En el vasto universo del cine de terror, donde los monstruos y las entidades sobrenaturales son moneda corriente, “Bagman, el espíritu del mal”, el único estreno en cine para estas fiestas, intenta abrirse paso con una premisa que bebe del folclore y los mitos populares. Dirigida por Colm McCarthy y escrita por John Holm, su trama se basa en la leyenda de esa criatura siniestra que secuestra niños y paraliza a los adultos, guardándolos en un saco o gran bolsa. Sin embargo, el film se queda a mitad de camino entre la prometedora tensión y una narrativa que pierde fuerza hacia la mitad, dejando al espectador con más preguntas que respuestas.
Bagman, como entidad, se presenta como una versión oscura del clásico hombre del saco de la bolsa en nuestras tierras. Esa figura recurrente en el folclore universal con el que nos asustaban nuestras abuelas para que nos portemos bien y de yapa, aprender sobre los peligros de desobedecer. No obstante, la película no explora a fondo esta mitología, limitándose a presentarlo como un villano genérico que secuestra niños sin una razón clara. Aunque la idea de un monstruo que castiga a los que son “malos” podría haber sido interesante, el guion no desarrolla este aspecto y el espectador queda con una sensación de oportunidad perdida.
El paralelismo con el mito del hombre del saco es evidente, pero Bagman no logra trascender más allá de ser una simple reinterpretación. La película intenta abordar temas como el trauma generacional y la lucha de un padre por proteger a su familia, pero estos elementos se diluyen en un mar de clichés y diálogos poco inspirados.
La trama y las actuaciones
La historia sigue a Patrick (Sam Claflin), un hombre que regresa a su hogar junto a su esposa (Antonia Thomas) y su hijo. Allí descubre que el Bagman, una entidad que lo aterrorizó en su infancia, regresó para perseguir a su familia. La trama se desarrolla con un ritmo irregular, ya que mientras algunas escenas logran construir tensión, otras se sienten apresuradas y carentes de impacto.
Claflin, conocido por su trabajo en sagas como Los Juegos del Hambre, intenta llevar la película sobre sus hombros con una actuación sólida, pero el guion no le ofrece suficiente material para brillar. Su personaje está marcado por el trauma de su infancia, pero esta profundidad emocional no se explora de manera satisfactoria. Por su parte, Thomas hace lo que puede con un papel limitado, reducido solo a preocuparse por su hijo y quejarse de su juguete.
El resto del elenco, incluyendo al hermano de Patrick y su cuñada, son personajes planos que no aportan nada significativo a la historia. Incluso el padre del protagonista, cuya relación con su hijo podría haber sido un punto emocional clave, se reduce a un mero vehículo para entregar información sobre el Bagman.
Si hablamos de la dirección, Colm McCarthy demuestra un manejo competente de la cámara, pero la película carece de un estilo visual distintivo. Aunque se agradece la ausencia de filtros amarillentos y la inclusión de escenas diurnas bien iluminadas, Bagman tiene un aspecto visual plano que no aprovecha al máximo su presupuesto. La película parece más adecuada para un lanzamiento directo a streaming que para una experiencia cinematográfica en la gran pantalla.
En cuanto a los efectos especiales, se opta por lo práctico en lugar de lo digital, lo que se agradece en una época dominada por el CGI. El diseño del Bagman, interpretado por Will Davis, es efectivo cuando se mantiene oculto bajo su capucha y túnica, pero pierde impacto cuando se revela por completo hacia casi en el final. Sus movimientos, que deberían ser aterradores, terminan pareciendo ridículos y restan credibilidad a la amenaza que representa.
En resumen
Bagman es una película que, a pesar de sus buenas intenciones, no logra consolidarse como un buen film de terror. Su intento de combinar mitología folclórica, trauma generacional y tensión psicológica se ve frustrado por un guion superficial y una narrativa inconsistente.
En última instancia, esta producción es un ejemplo de cómo una premisa interesante puede malograrse debido a una ejecución deficiente. Aunque tiene momentos que podrían haber sido brillantes, la película se hunde bajo el peso de sus propios clichés y falta de originalidad. Quizás, como su monstruo homónimo, Bagman debería guardarse en un saco y desaparecer en el olvido.
- Calificación: 5/10.
- Recomendación: Solo para fans incondicionales del género que busquen algo para pasar el rato.