía Absoluta, se destacó como una de las propuestas más potentes de la temporada porteña en el Teatro Astros. Ya que esta tragicomedia musical es un cross perfecto entre la picaresca rioplatense y el drama social, manejado con una sutileza que te deja sin aliento.
Las actrices Manuela Martínez y Olivia Daiez la rompen en escena con sus personajes de migrantes paraguayas, al plasmar una actuación que emociona. El trabajo de Mariano Saborido como agente aduanero es brutal, y no solo al actuar, sino más en los momentos musicales como la mismísima Mercedes Sosa. Y Migue Canevari con su viola le mete ese toque campero que cierra todo el concepto.
La obra no oculta una crítica social durísima sobre la migración latinoamericana, pero sin caer en el bajón. El texto, una creación colectiva con dramaturgia de Paula Grinszpan y Lucía Maciel, es filoso como bisturí y te deja pensando. Una obra que te sacude, te hace reír y te moja los ojos. Super recomendable.
Suavecita
«Suavecita« llegó al circuito comercial porteño como un vendaval de talento, tras conquistar durante dos temporadas el corazón del under. La obra, que ya se perfilaba como una de las joyas más brillantes del off, confirmó su valía en este salto cualitativo gracias a la extraordinaria labor de Camila Peralta.
La actriz desplegó un virtuosismo interpretativo sobrecogedor, dando vida a múltiples personajes con una versatilidad que dejó sin aliento a la platea. Bajo la dirección precisa de Martín Bontempo -también autor de esta pequeña obra maestra-, Peralta transitó por diferentes registros con una naturalidad pasmosa, hilvanando una galería de personajes que oscilaron entre lo hilarante y lo conmovedor.
El texto de Bontempo demostró que la economía de recursos puede ser el caldo de cultivo perfecto para la excelencia teatral. Esta tragicomedia unipersonal brilló como ejemplo paradigmático de cómo el teatro independiente puede alcanzar las más altas cotas de calidad artística sin necesidad de grandes presupuestos. Un verdadero testimonio del vigor creativo que caracteriza a la escena teatral porteña.
Matar a un elefante
La producción de Franco Verdoia, «Matar a un elefante», volvió a la cartelera porteña en su nueva temporada, como una tragicomedia que conjugó la idiosincrasia cordobesa con temas universales. El dramaturgo y director logró un equilibrio notable entre la comedia costumbrista y la profundidad existencial, tejiendo una trama que resonó con autenticidad en el público.
La obra planteaba el regreso de Amadeo, un artista exitoso, a su pueblo natal cordobés, donde el reencuentro con sus amigos de infancia desencadenó un torbellino de emociones y cuestionamientos. El elenco brilló al construir personajes entrañables que evitaron el cliché del humor cordobés, dotándolos de una humanidad conmovedora que transitó con naturalidad entre las risas y la melancolía.
Con parte de su elenco renovado, al que se sumó Ezequiel Rodríguez, la obra comenzará una nueva temporada en enero próximo, en el Teatro Metropolitan. Verdoia demostró su madurez como autor al explorar las complejidades del desarraigo y la amistad sin perder el pulso de la comedia.
Su dirección precisa extrajo lo mejor de cada intérprete, creando un conjunto armónico que sostuvo la tensión dramática sin descuidar el humor. Esta pieza confirmó a Verdoia como una de las voces más prometedoras del teatro nacional, capaz de transformar lo local en universal sin perder autenticidad.
Hay que darle el gusto a mamá
Esta tragicomedia llegó al teatro porteño como una verdadera fiesta de las tablas. La crítica teatral de esta maravilla escrita por Mónica Salvador merece todos los elogios posibles. Eduardo Solá brilló como un sol en el papel de Sofía Del Mar, una ex estrella del espectáculo que maneja los códigos de la diva con una precisión quirúrgica.
La obra construyó un delicioso triángulo familiar donde Judith Gabbani y la propia Salvador se lucieron como las hijas antagónicas de esta madre absurdamente adorable. Gabbani encarnó a Victoria con la exacta medida de devoción filial, mientras que Salvador, en el papel de Soledad, desplegó un contrapunto ácido que generó carcajadas memorables.
Manuel Bello, como el mayordomo Edmundo, aportó ese toque de elegancia británica que toda comedia familiar necesita. La puesta en escena íntima potenció las actuaciones y el timing perfecto del ensamble. Esta comedia dramática demostró que el humor puede ser la mejor manera de explorar los vínculos familiares más complejos.
Un verdadero festín teatral que confirma la vigencia de la comedia costumbrista porteña en su mejor versión. La obra arrancara una temporada veraniega este 30 de diciembre en el Teatro Victoria de Mar del Plata.
Un hombre peligroso
Este original espectáculo irrumpió en la cartelera porteña como una propuesta revolucionaria que dinamitó los límites del teatro convencional. La obra, dirigida y protagonizada por Ariel Nuñez Di Croce, se reveló como una experiencia inmersiva extraordinaria que transformó la historia del anarquista Severino Di Giovanni en un viaje sensorial sobrecogedor.
El montaje, que se desarrolló en el espacio cultural Sigue la Polilla, trascendió las fronteras del teatro tradicional mediante un dispositivo escénico que convirtió a los espectadores en participantes activos del relato.
La puesta, basada en la investigación de Osvaldo Bayer, conjugó elementos del teatro documental con recursos cinematográficos de manera magistral, recreando con precisión milimétrica la convulsionada Buenos Aires de los años ’20. El elenco de quince actores, encabezado por Nuñez Di Croce, desplegó una actuación coral impecable que sostuvo la tensión dramática durante las dos horas y media de función.
La innovadora propuesta de vestuario participativo y localización secreta potenció la inmersión en esta pieza que reconcilió el rigor histórico con la experimentación teatral más audaz. Una obra que confirmó que el teatro independiente sigue siendo el laboratorio más fértil para la renovación escénica argentina.
Medida por medida
La nueva producción de Gabriel Chamé Buendía, «Medida por medida«, se reveló como una adaptación brillante del clásico shakesperiano que sacudió la escena porteña. El director logró un verdadero tour de forcé al transformar esta obra compleja en un espectáculo que fusionó magistralmente el humor físico con la profundidad dramática del texto original.
El elenco desplegó una versatilidad asombrosa al interpretar múltiples personajes, transitando con fluidez entre la comedia del clown y el peso de los dilemas morales shakesperianos. La puesta en escena, potenciada por la escenografía móvil de Jorge Pastorino y el vestuario ingenioso de Cecilia Allassia, creó un universo teatral donde la corrupción, el poder y la justicia dialogaron con el absurdo y la risa.
Chamé Buendía demostró nuevamente su capacidad para reinventar los clásicos sin traicionar su esencia. Esta versión de «Medida por medida» actualizó los conflictos eternos de Shakespeare con una mirada contemporánea que interpela al espectador actual, para confirmar que los grandes textos, en manos talentosas, son siempre actuales.
«FEM-BOT (El sueño argentino)»
«FEM-BOT (El sueño argentino)» se presentó en Buenos Aires como una provocadora fábula que desafía las convenciones del teatro contemporáneo. Con un guion original de Martín Henderson, Esteban Meloni y Fabiana Rey, la obra, dirigida por Meloni, fusiona comedia, ciencia ficción y terror psicológico, capturando la atención del público desde el inicio.
La trama sigue a un científico argentino que, obsesionado con el futuro del país, revela su innovador invento: un robot-artista creado por la Inteligencia Artificial Nacional, cuya rebeldía plantea un conflicto profundo sobre la relación entre creador y creación.
A lo largo de casi una hora, «FEM-BOT» combina distopía y humor argentino, tocando preocupaciones sociales y políticas con ingenio. Más que un simple entretenimiento, invita a los espectadores a cuestionar su realidad, consolidándose como una joya del teatro local que ofrece una experiencia única y enriquecedora. Sin duda, una propuesta valiosa para quienes buscan reflexionar mientras disfrutan del arte.
Porteñas
Esta perla del teatro nacional, que cumplió 20 años en cartel a principio del 2024, sigue tan fresca como el primer día. La dupla de escritores Manuel González Gil y Daniel Botti, se despachó con un texto brillante que te pasea por ochenta años de historia argentina a través de cinco bravas mujeres que la reman en dulce de leche.
El guión es un viaje en el tiempo que arranca en los albores del siglo pasado y te deja en pleno alfonsinismo, todo hilvanado con una precisión de cirujano. Lo genial es cómo se mezclan momentazos históricos – desde la movida del voto femenino hasta el asesinato en el Senado – sin perder el punch dramático ni la chispa de humor.
Las actrices Julia Calvo, Cecilia Milone, Andrea Politti, Romina Richi y Micaela Riera, brillaron en el escenario con interpretaciones que te dejaban pegado a la butaca. Cada una le sumo una impronta única a su personaje, y juntas el resultado final fue pura química. La dirección de Botti fue acertada para que todo fluya como un tango bien bailado.
Una joyita que te dejaba pensando y con el corazón estrujado, pero con una sonrisa de oreja a oreja. Gran homenaje a los momentos históricos del último siglo y al teatro argentino de primera.